La travesía en el desierto de Marcano llega a buen puerto

El político regionalista vuelve al Gobierno, a la Consejería de Industria, tras la marcha de su titular, Paco Martín, al Puerto de Santander
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En la recta final del 2020 no eras nadie en Cantabria si no te había llegado el rumor de la vuelta de López Marcano al Gobierno y la marcha de Jaime González del Puerto de Santander.

También es cierto que todos esos “no cuentes nada” lo daban para ya mismo y no ha sido hasta ayer cuando se ha sustanciado el juego de las sillas: Jaime González se va a la empresa privada, el consejero de Industria Francisco Martín se desplaza al Puerto y esa carambola permite que Francisco Javier López Marcano salga del largo descanso en el banquillo (metáfora deportiva, no judicial, que hay que matizarlo todo) en el que le había sentado el Podemos de la época en que podía poner condiciones para su apoyo.

Es muy probable que a este político que no sólo sabe, sino que enseña latín, tenga la tentación de comenzar su primera intervención pública con un “decíamos ayer”.

Lo que está claro es que podrá mantener ese “tranquilo, sereno, equilibrado y confiado” –su respuesta tipo a las peticiones de valoración de los distintos procesos judiciales en los que estuvo incurso y que fue librando ´–aunque en uno de ellos, tema Racing, la libranza se vendió tan anticipada como incorrectamente, como prueba que el rescate es ahora y no fue entonces, amén de, evidentemente, los documentos judiciales—.

El regreso del político, que no había dejado la estructura del partido y que sigue gozando de predicamento en Torrelavega, le convierte en un guadiana: ya en su día le dio el relevo a Cagigas para luego volver a la Consejería de Cultura, si bien fue sumando competencias. Una de ellas, Turismo, hace pensar que pueda sumarse a la de Industria que asumirá ahora, en momentos en que ni las fábricas ni los aeropuertos parecen para muchas alegrías.

Tiempo habrá para asomarse a los retos del Marcano consejero y al impacto de regreso en la vida interna de un PRC, indisociable de lo institucional. En cualquier caso, Revilla parece olvidar ya del todo aquella apuesta que vendió en campaña por los independientes: lo más parecido a ello era Martín y ya no estará en el Gobierno, sustituido por un puro cepa partido.

Martín se convierte en el garante de continuidad del proyecto logístico de La Pasiega, impulsado desde su estancia en la Consejería, pendiente ahora de fondos europeos. Aunque en su agenda bien podría estar una apertura a la sociedad de una institución, el Puerto, que bajo la gestión de González se blindó, literalmente, con una creciente valla y el discurso más trumpista que ha sonado en un político local.

Las buenas relaciones con empresas e instituciones, Ayuntamiento de Santander incluido, de la etapa González –no extensibles a su relación con la dimitida directora del Puerto de Santander—contrastaron con la ausencia de empatía ante las críticas con el comercio de armas que pasaba por el Puerto rumbo a Arabia Saudí y la guerra de Yemen. Es decir, incluso aunque fuera un tráfico que no pudiera impedirse, tampoco se cuidó de distanciarse aunque fuera a nivel de discurso de la situación, rechazada por el Parlamento y sociedad civil.

Sus augurios al respecto no se cumplieron: cuando Bahri dejó de atracar en nuestros muelles, el Puerto siguió con su actividad sin resentirse –en su momento, se invocó como argumento para justificar estas operaciones la aportación económica, y la ausencia de la compañía saudí no parece haber sumido al Puerto en la ruina: en este sentido, el COVID ha sido una buena dosis de realidad–. Y, del mismo modo, Brittanny Ferries sigue en Santander, y llegaron compañías nuevas, algo que por lo visto no iba a suceder con las intrusiones.

En su despedida, González ha tenido tiempo para cargar contra el funcionariado, admitiendo como su principal puntilla no haber podido inaugurar la ampliación de Raos y señalando expresamente a un alto funcionario por una decisión que está pendiente de resolución legal.

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