Jaime Blanco, el dominó de la transición

Fallece el expresidente de Cantabria, que fue secretario general del PSOE, diputado en el Congreso y senador, protagonista excepcional de unos años políticos intensos. Su capilla ardiente estará en el Parlamento desde esta tarde
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Es el dominó un juego complejo, en el que para dar un nuevo paso, hay que contar con el anterior. No es un juego de comer fichas, ni matar enemigos, sino uno en el que se gana avanzando.

Un juego, el del dominó, el de la política entendida como dominó, al que supo jugar el expresidente de Cantabria, exsecretario general del PSOE, diputado y senador, Jaime Blanco, historia y memoria de esta comunidad autónoma.

Médico de profesión, Jaime Blanco (1944-2020)  capitaneó en la reconstrucción del PSOE en Cantabria tras la dictadura, y fue presidente de Cantabria haciendo algo que hoy nos resultaría insólito: una moción de censura que triunfó frente a un presidente, carismático y polémico, Juan Hormaechea.

Pero se hizo, y encabezó un inédito y hoy impensable gobierno de concentración entre varios partidos ante una situación excepcional.

Pero esos tiempos acabó pudiendo más la búsqueda del poder que la responsabilidad, y ese gobierno duró poco.

Le quedó el haber llevado al PSOE cántabro a las más altas cotas de responsabilidad institucional que ha tenido en su historia en la comunidad, y, desde luego, haber sido más parte de la solución que del problema.

Más allá de ese semestre, Jaime Blanco ha sido secretario general del PSOE, diputado nacional, senador, ha presidido la Comisión de Defensa en el Senado.

Un gigante, en altura y en sus cualidades humanas, con una capacidad de llevar a su terreno a cualquiera, de serenar debates políticos y de dulcificar, con ironía, al oponente con más ganas de crispación.

Comprenderéis que a alguien que vivió los últimos años del franquismo, que luchó contra sus rescoldos en democracia (también los mentales), y que sabe lo que es la fuerza de la porra policial, la reconstrucción de un partido y años de inestabilidad, reconstrucción y retos, los motivos por los que se crispa alguien en los años 2000 le parecen nimios.

Por eso, por lo que costó, le dolía tanto la desafección ciudadana, en especial cuando era consecuencia de actitudes de los propios partidos.

En EL FARADIO le agradecemos la aportación de su experiencia, buen tono y cariño a nuestro proyecto, que tiene más valor porque lo hizo en un momento en que no muchos querían: unos porque no nos conocían, y otros porque creían conocernos.

En nuestras tertulias aportó su cintura de debate, su conocimiento de las corrientes subterráneas de la política y sociedad cántabra, y su capacidad de detectar en tiempo real los fallos de los que luego se acaban arrepintiendo los partidos, desde sus rivales hasta sus propias siglas, pero también de los de nueva creación.

Mandamos un abrazo muy fuerte a todos sus amigos y conocidos, sus compañeros de partido, y en especial a su familia, en especial a su esposa, Rosa Inés García.

Con el ritmo que avanzó siempre, con la intensidad que vivió su etapa, se hace difícil que en los últimos tiempos le costará respira. Ahora volverá a jugar al dominó con su amigo –eran como hermanos–, Santiago Pérez Obregón, a quien muchos echamos de menos, una pérdida que le dejó muy tocado.

LA MUERTE DE JAIME BLANCO SUMA CONDOLENCIAS Y RECONOCIMIENTOS

El Parlamento de Cantabria abrirá a las cuatro de la tarde la capilla ardiente con los restos mortales del expresidente, que estará de 16:00 a 21:00 horas, y mañana viernes de 9:00 a 11:00 horas, y en el Pleno de Santander se ha producido un minuto de silencio en su honor.

 

El PSOE de Santander, por boca de su secretario general, Pedro Casares, mostraba el «pesar» por una figura sin la cual «no se entendería la historia reciente de Cantabria» y que fue «determinante para el avance de la democracia».

Las condolencias se extendían desde UGT, el sindicato en el que militaba desde 1976.

Desde el PP, su presidenta, María José Sáenz de Buruaga, destacó que  Blanco «formaba parte de una generación de políticos insustituibles, no solo por su trayectoria y lo que representaron en su momento, sino por su ejemplo y unos valores que son hoy más necesarios que nunca».

Tras señalar que «encarnaba el socialismo moderado y pragmático», valoró que era una persona de «sólidas convicciones que nunca le impidieron encontrar el entendimiento y forjar consensos, y que siempre supo poner los puntos sobre las íes».

 

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