«Los pacientes de VIH se sienten observados»

Ismael Castro es psicólogo de la Asociación Ciudadana Ciudadana AntiSIDA, y nos cuenta cómo se pueden sentir las personas que acuden a hacer consulta con él.
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Estamos en la Semana Europea de la Prueba del VIH. Sigue siendo muy importante señalarlo, porque es una enfermedad que no se ha superado. Nos lo explica Ismael Castro, psicólogo de la Asociación Ciudadana Cántabra AntiSIDA (ACCAS): «Es una enfermedad crónica, no mortal».

Esto quiere decir que faltan más pasos por dar. La investigación sigue siendo clave para poder encontrar tratamientos que consigan eliminar este virus del organismo. En este 2020, claro, no se ha podido ni pretender que se avance en esto. Todo es secundario por la COVID-19, como nos cuenta en una entrevista a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM.

Seguimos hablando, décadas después, de una enfermedad que provoca reacciones de desapego o incluso desprecio. Y es que el desconocimiento no se ha eliminado. Hace ya tiempo que existe la información suficiente para saber que el VIH puede ocurrirle a cualquiera, pero sólo en unas circunstancias muy determinadas. «No ha calado» esa información, sostiene Castro.

El estigma no ha variado. Se dijo en el pasado que esto era cosa de drogadictos, gais o prostitutas. Y «no se ha lavado la cara» de la enfermedad. Mucha gente sigue pensando lo mismo que se pensaba antes. Por eso, desde asociaciones como ACCAS creen muy importante que se siga visibilizando el problema para que haya más personas que aprendan que es una enfermedad que puede contraer cualquiera. Sobre todo teniendo en cuenta que la manera más frecuente de transmitirla es manteniendo relaciones sexuales sin protección.

Que haya una semana a nivel europeo dedicada a este tema es suficiente para pensar que hay necesidad de que se siga hablando de esto. Al no estar erradicada y poder afectar a cualquier persona, es importante hacer hincapié en que es necesario disipar dudas. Si hay alguna posibilidad de haberla contraído, hacerse la prueba es algo sencillo y que ayudará a descartar un problema de salud.

Castro también nos habla de la sensibilidad especial que hace falta para acercarse a personas que tengan el VIH. «Se sienten observados», afirma. El estigma pesa. No se las mira como a las demás. Es preciso que sepan bien lo que les ocurre, que si siguen un tratamiento dejan de poder transmitir la enfermedad, y que no tienen nada que les impida seguir con su vida.

También es interesante lo que nos cuenta sobre el estrés que puede suponer contarlo. Muchas veces, el rechazo no comienza en el rellano de la escalera o en la tienda de al lado de casa, sino en la propia familia. El lenguaje tiene una especial importancia, y saber contarle a los seres queridos lo que le sucede a uno mismo puede resultar decisivo para poder sentir su respaldo.

 

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