Santander cataloga las fortificaciones de la Guerra Civil en el municipio

Es el primer paso para su puesta en valor como elementos patrimoniales representativos de la historia reciente de la ciudad
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El concejal de Cultura, Javier Ceruti, ha anunciado que ya está finalizado el estudio de las fortificaciones de la Guerra Civil Española, encargado por la Dirección General de Cultura y realizado por los investigadores José Ángel Hierro Gárate y Enrique Gutiérrez Cuenca. El catálogo identifica tres grandes áreas o sectores: Cabo Mayor, El Sardinero y Peñacastillo, entre los que se reparten las catorce estructuras identificadas. “Con este trabajo damos el primer paso en un proceso que queremos que sirva para poner en valor estos elementos arquitectónicos como elementos patrimoniales representativos de la historia reciente de Santander. En próximas fechas queremos que esté disponible de manera electrónica en la página del Ayuntamiento para que pueda ser consultado por todos los ciudadanos”

En el sector de Cabo Mayor se han incluido los restos de las baterías de costa con las que ambos bandos defendieron el litoral norte santanderino y la entrada a la bahía durante la guerra y parte de la posguerra: la de La Telegrafía, en Cueto, y las dos del propio Cabo Mayor, además de otras estructuras auxiliares, como una trinchera-refugio y dos polvorines excavados en la roca. Las baterías republicanas, que nunca llegaron a albergar cañones de costa y estuvieron artilladas con piezas de campaña muy poco efectivas para esa función, no tuvieron un gran papel durante la contienda, más allá de algunos intercambios de disparos con algunos de los buques de la armada rebelde que bloqueaban el litoral cantábrico. La batería franquista, que estuvo activa entre 1938 y 1942, ni siquiera tuvo ocasión de entrar en combate.

En el sector de El Sardinero, por su parte, se han estudiado los restos de los dos únicos nidos de ametralladoras que quedan de los seis que defendían las playas de la ciudad en el verano de 1937. Unos nidos que no llegaron a utilizarse y que, como ocurre con muchas de las fortificaciones republicanas de Cantabria, eran completamente inútiles para cumplir la misión para la que fueron construidos, ya que habían sido mal diseñados adrede por militares quintacolumnistas que saboteaban ese tipo de trabajos desde dentro de las propias filas gubernamentales.

Finalmente, en la parte alta de la ladera meridional de la peña de Peñacastillo se han catalogado varias estructuras pertenecientes a la última línea de defensa de la ciudad, el “Cinturón de Santander”. Se trata de una trinchera con parapeto de piedra en seco, tres posiciones de tipo “abrigo activo” y un blocao. De todas las fortificaciones de la Guerra Civil de la ciudad éstas son las únicas que jugaron algún papel, si bien menor, durante la Batalla de Santander. Desde ellas los restos de algunas unidades republicanas que no habían podido retirarse hacia Asturias, muchas de ellas vascas, detuvieron el avance de las tropas del CTV italiano que se disponían a entrar en la ciudad en la tarde del 25 de agosto, librándose a sus pies el último combate antes de la rendición de la plaza, en la mañana del día siguiente.

El trabajo de campo para la identificación, descripción y caracterización de los restos constructivos conservados se ha completado con un minucioso estudio de la documentación conservada en los archivos militares y otras fuentes como la prensa de la época o estudios previos que, de alguna manera, se habían interesado por esta singular muestra del patrimonio cultural santanderino. Hay que señalar la ayuda desinteresada prestada por Lorena Calderón, Miguel Espinosa y Ramón Duarte, entre otros, que han facilitado testimonios gráficos de gran interés para conocer mejor la historia de algunas de las estructuras defensivas catalogadas.

Desde el Ayuntamiento de Santander “estamos trabajando en la próxima señalización y puesta en valor de una parte de las fortificaciones conservadas en la ciudad, con la intención de hacerlas accesibles y comprensibles al público. En los últimos años ha crecido el interés por el patrimonio bélico y cada vez son más los lugares en los que se apuesta por productos culturales y turísticos basados en este tipo de recursos. Santander ya ha incorporado a su Anillo Cultural el refugio antiaéreo de la Plaza del Príncipe y la recuperación de estos nuevos elementos patrimoniales permitirá ampliar la oferta”.

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