«Hay alarmas que siguen presentes en Reinosa»

Marcos Gutiérrez es de Reinosa, y es uno de los coautores del libro 'Reinosa contra el miedo' , que cuenta con la voz de muchas de las personas que estaban en la primavera de 1987, con los graves incidentes que acabaron con un muerto, Gonzalo Ruiz García.
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Marcos Gutiérrez nos cuenta cómo ha sido el «recoger testimonios» para contar la historia que sucedió en 1987. Se refiere, en una entrevista concedida a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM, al proceso de elaboración del libro, y también a los sinsabores que se reviven al componer esta historia.

Por ejemplo, Gutiérrez se refiere a las consecuencias de esos disturbios. «Fueron condenados dos guardias civiles, pero había seis implicados», cuenta.

Pero también se refiere a las consecuencias que se fueron consolidando en los años y décadas posteriores a esos hecho, como la «desindustrialización» que se ha venido produciendo y que se suele agudizar en momento de crisis, como la financiera de 2008 o la actual ligada con la pandemia de COVID-19.

Y es que Gutiérrez rememora que la lucha de los trabajadores de la industria no era sólo cosa de Reinosa. «Cantabria era un polvorín», afirma, en un contexto que también trajo protestas en el resto de España, en una etapa de Gobierno central del PSOE, pero donde se resintió su relación con los sindicatos y muchos trabajadores por la línea política y económica que marcaron. «Nos convertimos en una región mucho más pobre», cree el escritor.

Durante este tiempo, Gutiérrez cree que se ha ahondado en el «abandono de la zona», de Reinosa y de Campoo. Se han sucedido ya muchas noticias que hacen pensar en que esto es algo que efectivamente ha pasado.

EL LIBRO

‘Reinosa. Contra el miedo’, el libro que recupera testimonios de los sucesos de Reinosa de 1987, cuando el pueblo se alzó contra despidos en la Naval, encontrándose con una fuerte represión que acabó con una víctima mortal, ya está liberado en formato PDF.

El libro lo escribieron Florencio Enríquez, Marcos Gutiérrez, Rosa Pereda, J.M. Freire y Pilar Vázquez, y es una recopilación de testimonios de lo que sucedió en Reinosa esos difíciles meses.

“Durante muchas horas, hemos escuchado de los labios de sus protagonistas las razones que les movieron a pelear, y con ellos hemos sentido, la esperanza el dolor y la rabia”, explican los autores, que contaron con el apoyo y colaboración de asociaciones, sindicatos y vecinos del municipio.

La editorial en la que se publicó no existe desde hace unos años, por lo que lo que han hecho es pasar a formato digital los libros que tenían en papel, que ahora pueden consultarse en formato PDF en la página Pensamiento crítico, si bien alguno de los autores (Marcos Gutiérrez) tiene alguno en papel, por si alguien quisiera.

El libro repasa el estrecho vínculo entre la fábrica y el pueblo, con detalles muy concretos sobre la situación económica o de población en la zona que sirven de contexto.

Es un contexto de reconversión industrial, de cierres de fábricas y de falta de esperanzas.

A principios de 1987, Reinosa vivía un enorme clima de tensión social y laboral por la reconversión industrial, que había provocado la pérdida de 2.000 puestos de trabajo. Durante los días 3 y 4 de marzo, CENEMESA (nombre oficial de la empresa) presentó un expediente con el que rescindía 178 contratos, y Forjas y Aceros uno «de excedentes» que afectaron a 463 trabajadores.

Cuando el que fuera presidente de Forjas, Enrique Antolín (que se había ido a ocupar un cargo directivo en el Gobierno vasco) llegó a la fábrica a recoger sus pertenencias, fue retenido por los trabajadores para forzar una negociación.

Tras su liberación por la Guardia Civil y el posterior desarme y expulsión de ésta a manos del pueblo, el Gobierno respondió a las demandas sociales de los trabajadores con cada vez mayores contingentes de Guardias Civiles, tanquetas y helicópteros.

Eran días de enfrentamientos continuos, con icónicas fotos que lo retratan y que provocaron un fuerte desencuentro con el Gobierno socialista de aquellos años, que culminaron el Jueves Santo con las brutales cargas de la Guardia Civil sobre toda la población civil y un saldo de más de 60 detenciones, casi 100 heridos y, días después, con un muerto: Gonzalo Ruiz García.

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