Siente un rey a su mesa

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Resultó que el elefante era él. Y como el Palacio de La Zarzuela está lleno de jarrones chinos, prefirieron enviarlo a morir al extranjero. Pero hete aquí que el mucho dinero no hace la felicidad, aunque en este punto hablo de oídas, y tras unos meses poniéndose en forma y pasados los efectos de la medicación que le administraban para controlar la líbido, nuestro rey emérito echaba en falta el calor del hogar y quería volver a casa por navidad, este año que no vuelve ni El Almendro.

Pero sus planes encontraron la oposición del rebrote real y su calculadora esposa, que calculan que su visita no es buena para sus aspiraciones de mantener el chiringuito abierto hasta que lo hereden las niñas.

¿Qué esperar de Felipe VI?, quien fue incluso peor educado que su padre, en la separatividad de la gente corriente. El elegido por la historia, el sucesor de una estirpe de reyes, el heredero de la constitución, el amigo de los ultras, el más preparao, en definitiva. Un príncipe feliz con el cuerpo de oro macizo y el corazón de plomo. Un hombre que reniega de su propio padre con tal de proteger el negocio.

Un reciente estudio de una universidad americana llegó a la conclusión de que el factor más importante para sentirse feliz es el hecho de amar y ser amado en nuestro entorno más cercano. En ese aspecto el rey emérito es pobre de solemnidad, al menos por parte de su heredero. Por eso, si por algún motivo vuelve a España y no pudiera regresar a palacio, quiero trasladarle mi invitación para pasar la noche de navidad en casa con mi familia. Es un primero sin ascensor, majestad.

No le vamos a estropear la noche hablando de comisiones ilegales, ni de las conocidas ni de las que pudieran llegar, ligadas, por ejemplo, a la exportación de armas a regímenes autoritarios. Tampoco le vamos a preguntar por la fortuna oculta, que el New York Times estima en unos 2.000 millones de euros, ni por otros asuntos turbios. A fin de cuentas, ya sabemos que desde gobiernos elegidos democráticamente han sido comunes las adjudicaciones de obras públicas a empresas que devolvían el favor en comisiones, para su posterior redistribución en sobres, menos el tanto por ciento que se quedaba el contable -la comisión de la comisión-.

Lo que hizo nuestro rey emérito es lo que se hace aquí habitualmente cuando a uno lo ponen donde hay. Y estos comportamientos, más que los besamanos, los discursos navideños o los saludos desde el palco de autoridades, son los que mejor nos muestran al pueblo llano la naturaleza mundana de la monarquía. Y esto no tiene precio. No seré yo, por tanto, quien haga más leña del árbol torcido.

Además, mi suegra lleva muchos años siguiéndole en el telediario, y seguro que le hará mucha ilusión que venga a cenar.

Pueden venir también Corinna y el niño pues no excedemos el límite de 10 personas, pero me dice mi suegra que si va a venir el niño que la avisemos antes para traer unos Testaferros Rocher para el postre.

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