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«Me sorprendió que nadie en Cantabria aprovechara el recurso de las algas»

'Algas de Cantabria' es un proyecto que investiga las propiedades de este vegetal marino y lo cultiva lejos del mar para vender después productos relacionados con la alimentación, la medicina y la cosmética
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En 2016 nació este proyecto, del que Lara Arroyo es una de sus puntas de lanza. Ella es investigadora desde hace varios años, muy ligada, además a temáticas de tipo ecológico. Y se reconoce sorprendida de que nadie hiciera un trabajo como el ‘Algas de Cantabria’.

Sobre todo porque ve que hay un potencial muy interesante en la Comunidad. «Había tejido científico y potencialidad de Cantabria como comunidad vinculada al mar, pero nadie explotaba este recurso de las algas», dice en una entrevista concedida a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM, dentro de la sección ‘La energía del cambio’, que se emite cada viernes de la mano de Solabria.

«Las algas son fundamentales en los ecosistemas costeros», dice Arroyo. Su amplia presencia resulta clave, porque ayuda a proteger la costa, también por la gran «captación de CO2» que hacen, porque sirven como alimento y son hábitat natural de muchas especies marinas.

Esta investigadora explica que el proyecto de ‘Algas de Cantabria’ «no es de recogida, sino que cogemos muy poca cantidad y la engordamos en nuestras plantas de colectivo». De esa forma, no se agrede al propio ecosistema. Si toda la materia prima se recogiera del mar, se estaría esquilmando un bien natural, pero con sus técnicas de cultivo sólo necesitan unas pocas muestras que después replican en su planta de Tanos (Torrelavega).

«Al controlar las condiciones de cultivo, nuestras algas son todas iguales, tienen una composición homogénea, algo muy útil para artículos cosméticos y sanitarios», cuenta. La importancia de hacer esos cultivos lejos del mar resulta importante porque así «minimizamos el riesgo de contaminación de metales pesados y otros compuestos que hay en el mar».

Se ha detectado que «las zonas costeras están muy impactadas» por la contaminación, y de hecho la regulación está aumentando, «porque las algas acumulan esos metales». Así el producto sale en condiciones idóneas y no supone ningún riesgo para la salud.

El cambio climático también es algo que afecta a las algas. «Se está constatando cambios de temperatura, movimientos enormes de especies, variaciones en la distribución, los efectos de las corrientes, cambios en la intensidad de la luz…», subraya Arroyo. Y las algas, precisamente, funcionan como «organismos centinela» a través de los cuales podemos conocer mejor esos cambios que se están produciendo.

Sin embargo, en Cantabria sigue habiendo abundancia de algas, con muchas especies presentes en las zonas rocosas de la costa. Y además, la calidad de nuestras aguas siguen siendo buena en casi todo nuestro litoral, por lo que sigue siendo un recurso muy aprovechable.

A nivel de industria cosmética, Algas de Cantabria tiene toda una línea de productos (que se pueden consultar en su página web, algasdecantabria.com) por sus «propiedades muy buenas para la piel». Cremas o jabones se pueden encontrar, con propiedades exfoliantes, antioxidantes, antienvejecimiento, protector de radiación azul o protección solar.

Arroyo señala que esto es porque, en las zonas intermareales, las algas exhiben una gran capacidad de adaptación a condiciones muy diferentes, por estar varias horas en superficie y otras bajo el agua marina. Además, esta empresa está también en proceso de investigar qué otras cosas se pueden aprovechar de este elemento.

A nivel médico, las algas sirven también para producir fármacos o como parte de tratamiento quirúrgicos, ya sea en operaciones complejas o en microcirugía. Incluso tienen compuestos que pueden sustituir a la heparina, algo muy útil para pacientes alérgicos a ella.

Aunque sean algo que nos generan reparos cuando nos bañamos en el mar, las algas también tiene un alto valor alimenticio, utilizado en la preparación de diferentes cosas como las salchichas o los helados, además de para algo que ha ido entrando en nuestro paisaje gastronómico como el sushi o el sashimi. «Comemos algas prácticamente todos los días, aunque no lo sabemos», revela Arroyo.

Y es que las algas tienen tanta variedad que las hay de diferentes intensidades en cuanto a sabor y también en cuanto a aroma. El tipo de alga verde que cultivan en ‘Algas de Cantabria’, según Arroyo, «tienen un aroma muy fuerte, pero el sabor es un poco más suave». Y ensalza esa potencialidad gastronómica.

Va más allá, porque hay muchas poblaciones que llevan ya mucho tiempo sacándole partido a este clásico elemento marino. «Muchas poblaciones costeras han subsistido gracias a las algas, por su alto valor en nutrientes», y se le da también uso como «abono o incluso cama para el ganado. Ha habido hambrunas soportadas gracias a las algas», comenta.

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