A bordo del Astral
Yo no soy una heroína, yo no soy valiente, yo no voy a cambiar el mundo.
Pero si voy a luchar y a poner todo lo que esté en mi mano, al igual que mucha gente en muchos lugares diferentes, por tratar de hacer este mundo un poquito más justo.
Probablemente no lo consiga, y es posible que esto me haga mucho daño. Descubrir injusticias, violencia, caminos largos y tediosos, momentos duros, actos inhumanos, no es fácil, duele, duele porque lo sabes, porque ya ocurría antes pero ahora has conocido a esas personas, has visto sus miradas perdidas, su resiliencia, me he preguntado tantas veces como pueden tener niveles tan extremadamente altos de resiliencia.
He visto como me miraban pidiendo auxilio sin abrir la boca, como sonreían cuando les decía que estábamos aquí y que estaban a «salvo». Porque cada vida cuenta, cada una de esas vidas que tanta gente se empeña en martirizar se merece la libertad y las oportunidades que todos tenemos.
Estaba sentada en el puente del Astral, mirando al horizonte con los prismáticos. De pronto vi algo a lo lejos, demasiado como para verlo nítidamente. Pero parecía una zodiac (“patera”) por su baja altura para estar en medio del Mediterráneo. Seguí viéndolo un rato y parecía que algo se movía, no sabíamos si pájaros o cabezas. Así que pusimos rumbo a ese punto.
Cuando confirmamos que lo era parecía una operación sencilla, nadie en el agua y la embarcación se encontraba perfectamente a flote.
Nos preparamos y fuimos al lugar Óscar, Fátima y yo, con Pablo a bordo filmando todo lo que ocurría.
Esto último puede parecer marketing, puede no parecer ético. Pero cuando acusan constantemente a alguien o a una organización de tráfico de personas es vital que haya pruebas de todo. Y, por otra parte, si esto no sale a la luz, si no se les da voz a esas personas, el mundo seguirá siendo ajeno a todo lo que está ocurriendo.
Les dimos chalecos, se veía la alegría en su cara, motor parado, apenas podía con ellos, probablemente no superaría los 25 caballos.
45 personas, 2 mujeres.
Algunos rezaban, otros reían, otros vomitaban, otros hacían selfies.
Cuando todos ellos tenían un chaleco y una mascarilla, pensamos que hacer. Ya que por diversos inconvenientes el Open Arms tardaría un día hasta nuestra posición y nuestro barco no tenía la capacidad para resguardar a estas personas.
Finalmente les llevamos mantas, agua y comida lo cual no era tan vital en ese instante, pero haría que se mantuviesen tranquilos y confiasen más en nosotros hasta que pudiésemos encontrar solución.
Finalmente, los guardacostas italianos vendrían a llevárselos.
Al explicárselo lo entendieron, tras varias preguntas de si realmente eran italianos y no libios quienes vendrían, les dejamos claro que íbamos a quedarnos con ellos hasta que viniera alguien.
Empezamos a hablar con ellos para saber de donde eran: Camerún, Costa de Marfil, Gambia, Senegal, Guinea Konakry, Congo, Níger, Nigeria…
Tuvimos mucha suerte y vino la guardacostas italiana mucho antes de lo que pensábamos.
Hablé con el capitán de ésta y le expliqué cuántos eran, que llevaban 3 días en el mar y que todos estaban en perfecto estado. Es muy importante saber cuántas mujeres hay, si están embarazadas y si hay niños, ya que esos colectivos son los más vulnerables.
Los guardacostas se los llevaron a Europa.
La despedida fue épica, ya que nos vitorearon, gritaban Open Arms, mandaban besos, aplaudían. La sensación de libertad que ellos tenían en ese instante era indescriptible, pero la nuestra de felicidad también.
Después de todo lo que habían pasado, de quedarse completamente tirados en medio del mar, solos… Estaban más cerca de conseguir una mejor vida, o eso creen.
Por desgracia, ellos no saben que la segunda parte de la pesadilla va a comenzar nada más pisen tierras europeas.
Hubo varios avisos más, que obteníamos información oyendo diferentes emisoras y siguiendo la pista de los aviones de Frontex.
Los aviones de Frontex, Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, avisaba a los guardacostas libios, con barcos mucho más rápidos y potentes que los nuestros, pagados por Europa para que llegaran ellos antes que nosotros a las embarcaciones de migrantes y los devolvieran a Libia, de ese modo Europa no tenía que encargarse de nada, excepto de pagarles.
Libia es un país en actual guerra civil. Pero Trípoli oficialmente no, con lo cual se basan en ello para decir que los trasladan a puerto seguro. Cuando llegan a las costas libias de vuelta, los encarcelan.
Era una sensación tan horrible, ver que se los llevaban y que nosotros no podíamos hacer nada, que aún sigo pensando en ello.
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