La Madriguera VII. «Nuestros mayores»

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REFLEXIONES DE UN DELFÍN. NUESTROS MAYORES

Pilar Sobrao Ruiz

 

A nosotros sólo nos piden que nos quedemos en casa y nos parece una locura, aún pudiendo ir al supermercado a por comida y a la farmacia a por nuestros medicamentos, nos sigue pareciendo de locos esta situación. y salimos a aplaudir a los balcones, y a las ocho escuchamos a parte de los aplausos, a los vecinos tocar una guitarra o poner música en unos bafles… y nos vemos por video llamada y si me apuráis hasta nos traen comida a casa..

Y esto de quedarse en casa es por todos, porque este maldito virus nos puede coger a cualquiera pero sobre todo por nuestros mayores… esos que vivieron una guerra y no escuchaban aplausos desde sus ventanas, si no sirenas para salir corriendo a un refugio, y oían el caer bombas, y, aunque ellos siempre nos dicen que hambre no pasaron, que lo que pasaron fue necesidades… yo creo que si lo pasaron… y ahora nos quejamos porque ya no hay en el súper los yogures que tomamos siempre… ¡no tenemos derecho a quejarnos!!!!.

Ellos pasaron miedo, la guerra les mató familiares, algunos se tuvieron que esconder durante años para no perder la vida… un vecino les podía ayudar, pero al mismo tiempo otro les podía delatar… Y nosotros lloramos porque esto va a durar más de quince días… Y ¿sabéis más?… aquí en Santander, pasados unos años después de la guerra, cuando la ciudad parecía que volvía a coger vida, volvía a haber alegría por las calles, comercios abiertos, pescaderas con sus carpanchos a la cabeza vendiendo sus lirios y sus chicharros…, Cuando los niños volvían a jugar en la calle sin miedo, y algún que otro mozo empezaba a rondar a alguna chavaluca … pues bien, cuando todo ésto estaba en calma un viento sur, del 15 al 16 de Febrero del 1941 arrasó gran parte del casco histórico de la ciudad, miles de familias perdieron sus hogares y sus negocios… mi abuela recordaba perfectamente cómo salía al balcón y la ciudad olía a humo..

Así que a la suma de estar viviendo una posguerra el viento sur… les volvió a dar una bofetada… Así que si les preguntamos ahora a nuestros mayores por esta situación esbozan una sonrisa y nos dan ánimos, porque después de lo que llevan a sus espaldas quedarse en casa les parece un lujo. Yo propongo que echemos la vista para atrás, y dejamos de quejarnos, no tenemos derecho. Si tenemos motivos: familiares enfermos, gente que se va a quedar sin trabajo, negocios cerrados, un futuro económico duro por delante… pero yo pienso que hoy a las 8 volveré a salir a la ventana a aplaudir con mis vecinos y a gritarnos de ventana a ventana pero no oiré sirenas ni bombardeos…Y mañana , si se me han acabado los yogures podré ir al súper a por más, aunque esos que quedan no me gustan tanto como los otros…. feliz día… ya nos queda menos….

Imagen: «En la rampa», 2017. Óleo sobre lienzo. 80 x80 cm. Autor: Juanjo Viota

 

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