Fernando Terán, la constante reinvención al servicio de los demás

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Ha fallecido, a los 63 años de edad, Fernando Terán, el marido de Conchi Revuelta, trabajador y directivo del sector turístico, sobre todo, un hombre honesto, serio y muy querido por todos aquellos a los que la vida les fue llevando a encontrarse con él.

Como nosotros: Fernando estaba en la primera alineación de tertulianos de lo que fue Buenos Días Cantabria, desde los tiempos de Dani González en Mix, con EL MUNDO.

Fernando Terán, en una de las tertulias de BUENOS DÍAS CANTABRIA

Fue de los que mejor captó, en especial cuando el proyecto cambio de productora y lo asumimos nosotros, el tonó de una tertulia que quería ser a la vez expresión del malestar de una época de desconfianza y crítica general, pero también amable para quienes estaban cansados de la crispación.

Parecía una cuadratura del círculo muy difícil de lograr, pero se consiguió, entre otras cosas, por la complicidad de quienes entendieron la necesidad del tono, el momento, entre ellos Santiago Pérez Obregón, el hombre de los tres poderes, que también nos dejó, o Conchi Solanas, entre otros.

Fernando era Fernando: no venía por ningún partido, por ninguna organización social o empresarial. Era un profesional de un sector importante de Cantabria, con experiencia en la dirección de hoteles o balnearios, y era de los que no buscaba la confrontación: en una mesa de tertulia, era de los que ponía sobre la mesa el problema y lo diseccionaba, en lugar de diseccionar al resto de la mesa. Un tono sereno, un análisis tranquilo, una verdad incómoda que no podía callarse, porque atesoraba un alto sentido de la ética. Era posible.

Poco a poco el proyecto evolucionó: nos apoyó en el cierre, y nos acompañó en el siguiente paso, el periódico digital, un medio diferente que necesitaba del apoyo de los propios lectores. Fernando fue, de hecho, de la primera hornada de socios.

Podían parecer muchos cambios, muchos vaivenes, pero para Fernando Terán la adaptación a entornos cambiantes era lo normal.

Porque era alguien que conoció los buenos tiempos y los malos: de la burbuja a la crisis, en constante reinvención, la suya, la de un sector que, según cuentan quienes fueron coincidiendo con él profesionalmente, “le apasionaba” y en el que era “un crack”: “tenía metido en su ADN la profesión de director, agradar el cliente, siempre al servicio de todos y de todo”.

Es nuestra historia con Fernando, cada uno tendrá la suya. Necesariamente incompleta porque quien mejor la escribió es Conchi, pura vitalidad, autora de libros que han emocionado a muchos como ‘Aromas de tabaco y mar’ o ‘Te di mi palabra’ , la que le ha acompañado en todos estos años, y en cuya carrera literaria también se volcó Fernando: era habitual recibir mensajes suyos sobre las presentaciones de sus libros, actos o nuevas publicaciones. Pese a toda la gente que les conoce y quiere, siempre encontraban un hueco para otro más.

Le perdemos en tiempos extraños, en los que el aislamiento nos ha hecho empezar a conectar con donde él estaba ya, con ese sembrar lazos y hacer comunidad. Nos quedamos sin saber cómo encararía la reconstrucción alguien tan hecho a la constante reinvención y servicio. Descanse en paz.

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