Gerontofobia y coronavirus

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Si los virus tuviesen voluntad diríamos que el coronavirus se caracteriza por su gerontofobia ya que está atacando con una especial virulencia a los mayores. Tomando solo datos de Cantabria, donde, a día de hoy, se han contabilizado 137 fallecidos, la media de edad es de 83 años. Si fuese un virus de diseño, tendríamos que sospechar que lo ha diseñado el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM) para recortar los gastos en los sistemas públicos de pensiones.

La pandemia del coronavirus y su incidencia sobre la población anciana ha puesto de manifiesto la lamentable situación de las residencias geriátricas. Más de la mitad de los fallecidos corresponden a geriátricos, en Cantabria de los 137 fallecidos, 74 procedían de estas residencias.

Hemos podido ver con gran estupefacción unas condiciones de hacinamiento y de falta de personal vergonzosas en muchos de estos establecimientos.

Hemos comprobado, además, que lo que debería ser un servicio público, el Estado lo ha dejado en manos privadas. El 75% de las residencias son privadas. Pero no crean que las rigen alguna congregación de religiosas o pequeñas empresas, sino que al frente de las mismas se encuentran en determinados casos grandes consorcios multinacionales y fondos buitre. Fondos de inversión no especializados que  buscan la máxima rentabilidad económica. Rentabilidad que el capitalismo salvaje de estos fondos consigue reduciendo los recursos, con escasez de personal y bajos salarios.

De nuevo nos topamos ante lo que Josep Fontana llamaba “la privatización del Estado”. Al igual que ha sucedido con la educación, las pensiones o la sanidad, las políticas de austeridad, que han justificado con la supuesta preocupación por la reducción del déficit y la deuda, han tenido como objetivo la privatización de servicios sociales que se convierten en un gran negocio para la iniciativa privada.

El coronavirus ha puesto de manifiesto, con toda su crudeza, la gerontofobia de nuestra sociedad. Porque gerontofobia es mantener en precario y ceder a los fondos de inversión las residencias de mayores. Gerontofobia es que tengamos una ley de dependencia sin financiación que hace recaer el cuidado de las personas dependientes, en su gran mayoría mayores, sobre las familias. Gerontofobia es que la tercera parte de nuestros pensionistas cobren pensiones que se encuentran por debajo del umbral de la pobreza (8.871 euros anuales) y en el caso de las
mujeres pensionistas, son nada menos que dos tercios las pensiones que se encuentran por debajo de dicho umbral.

Los valores que priman en esta sociedad son la juventud y la belleza por encima de la madurez y la experiencia. Se considera la vejez como una carga, como una rémora. De hecho, el que seamos una sociedad envejecida se percibe como una desgracia, como algo negativo y ello porque se ha impuesto una visión economicista de la demografía en lugar de una visión más social.

En efecto, nuestra sociedad tiene un alto porcentaje de personas mayores de 65 años (19%) y ello es resultado de una alta esperanza de vida (la mayor de Europa, 83 años) y una baja natalidad. De estos datos debemos sentirnos orgullosos como sociedad ya que indica un nivel sociosanitario muy alto. El descenso de la natalidad y de la fecundidad es consecuencia del descenso de la mortalidad infantil y debemos felicitarnos por ello, porque gracias a esa baja fecundidad, que algunos solo ven como un problema, las mujeres se han podido liberar de su papel reproductor y ha ganado en igualdad incorporándose al mercado laboral.

El envejecimiento de la población no es ninguna desgracia, es simplemente la situación actual de las sociedades europeas y nuestra economía debe adaptarse a esa situación. Así como en los años 70 del pasado siglo, el Estado tuvo que hacer frente a una gran inversión en educación por la importante población infantil de aquellos momentos, en la actualidad, la inversión pública debe hacer frente al envejecimiento de su población. Si entonces se invirtió en colegios, institutos y contratación de profesorado, hoy habrá que invertir en centros para personas
mayores, ayuda a la dependencia, sanidad …

Sesudos economistas, que practican la gerontofobia al servicio de determinados intereses financieros, pronostican que el envejecimiento de la población nos llevará a una situación “insostenible”, porque habrá cada vez más pensionistas y menos trabajadores. Lo cual no es del todo cierto. El aumento de la población de más de 65 años no significa que aumente el porcentaje de población dependiente ya que ha descendido mucho la población infantil, con lo que la proporción entre población activa y población dependiente es hoy en España ligeramente superior a la de 1976. Entonces la población entre 20 y 64 años era el 54% de la población total y en la actualidad es el 60%.

Otras dos variables desmienten a los agoreros defensores de la insostenibilidad de la sociedad envejecida. Por una parte, la cada vez mayor incorporación de la mujer al mercado laboral ha aumentado considerablemente la población activa. Por otra parte, ha aumentado extraordinariamente la productividad, es decir, hoy se produce mucho más con menos trabajadores gracias a los cambios tecnológicos y a la robotización.

España en menos de 20 años, entre el año 2000 y el 2019 ha duplicado su PIB, es decir, hemos duplicado toda la riqueza producida en el país, mientras que la población apenas ha crecido un 15% en el mismo periodo. Luego no es un problema de riqueza o de recursos, es simplemente un problema de redistribución de la riqueza del país y de priorizar las inversiones.

Esperemos que, con el fin de esta pandemia de Coronavirus, desterremos también las políticas gerontofóbicas, desarrollemos unos buenos servicios públicos y defendamos que la financiación de estos servicios no son un gasto sino una inversión necesaria para asegurar el bienestar de toda la sociedad. Pasemos de la gerontofobia a la gerontofilia.

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1 Comentario

  • aldobelus
    17 de abril de 2020

    Las políticas que se establecen en Europa en relación con la personas mayores responden solo al maldito neocapitalismo. Y si se aplicara sobre países ricos, bueno, sería una cuestión de simple elección. Pero no es así. Los países de Europa no acaban de despegar, a no ser que hablemos de Alemania o Francia, los dueños de esta Europa mediocre y sin democracia real. Los demás países sobrevivimos, nada más.

    Aplicar esta forma de economía nos deja con lo que hemos encontrado estos días y que este artículo menciona: las residencias no cuidan adecuadamente de sus pacientes y, por ello, nuestros mayores terminan muertos. ¿No tienen familia quienes aplican el neocapitalismo en nuestros países, léase PP, Ciudadanos… y, a nivel europeo, la Democracia Cristiana y compañía? Sí, claro que la tienen. Y, como la mayoría de la gente de derechas, y digo mayoría, no toda ella, les preocupa más ganar dinero que ningún otro asunto. Y en lo relativo a la familia, con tener dinero para cuidar de SU familia, la de los demás les importa bien poco.

    Esto mismo sucede cuando hablamos de Medio Ambiente o de cualquier tema susceptible de transformarse en ganancia empresarial. Así nos va.

    Nota: Ya que estoy en esto, quiero recordaros que existe una plataforma que lucha por nuestros derechos y que quiere cambiar Europa, hacerla democrática y que sirva a la gente que vive en ella, no a los mercados. Se llama DiEM25 (a href=»https://diem25.org»))Democracy in Europe Movement 2025)(/a) y puedes encontrar información sobre ella siguiendo el enlace. Salud!

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