Conocí a Santos Fernández Revolvo, Santi, en 1981 cuando me incorporé al claustro del IES “Bernardino de Escalante” de Laredo del que él formaba parte. Pronto simpatizamos e iniciamos una entrañable amistad que ha durado cuarenta años.

Durante los años 80 y primeros 90 trabajamos juntos en el Instituto, durante varios años formando parte del equipo directivo. Santi era profesor de Filosofía y Jefe de Estudios y siempre me sorprendió la enorme facilidad que tenía para conectar con el alumnado. La enseñanza es comunicación y Santi tenía un don especial para llegar a los alumnos. Sin ser autoritario, sabía ganarse el respeto del alumnado, bastaba ver su figura rotunda con las manos cruzadas a la espalda en un pasillo, para que el espacio quedara despejado.

Para el profesorado que nos incorporamos al “Bernardino de Escalante” en esos años, Santi fue un extraordinario embajador que nos ponía en contacto con el pueblo y sus gentes. La mayoría éramos de fuera de Laredo y la hospitalidad de Santi era absoluta, su casa estaba abierta para todos nosotros a cualquier hora, con la enorme paciencia y cariño de Mari Carmen.

Además de su actividad profesional, siempre tuvo un claro compromiso social. Es difícil encontrar alguna iniciativa social de los años 70 y 80 en Laredo, donde no estuviera involucrado Santi. Presidió la Asociación de Vecinos, estuvo en los inicios de la Peña Tío Simón, en la Coral Salvé y desde 1983 fue concejal del Ayuntamiento de Laredo por el PRC, llevando la responsabilidad de Cultura durante varios años.

A finales de los noventa su compromiso político le llevó al Parlamento de Cantabria de donde fue el portavoz del PRC y con ello dejó el Instituto. Lógicamente nos veíamos menos, pero continuamos en contacto. Realizó una gran labor en el PRC, fue el responsable de organización y llevó al partido regionalista a unas cotas donde no había estado nunca. Consiguió distintos pactos de gobierno poniendo de relieve su enorme capacidad de negociación. Porque Santi era inteligente y listo. Más de una vez coincidimos en distinguir estos dos adjetivos, hay gente inteligente que no es muy lista y mucho listo poco inteligente.

A partir del 2003 y hasta el 2011 fue alcalde de Laredo. Si la dedicación en el Parlamento era intensa, la de la alcaldía lo fue aún más. Cuando oigo esa letanía tan común de que todos los políticos son iguales y “van a lo que van” pienso en mi amigo Santi que pudiendo haber vuelto al Instituto a dar sus clases de Filosofía un par de años y haberse jubilado, pasó ocho años de intenso trabajo en la alcaldía de Laredo. Y no lo hizo por ningún afán personal, solo por amor a su pueblo.

Durante este tiempo también nos vimos menos de lo que deseábamos. Cuando quedábamos para charlar y tomar algo siempre alguien requería a Santi para hablar “de lo suyo” y como era incapaz de decir que no a nadie, nuestras conversaciones eran muy intermitentes. En 2011 dejó la vida política ya con la salud deteriorada y eso sí con la satisfacción de haber conseguido un nuevo puerto para su pueblo, vieja reivindicación de Laredo desde hacia un siglo al menos.

Y en estos últimos años, no ha estado en ningún consejo de administración de alguna empresa, tampoco se dedicó a negocios inmobiliarios, ha vivido de su pensión, de forma sencilla, como siempre vivió. Dando paseos por su pueblo y disfrutando de su familia y amigos. Últimamente apenas podía salir de casa, quedé en que cuando volviera de mi viaje, iría a verle. Ya no podrá ser. Nunca le gustaron las despedidas.

Personas como Santi, con su honradez y su sentido de la ética, dignifican la tan vilipendiada política. Gracias Santi por tu dedicación a lo público, gracias Santi por tu entrega a Laredo, gracias Santi por tu amistad.