Itinerancia y desparrame terapéutico para celebrar los 25 años de Laboratorio Escénico Espiral

El cierre obligado de Espacio Espiral tras vender sus dueños el local que hacía las veces de sede, obliga a sus responsables a reinventarse y volver a sus orígenes, retomando la itinerancia, emprendiendo nuevos proyectos y llegando a nuevos perfiles. "Yo siempre he formado actores, ahora estoy ayudando a la gente a vivir mejor", explica Cristina Samaniego.
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Cristina Samaniego no parece una mujer dispuesta a tirar la toalla. Ella misma lo reconoce cuando dice que en el momento en que supieron que Espacio Espiral tenía que cerrar sus puertas, su portón en este caso,  pensó en tomarse un año de relax para descansar y reflexionar sobre el pasado, para plantearse el futuro, pero nada. Imposible. En vez de hacer eso, se anticipó al cierre y buscó un plan B que, en cierto modo, pasó por volver al origen, retroceder al momento en que el proyecto se puso en marcha en Sevilla, hace ya 25 años. Entonces Cristina fue a Madrid y a Polonia y a Dinamarca y a todos los lugares en donde se hacía investigación escénica para aprender de la mano de quienes ya se manejaban en estos temas. Una vida itinerante que encontró en Santander, años después, una base fija donde poder centralizar la actividad en un espacio que antes había sido conservatorio de música y escuela de artes plásticas.

Cerrado ese espacio, ahora el Laboratorio Escénico Espiral trabaja aquí y allí. Si hablamos de sedes, podemos citar los centros cívicos de Tabacalera y Río de la Pila, pero también un espacio de la Parroquia del Carmen, en la cultural calle del Sol  y un poco más hacia Puerto Chico, en esa misma calle y haciendo esquina con la antigua sede, se han alquilado un estudio donde ofrecen también talleres y formación.

REINVENTARSE

Antes del cierre de Espacio Espiral, El FARADIO hablaba con Miguel Meca, intérprete, dramaturgo y coordinador del espacio quien ya adelantaba que el proyecto se reinventaría para garantizar su futuro. Tres meses después, la reinvención es presente y el éxito de las propuestas no admite dudas. «El cierre de nuestra antigua sede me ha llevado a desarrollar una faceta terapéutica muy interesante. Yo que siempre he formado actores, ahora estoy ayudando a la gente a vivir mejor. Investigando mucho, he descubierto que hay muchos aspectos de teatro que están vinculados con la neurociencia. Hace años ya entré en contacto con  Gabrielle de Sofía, neurocientífico. Estuvo en nuestra antigua sede en el 2009, mientras terminaba el proyecto de investigación que le llevó a la publicación del libro «Dialoghi tra teatro e neuroscience!. Ahora se nos ha abierto un mundo de posibilidades sobre programas. Traslado a los alumnos una nueva forma de entrenar, el Gimnasio Escénico, que les permite convertir las acciones cotidianas en su propio gimnasio, desde la propiocepción, el uso consciente de tres coordenadas fundamentales: el peso, el espacio y el tiempo, la modulación de su energía y el entrenamiento de las emociones desde una perspectiva lúdica. Hasta ahora yo no había trabajado nada de eso, yo hacía teatro muy físico, muy profesional, pero es que ahora esto fascinada con este nuevo mundo», explica Cristina Samaniego.

Y tan fascinadas como Cristina lo están sus alumnas. Tiene dos grupos, uno en el Centro Cívico Tabacalera, con mujeres de entre 19 y 60 años y otro en el Centro Cívico de Río de la Pila, donde las alumnas, todas mujeres, superan los 65 años. Lo que hacen es gimnasia escénica. Hasta ahora un día a la semana, pero han pedido poder aumentar la frecuencia y en eso están ahora. «En el teatro físico trabajamos con las intenciones generando acciones más que movimiento. Hay una danza de las intenciones y una danza de las oposiciones dentro de cada una de nuestras acciones. Este es un entrenamiento riquísimo en sí mismo porque conectamos cuerpo y mente, trabajamos con las intenciones. Es precisamente ahí donde entran en juego las neuronas espejo y el público queda cautivado. Este trabajo es estupendo para cualquier persona. Entrenamos el cuerpo y también las emociones. Nos anticipamos a las emociones antes de que se produzcan y eso es fantástico, por ejemplo, para las personas con estados anímicos depresivos. Las señoras mayores que vienen a las clases y entrenan el cuerpo para que sea más flexible partiendo de estas premisas, me dicen que ahora bajan las escaleras sin miedo, que mueven mejor la cadera, que duermen bien, eso es muy gratificante».

Pero la dispersión del laboratorio mantiene también su  esencia, esa que le dio una identidad. El teatro físico y la danza contemporáea se han trasladado a Los Carmelitas. Allí siguen los alumnos que estaban ya en Espacio Espiral.

CHI KUNG, KALARIPAYATTU…

Además, en un estudio que han alquilado a la vuelta de la esquina de la vieja sede, en la calle del Sol, Laboratorio Espiral sigue desarrollando todo el trabajo terapéutico. Continúan las clases de voz canto y piano que Rodrigo impartía desde hace años, Cristina hace  Chi Kung, una terapia medicinal de origen chino basada en el control de la respiración que ayuda a eliminar las tensiones, también Kalaripayattu, una de las artes marciales hindúes más antiguas  del mundo que Cristina utiliza en su entrenamiento cotidiano y de reeducación postural, ; entrenamiento para mayores, trabajo vocal, meditación zen…. Cristina, un torrente de energía, se sorprende ella misma al reconocer que ahora se ha sumado a un grupo de meditación zen que también se cita en el nuevo estudio: «hasta ahora nunca lo había conseguido, pero reconozco que ahora me viene muy bien eso de sentarme a editar  porque contrarresto ese torrente que soy «, bromea.

Hasta el estudio han llevado también todos los instrumentos que han ido recopilando a lo largo de los años. El laboratorio ha trabajado mucho en los cantos vibratorios, desarrolló ‘Beatus’, un viaje por los cantos de tradición del Arco Mediterráneo en torno a Beato de Liébana que tuvo mucho éxito y también han profundizado sobre el teatro total tal y como lo entendía Federico García Lorca. Todo esto les ha llevado a acumular un interesante conjunto de instrumentos que permiten trabajar vibraciones y armonías y que resultan muy interesantes  :»van más allá de la gestión del aire para el cantante o el actor. Es una cuestión de vibración interna, un baño de resonancias que resulta beneficioso para el sistema nervioso y, en cierta medida, también terapéutica», cuenta Cristina.

25 ANIVERSARIO

Y así, reinventándose,  el Laboratorio Escénico Espiral llega a sus bodas de plata este año.

Lo hace por méritos propios, por el empeño de sus promotores y porque la opción de venirse abajo no entra entre sus planes. A lo largo de este tiempo han visto pasar dirigentes culturales de distintos colores, pero ninguno ha sentido interés por apoyar este laboratorio escénico que comenzó a funcionar hace 12 años en Santander con un proyecto internacional que formó a un grupo de jóvenes que entró en contacto con maestros daneses y polacos y que ganó premios importantes poniendo en práctica las técnicas que Cristina había investigado, desarrollado, interiorizado y registrado, movida por su interés personal en hacer las cosas de otra forma. «Doce años me he pasado reuniéndome con todos los responsables culturales que ha habido. Aquí se apoya a las salas de exhibición pero no parece interesar el apoyo a la creación emergente. Yo creo que es un error, que es importante fomentar la creación pero, mira, en cierto modo, el hecho de no haber recibido ninguna ayuda también me genera cierto orgullo, porque he sido capaz de sostener durante todo este tiempo un espacio enorme y fascinante sin ayuda ninguna, aunque haya sido a costa de endeudarme hasta las cejas», concluye Cristina, que me despide subiéndose a su bicicleta para ir hasta el Centro Cívico de Tabacalera, donde en unos minutos comenzará una clase con sus alumnas. «Mira, otra cosa buena de tanto cambio. Me muevo en bicicleta de un sitio a otro, que también es algo genial», me dice ya pedaleando hacia Marqués de la Hermida.

Contacto: Estudio Arte y Salud. C/ Sol, 42. crstn.samaniego@gmail.com  610 358 997

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