Libertad y expresión

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El ambiente se estaba caldeando cada vez más, o por lo menos eso decían por twitter. No pertenecía a ningún grupo de esos que de vez en cuando organizaban alguna protesta en el instituto, aunque les conocía a casi todos, incluso tenía amigos entre ellos. Pero a él, la verdad, le daba como pereza y prefería hacer otras cosas, sin más. No conocía al rapero ese del que todos hablaban de repente, no le había visto en las batallas, ni en los campeonatos “freestyle” donde, para él, estaban los mejores. Sin menospreciar a los “clásicos” claro, algunos eran la ostia.

Por no haber, no había escuchado nunca sus letras hasta que empezaron a hablar de que si le iban a meter en la cárcel. Escuchó por curiosidad algunas, pero tampoco le decían demasiado. O sea, era agresivo y eso, pero se le notaba mucho postureo y recurso fácil en la rima. Aunque claro, era su opinión personal, sin más. De no haber sido por toda esa movida  ni habría sabido que existía.

Llegaba tarde porque se había quedado acabando el trabajo de clase. Este año era la selectividad y lo llevaba muy justo, ya había repetido un año por relajarse demasiado y se había decidido a que no iba  joderla otra vez más. No tenía muy claro qué iba a estudiar, es como que simplemente sabía que tenía que aprobar. Le gustaba la Filosofía, pero se le daba mucho mejor las Ciencias, en Matemáticas nunca tuvo que estudiar y algún profesor le había dicho que tenía un verdadero talento pero que era demasiado vago. Siempre te dicen eso para animarte; que eres inteligente pero vago, se decía mientras avanzaba hacía la calle por donde andaba el resto. Bueno si quiero estudiar periodismo, o algo así, aún tengo tiempo. Pero joder dicen que no tiene salida, que estudie algo que la tenga, aunque tal y como parece que está todo me parece que nada la tiene, así que estudiaré lo que quiera y luego ya veremos.

En casa solo le decían eso, que estudiara algo que tuviera salida. En el fondo les entendía porque era consciente de lo jodido que lo estaban pasado y encima con la Pandemía de los cojones la cosa empeoró; la abuela en la residencia, el ERTE; buah, mejor ni pensarlo. Los últimos años no habían sido los mejores y, la verdad, es que nada de lo que le rodeaba daba la sensación de que fuera a mejor, al contrario. Por lo menos han vacunado a la abu….

Y encima tantas horas de casa porque no se podía salir apenas, algunos lo hacían, incluso él alguna vez lo había hecho. Pero no era lo mismo, por lo menos no para él y había decidido frenar un poco, al menos hasta que todo se aclarara. Demasiado lio todo como para aclararse. Había escrito varías letras sobre el tema, bueno sobre muchos temas, pero le daba vergüenza compartirlas, siempre sentía que no era lo bastante bueno. Es la ostia como han cambiado las cosas en un año… Y, de repente,  ¡zas! el trozo de lo que creía que podía ser un adoquín le pasó rozando la mascarilla: Su puta madre, pero que cojo….!? y para cuando quería darse cuenta ya estaba corriendo calle arriba buscando un sitio donde meterse.

¿Dónde coño estás? Tenía varios mensajes sin leer; estamos en la calle Carmen de Burgos esquina con  Sofía Casanova cerca de Beatriz Cienfuegos, justo al lado de local. Joder si estamos al lado, les contestó, esperadme ahí que llego en nada, por aquí ya se está liando.

Al fondo de la calle se veían las figuras de los antidisturbios agrupándose frente a un grupo de manifestantes. Entre unos y otros, adoquines levantados, contenedores de basura ardiendo, y algún despistado que pasaba por allí. Joder qué movida…Mejor voy por la lateral se dijo y salió paso ligero a ver si les encontraba. Con la capucha ajustada al cuello y la mascarilla cubriéndole por encima de la nariz solo se le veía los ojos azules que había heredado de su madre. En su familia los ojos azules son de herencia materna y era un rasgo que les definía, era una curiosidad que siempre había oído repetir en las cenas de navidad al abuelo, con ese orgullo de quien habla de la persona que le da la vida. Cuando lo decía, siempre, una lágrima cristalizada en retina se quedaba contenida y temblorosa en sus ojos. El abuelo la quiso hasta el final, si algún día me enamoro será así o no será.

¿Dónde coño te habías metido? La cosa está que arde y nunca mejor dicho, las palabras le cogieron por la solapa de su sudadera arrastrándole a un lado de la acera. Tú y tus putas gracias que no tienen ni puta gracia. Bueno, el caso es que aquí estoy ¿Dónde está el resto? Hemos quedado todos en la plaza Colombine y allí decimos qué hacemos. Vamos mejor por Josefina Carabias porque puto ruido, así no hay quien se aclare

 

NOTA: Artículo consultado para poner el nombre de las calles y lugares citados:

https://e-mujeres.net/mujeres-pioneras-periodismo-hecho-por-espanolas/

 

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