8 de Marzo

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Día INTERNACIONAL de la MUJER . Y aquí, una servidora mira hacia atrás y se da cuenta que en una etapa, no tan lejana de mi vida, se me olvidó ser mujer.

Observo ahora, desde la distancia que dan los años vividos, esa etapa con una lente gris, triste, asfixiante. Y no debería ser así, porque esa etapa coincidió con los años de crianza de mis hijos.

Y siendo una mujer que siempre quiso ser madre esas sensaciones no deberían haber existido. Pero existieron, ¡claro que existieron!. Sentimientos contradictorios que enlazaban la alegría de ser madre, con la dejadez como mujer.

Fueron años en los que sólo fui eso , MADRE. Se me olvidó ser, esposa, trabajadora, MUJER. Me descuidé, dejé de arreglarme para mí. Unas mallas y un chaquetón era todo lo que necesitaba para salir a la calle. Mi  maquillaje se pudría en un neceser olvidado al fondo de algún cajón, al igual que mi ropa interior con puntillas o encajes , mis lacas y mis tacones… era sólo eso ,MADRE, rodeada de risas, juegos, canciones … y de noches sin dormir, rabietas, mocos, lavadoras….Cinco años y tres hijos. Desconectada durante casi nueve años del mundo de los adultos. Echaba en falta una conversación, una cena de seguido, un domingo sin madrugar….

Pero los años pasan, los hijos crecen y yo me volví a reconciliar con la mujer que siempre hubo en mí. Desempolvé mis maquillajes, mis tacones e incluso me atreví con mis encajes y puntillas. Volví a aprender a ser algo más que madre, volví a ser amante de mi pareja, amiga de mis amigos, y sobre todo volví al mundo laboral… ese del cual tanto nos quejamos pero que es el que nos une con el mundo. El que nos ayuda a ver la vida de otra forma, a amar y odiar al prójimo, a hacernos sentir vivos.

Y verdad es que compaginar el mundo laboral con mi faceta de madre me hizo convertirme en el conejo de Alicia en el país de las maravillas .Pero al mismo tiempo me hizo reencontrarme conmigo misma, y me gusta ver que me ha ayudado a ser una mujer/madre más segura, a luchar por mis sueños. He aprendido a delegar, a mirar hacia otro lado si la cena se queda sin fregar o a cenar pizza porque se me olvidó sacar los filetes del congelador.

Ahora , desde mis cuarenta y tantos , me siento orgullosa de la mujer que el tiempo ha hecho de mí.

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