Vals de crímenes

Tiempo de lectura: 6 min
Título: Crimen
Autor: Agustín Espinosa
Edición de: Alexis Ravelo
Sello: Siruela
Colección: Libros del Tiempo 378
Edición:1ª, 2019

Hace apenas unos meses que la editorial Siruela publicó Crimen, una de las obras más transgresoras de los años 30, del canario Agustín Espinosa.

La presente edición incluye un interesante prólogo de Alexis Ravelo que aporta una visión panorámica de la vida y la obra de su autor y, a modo de introducción, se ha incorporado el poema “Oda a María Ana, primer premio de las axilas sin depilar de 1930”, un poema lleno de humor y erotismo que fue dedicado a una mujer andaluza con la que mantuvo una relación amorosa durante sus años de estudiante en Granada, años en los que, por cierto, conoció a Federico García Lorca.

Agustín Espinosa es uno de los grandes olvidados de la literatura en nuestro país, aunque en los últimos años se le está publicando y homenajeando bastante. Su vinculación con el movimiento surrealista durante los años 30 fue esencial.

Portada de Crimen, editado por Siruela

Por ejemplo, a partir de 1932 comenzó a colaborar estrechamente en la revista Gaceta de Arte, fundada en ese mismo año por Eduardo Westerdahl, y formó parte del grupo conocido como “La facción surrealista de Tenerife”, integrado, entre otros, por Domingo López Torres, Pedro García Cabrera, Emeterio Gutiérrez Albelo, Eduardo Westerdahl y Domingo Pérez Minik, de quienes Ramón Gómez de la Serna dijo “Están ustedes creando un faro que se ve desde aquí”.

Además, en 1935 participó en la organización de la II Exposición Internacional del Surrealismo en Canarias, firmando un manifiesto con André Breton y Benjamin Peret quienes por cierto, acudieron en persona a Tenerife junto con Jacqueline Lamba para participar en el evento.

Crimen fue publicado en 1934 y provocó un gran escándalo pues los sectores más reaccionarios de la sociedad no tardaron en tacharla de pornográfica e irrespetuosa. De hecho, al poco de iniciarse la guerra civil el propio autor se vio en la obligación de esconderla y durante todos los años de la dictadura permaneció arrinconada en el olvido por el canon literario.

Se ha hablado mucho sobre el género al que pertenece esta obra; desde considerarla como una novela “extraña”, un compendio de breves narraciones hasta poemas en prosa. Yo me limitaría a decir lo que dijera Fernando Arrabal de su propio libro ‘La piedra de la locura’: “Es un libro pánico”.

Ciertamente, ‘Crimen’ tiene mucho de narración de sueños y me atrevería a asegurar que, incluso, de automatismo. En mi opinión creo que lo que pretendía su autor con este “crimen” era precisamente acabar con la literatura burguesa que hasta entonces había predominado y configurado la cultura del momento, para así acceder a otras formas expresivas, experimentales, arriesgadas e imposible de etiquetar bajo los esquemas analíticos de entonces, y puede que, incluso, del presente.

Al inicio del libro el protagonista describe un crimen que acaba de cometer, alternando el lenguaje erótico con el escatológico. A lo largo de la obra se van sucediendo nuevos crímenes, de lo más dispares y disparatados. No hay empaque narrativo. El lector sentirá la sensación de haberse adentrado en un encadenamiento de pesadillas en las imperan la muerte, el crimen y las pulsiones asesinas, pero lo sórdido se mezcla con un impulso imaginativo de gran belleza onírica, alcanzando un punto de equilibrio admirable. Hay momentos, incluso, en los que diría que los crímenes parecen adquirir características geológicas y cósmicas.

Portada antigua de Crimen

Una última cuestión. En el prólogo Alexis nos recuerda un dato importante: en 1926, poco después de licenciarse y tras haber trabajado en Tenerife como ayudante de cátedra de Lengua y Literatura de la Universidad de la Laguna, Agustín Espinosa viajó a Bucarest.

Me pregunto si Agustín ya conocía la obra del gran vanguardista rumano Urmuz, o si durante esa visita a Rumanía llegaría a conocer al vanguardista Geo Bogda -que en esa año tendría unos 18 años- o, al menos, sus primeros escritos. Supongo que no; aún faltaban tres años para que Geo Bogda publicase su célebre obra Jurnal de sex («Diario del sexo»).

Recordemos que Bogda fue encarcelado dos veces acusado de obscenidad por sus polémicos poemas y su figura significó un puente entre la vieja vanguardia rumana de principios de siglo y la generación de poetas vanguardistas posterior a él, los editores de la revista Alge. De todos modos hay grandes similitudes entre los crímenes descritos en ‘Crimen’ y la escritura de muchos de los vanguardistas rumanos del periodo de entreguerras, como por ejemplo con los asesinatos descritos en los primeros poemas de adolescencia de Gherasim Luca, que comenzaría a publicar en los años 30 en revistas como Pula o Alge.

Claro que lo mismo podríamos preguntarnos acerca de la influencia de muchas de las obras de los surrealistas franceses de finales de los años 20, o incluso de muchos de los precursores de este movimiento. En cualquier caso me pareció curioso esa visita a Bucarest en un momento en que esa ciudad era considerada por muchos la capital cultural del mundo.

Tras el inicio de la guerra civil Agustín Espinosa no corrió la misma suerte que otros de sus compañeros, como Domingo López Torres, que fue asesinado en 1937 por los fascistas, pero fue condenado al ostracismo académico y literario; a pesar de la intermediación de amistades afectas al nuevo régimen se le expulsó de su cátedra y tuvo que declarar su unión al Movimiento y afiliarse a Falange para salvar el pellejo. Falleció poco después, en 1939, tras haber sido intervenido quirúrgicamente a consecuencia de una úlcera de duodeno.

Hoy en día, a pesar de las ediciones y los homenajes puntuales, puede decirse que sigue permaneciendo sepultado en el olvido, de hecho no se le considera ni siquiera miembro de la Generación del 27, generación en la que debería ser ubicado. En tiempos como los actuales en los que la corrección política y las derivas autoritarias de los gobiernos hacen peligrar la poca libertad de expresión que nos quedaba creo que obras como Crimen deben ser reivindicadas, ahora más que nunca.

Para aquellos que deseen profundizar en la vida y en la obra de Agustín Espinosa les recomiendo leer el ensayo Agustín Espinosa, entre el mito y el sueño, publicado en 1986 o la edición de sus obras completas en cuatro volúmenes, editadas en la colección Insoladas, cuyo autor es José Miguel Pérez Corrales, uno de los mayores expertos en surrealismo y en la obra espinosiana.

Por cierto, al inicio del bloque final titulado “Invierno” de Crimen el mismo Agustín Espinosa alude a una pieza musical: “Valse poudrée” de Francis Popy. A todos aquellos que se animen a leer esta obra les aconsejo que lo hagan con esta música sonando de fondo pues eso les trasladará a los convulsos y agitados años 20, años en los que precisamente nació el surrealismo.

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