Miguel Ángel, gogoan zaitugu (Te recordamos)

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Fue un asesinato, una ejecución, quizás puedan parecer sinónimos, pero no. Las palabras evocan realidades, nos colocan en relatos adjudicándonos un personaje, unas características una forma de ver el mundo y de posicionarnos en él. Nos incorporan a una narrativa. A veces de forma voluntaria y otras no. A veces somos sujetos pasivos y otras no. Lo que ocurría en 1997 en España, en el Estado español, en Euskadi, en el País Vasco o en Euskal- Herria ¿Ves? como decía, aunque parezca lo mismo, no lo es; y dependiendo de la palabra que utilicemos hacemos referencia a un imaginario con sus propias características, marcos e incluso fronteras; las reales y las imaginarias como diría Benedict Anderson. Y con esta diferencia se puede dialogar, convivir, aprender o recurrir al tiro en la nuca para eliminar al contrario.

A la 15: 20 del 10 de Julio de 1997, Miguel Ángel Blanco, un concejal del pueblo Vizcaíno de Ermua, miembro del Partido Popular, cogió el tren para volver a su trabajo en Eibar. Utilizaba el parón para ir a comer con sus padres. Al volver, nada más apearse en la estación de Eibar es secuestrado por tres miembros de ETA que posteriormente reivindica el secuestro con una llamada anónima. El mensaje era claro: Si el gobierno español, presidido por Jose María Aznar, no acercaba a todos los presos de ETA cárceles vascas en las 48 horas siguientes, acabarían con la vida del joven edil. El plazo vencía el sábado 12 de julio a las 4 de la tarde. Nada hace cambiar la decisión de los verdugos; ni concentraciones, manifestaciones, que durante esos días se llevaron a cabo; prensa escrita, radio, televisión, medios internacionales se hicieron eco de lo que le estaba sucediendo a un joven concejal de un pueblo (Ermua) que a día de hoy tiene 16.217 habitantes.

El lazo azul, nacido como protesta en 1993 por el secuestro del empresario Julio Iglesias Zamora, se convierte de nuevo en un símbolo de rechazo a lo ocurrido, de solidaridad con la víctima. Símbolo de Libertad (En principio buscaba representar la A de Askatu o Askatasuna: Libertad en euskara). Ponértelo significaba algo, quería significarlo. Llevarlo se convirtió en una declaración de intenciones, en la primera palabra para salir de la dictadura del silencio, del miedo, del anonimato. Quienes lo hicieron no lo tuvieron fácil en unas sociedad en la que había quienes cada gesto lo interpretaban en clave de “conmigo o contra mí”. El lazo azul fue una de las primeras “palabras” para visibilizar un relato que se rebelaba frente a otro empeñado en equiparar víctimas y verdugos y acuñaba términos como “conflicto vasco” o “lucha armada”. Conceptos que capilarizaron en gran parte de la sociedad. (No solo vasca). Pero los significantes que renuncian a sus significados hacen que palabras como “Libertad” sean puestas al servicio de todo lo contrario. Esa misma “A”, del lazo, también forma parte del acrónimo E.T.A (Euskadi Ta Askatasuna: Por una Euskadi libre o en libertad).

Las miles de personas que salen a las calles durante esos días no logran impedir el asesinato de Miguel Angel, pero logran que algo cambie, sobre todo en Euskadi: La ocupación mutitudinaria del espacio público por personas, por discursos, por ideas hasta entonces perseguidas o condenadas a la marginalidad. Una forma de demostrar que frente al tiro en la nuca estaban las gargantas abiertas que gritaron a modo de gesto simbólico y multitudinario: “Esta escucha, aquí tienes mi nuca”. Un sujeto colectivo, la suma de muchos, que durante demasiado tiempo había sentido ese miedo inoculado capaz de generar un Síndrome de Estocolmo que aún hoy resulta difícil de entender, de asimilar y de ubicar en quienes vivimos esos años.

A las 16:40 del domingo 12 de Julio dos personas que paseaban con sus perros en el monte, en la localidad de Lasarte, se encuentran con el cuerpo tiroteado de Miguel ángel. Había sido metido en el maletero de un coche, maniatado y llevado a esa zona aparentemente alejada de todo y de todos. Tras recorrer varios metros Francisco Javier García Gaztelu alías “Txapote” le pega un tiro en la cabeza y lo remata con un segundo disparo mientras Jose Luis Geresta sujeta a Miguel Ángel. En el coche esperaba, el tercer miembro del comando; Iranzu Galastegui.

A las 4: 30 del 13 de Julio Miguel Ángel Blanco muere tras 12 horas de agonía.

La memoria democrática hoy es mas necesaria que nunca. Un estudio de 2020 publicado por GAD3 2020 para la universidad del País vasco mostraba como el 60% de los jóvenes españoles no sabe quién fue Miguel Ángel Blanco y el 68% reconoce que no ha estudiado en el colegio o la universidad nada relacionado con la banda terrorista que dejó más de 800 víctimas mortales en España. Otro de 2017 de la Universidad de Deusto concluía que el 47% de los encuestados, universitarios, no sabía quién era Miguel Ángel Blanco. ¿Y ahora; qué hora es?

Que la próxima hora en el reloj de la Historia no sea volver al repetirla: Miguel Ángel, gogoan zaitugu (Te recordamos).

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