¿Cómo se gestiona una crisis personal cuando el desenlace despierta el interés público?

Noelia Palacio, psicooncóloga, experta en cuidados paliativos y máster en filosofía aplicada explica para EL FARADIO las dificultades añadidas a la hora de gestionar una crisis cuando una situación personal dolorosa atrae la atención mediática
Tiempo de lectura: 4 min

”Es imposible compenetrarse con un lugar o una persona
sin entender todas las historias de ese lugar o esa persona”.
Chimamanda Adichie

“Nadie me había dicho nunca
que la pena se viviese como miedo”
C.S. Lewis (Una pena en observación

Todos los acontecimientos importantes en la vida de las personas podrían entenderse como significativos por el hecho de formar parte de su historia. Pero algunos eventos se quedan grabados no por el hecho en sí, sino por cómo los vivimos y, sobre todo, por cómo nos los contamos. Cuando nos suceden cosas dolorosas, ese dolor lo sentimos en el cuerpo y este nos pone palabras al acontecimiento y nos reconfigura los recuerdos. Entonces, hacemos nuestro relato con inicio, nudo y desenlace hasta incluirlo en una biografía de nuestra historia. Hacer esto, en un contexto favorable, con una buena red de vínculos seguros, con soportes, facilita que lo que nos contamos, por muy traumático que sea, se inscriba bien en la memoria. Así, cuando algo nos despierte esos recuerdos, podremos acogerlos y contarlos desde el nuevo lugar en el que nos encontramos.
Pero ¿qué sucede cuando en lugar de narrar nosotros mismos nuestra experiencia, son otros la que nos la cuentan? ¿Qué ocurre si perdemos esa capacidad de contar lo vivido?

A veces, ante un evento que podríamos considerar traumático (una catástrofe natural, un accidente, un abuso de poder en todos sus sentidos, no tener las necesidades básicas cubiertas, una enfermedad, un asesinato, un abandono, una muerte de un ser querido…) se le añade el impacto público y social que puede tener esa historia. Cuando, además, las nuevas tecnologías y la información inmediata y universal son capaces de poner visibilidad y altavoz a esos eventos, las personas implicadas sienten el foco sobre ellas y aquí empiezan los múltiples relatos de la historia: el de quien vive el evento, quien lo observa, quien lo informa y quien lo recibe. Cada uno de esos agentes tiene, a su vez, sus propias historias enmarcadas en emociones y experiencias personales que le harán percibir el evento desde sus ópticas y cada uno, opinará (si no es capaz de mirar con objetividad, sin juicio y con acogida, desde sus propias vísceras).

DIFICULTADES PARA DAR SENTIDO A LO QUE SUCEDE

Dicen los expertos en terapia narrativa Javier Aznar y Nuria Varela, que las personas traumatizadas son aquellas que han perdido algo que para los demás es obvio. Las ‘víctimas’ no pueden dar sentido a lo que les sucede ni para sentirlo ni para comprenderlo, porque han perdido su capacidad de agencia o conciencia para identificar lo que quieren, lo que deben, lo que saben, lo que necesitan, para poder hacer y saber quiénes son. En definitiva, para narrar su evento y su vida. Y para ello el contexto les tiene que dejar aceptar la pérdida y hacer el camino del duelo. Dejar atrás la historia que les han contado para contar la suya propia.

Normalmente, cuando leemos o vemos una noticia traumática, el impacto de esa historia dependerá de lo cercana o lejana que la sintamos. No será lo mismo el terremoto en España que el terremoto en Asia. También el hecho de haber vivido o no una historia parecida: impactará más si leo sobre una enfermedad y yo la padecí o la vi padecer a alguien cercano. Impactará el detectar la pérdida de lo esencial si se entiende que eso no debería faltar como derecho fundamental: no tener comida, hogar, asistencia sanitaria.

Estos relatos, al ser contados, pueden llegar a dar el apoyo y legitimidad a quienes los viven. Y, a veces, hay una dedicación mediática, metódica e implicada durante el periodo de tiempo en el que se enfoca esa historia. Entonces, en ocasiones, como se señalaba, las personas que las viven, en el impacto y en la desrealización de lo que están viviendo, terminan inconscientemente por apropiarse de la historia de los demás porque no pueden ser capaces de contarse la suya. Y es aquí donde se corre el riesgo de traumatizar a las víctimas al quitarles su capacidad de agencia.

EN BUSCA DEL RELATO PROPIO

¿Y qué sucede cuando desaparece el foco mediático? Estas personas se quedan con los relatos que les contaron los demás, y se complica el duelo de lo perdido. No solo por aprender a vivir sin lo que ya no se tiene, sino, además, por tener que aprender a abandonar el relato para encontrar el suyo propio.

Por eso, ante la pérdida de lo esencial, es importante ayudar a quien ha perdido las palabras a que las encuentre de nuevo. Ese es un camino de acompañamiento, desde un lugar de escucha, acogida y aceptación. No se trata de salvarlos a ellos, se trata de ayudarlos a salvar su historia.

 

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