Desde hace poco más de un año, Enrique Santiago, que también es secretario general del PCE, ocupa la secretaría de Estado para la Agenda 2030. La amplitud de los temas que entran dentro de esa carta de objetivos de la ONU hace que, ahora que está en responsabilidades de Gobierno, esta figura política de la izquierda note una mayor carga de trabajo, pero con voluntad de afrontar los difíciles momentos que se viven a causa de la pandemia y los elevados precios de energía, carburantes o alimentos.

Este sábado ha estado en Torrelavega para hablar sobre industria, dentro de las jornadas organizadas por Izquierda Unida Cantabria, en las que se ha propuesto un debate de fondo para tratar de identificar las claves de una reindustrialización que fortalezca la economía española.

«Siempre nos ha preocupado el modelo de integración de España en la Unión Europea», dice Santiago, porque «no sabemos dónde se decidió que nuestro país se desindustrializara». Las consecuencias de ese giro se vieron a partir de la reconversión industrial, «que tuvo por cierto duras consecuencias en Cantabria», recuerda en una entrevista concedida a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM. Se refiere a los hechos ocurridos durante la primavera de 1987 en Reinosa, aunque fueron hechos extendidos, sobre todo, por las comunidades de la cornisa cantábrica.

Lo que sucedió después fueron «condiciones de trabajo más deficientes, salarios más bajos», y por ende un aumento de la precariedad. El paisaje se convirtió en algo mucho más árido desde el comienzo de la crisis financiera de 2008, cuyos efectos aún no se habían disipado cuando llegó la pandemia.

Precisamente en el principio de la emergencia sanitaria ve Santiago un reflejo muy claro de esa desindustrialización. «Cómo es posible que España, que está entre las 11 o 12 mayores economías del mundo, no tuviera sistemas de protección individual durante la pandemia, ni la posibilidad de fabricarlos», se pregunta.

Por eso quiere recordar expresamente «a sindicatos y comités de empresa, que jugaron un papel esencial en esta otra reconversión para fabricar masivamente geles hidroalcohólicos, en una fábrica de ron, o respiradores en la SEAT», de manera que diese una respuesta más rápida ante el problema y con menor dependencia del exterior.

«Hemos perdido soberanía nacional por perder capacidad industrial», diagnostica el secretario de Estado. Por eso cree que «tenemos que trabajar por un nuevo modelo de industria, con una transición ecológica y con un modelo sostenible desde todos los puntos de vista».

El modelo económico de la globalización ha generado problemas en muchos países por el fenómeno de la deslocalización de empresas y proyectos. «Es algo que ese nuevo modelo industrial debe combatir y evitar», afirma, con el ánimo de que, entre las empresas, tampoco haya nadie que se quede atrás, una de las frases más repetidas por el Gobierno de España en estos últimos dos años.

Ante la gran oportunidad que suponen los fondos europeos de Recuperación, Transformación y Resiliencia, Santiago opina que «no pueden convertirse en subvenciones para proyectos de grandes grupos empresariales, industriales o económicos». Explica que el Ejecutivo está trabajando con el instrumento de los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE), con la idea de que «incorporen a Comunidades Autónomas medianas y pequeñas, a instituciones locales, a pymes y autónomos, que participen sindicatos y las universidades públicas. Que ellos definan los nuevos procesos productivos pegados al territorio».

Además de avanzar en la Transición Ecológica, acelerando en la descarbonización, el pensamiento del Gobierno también está en incorporar a todos esos actores y territorios para darle la vuelta a la despoblación que sufren muchos de ellos. Y añade que «si hay más actores implicados, será más difícil la deslocalización».