La ópera llega este fin de semana al Palacio de Festivales con ‘Don Giovanni’

Además, Nuevo ‘Miércoles íntimo’, con ‘Los días de la nieve’ de Alberto Conejero y con Rosario Pardo
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El Palacio de Festivales de Cantabria ha programado para el viernes y el sábado, en doble función, la representación de la ópera ‘Don Giovanni’, una nueva propuesta de lírica que llega a la sala Argenta de la mano de la Orquesta Sinfónica del Vallès y el Coro Amigos de la Ópera de Sabadell.

Es una producción de la Fundació Òpera a Catalunya que cuenta con Daniel Gil de Tejada en la dirección musical y con Pau Monterde en la dirección de escena.

Don Giovanni es una ópera bufa en dos actos, con música de W.A. Mozart y texto de Lorenzo da Pontei y basado en Don Giovanni Tenorio, o sia Il convitato di pietra de Giovanni Bertati. Estrenada en el Teatro Nostic de Praga el 29 de octubre de 1787.

Se trata de una producción de la Fundació Òpera a Catalunya que cuenta con la Orquesta Sinfónica del Vallés, y el Coro amigos de la ópera de sabadell y un reparto integrado por: Don Giovanni, Carles Pachón | Leporello, Fernando Álvarez | Donna Anna, Tina Gorina |Don Ottavio, César Cortés | Donna Elvira, Maite Alberola | Zerlina, Mar Esteve | Masetto, Xavier Casademont | Commendatore, Jeroboám Tejera

Duración: Acto I (90 min). Descanso. Acto II (85 min)

Acto I
La acción en Sevilla, siglo XVIII.
Es de noche. Leporello, criado de Don Giovanni, está esperando a su amo ante la puerta de un palacio, mientras manifiesta su enfado por el tipo de vida que lleva, Notte e giorno faticar. De repente aparece Don Giovanni seguido por Donna Anna, furiosa, que quiere saber quién es, Non sperar se non me uccidi. Llega el Commendatore, padre de la chica, que desafía al libertino a un duelo. Luchan y el viejo cae muerto. Don Giovanni huye.

Donna Anna, que había entrado en casa, regresa con su prometido, Don Ottavio, para ayudar al padre, Ma qual mai s’offre. Encuentran el cuerpo sin vida del Commendatore y Donna Anna, desesperada, hace jurar a Don Ottavio que vengará este crimen, Fuggi, crudele.

En un lugar cercano aparece Donna Elvira, buscando a un hombre que le ha sido infiel, Ah, chi mi dice mai. Este hombre no es otro que Don Giovanni, que la siente y, sin reconocerla, le ofrece sus servicios. Cuando ve quién es, huye, dejando a Leporello como encargado de dar explicaciones a la dama. El criado la humilla recitándole la lista de conquistas del dueño, Madamina, il catalogo è questo. Donna Elvira, ofendida, se va.

Un grupo de campesinos celebra la boda de Masetto y Zerlina, Giovinette che fate all’amore. Don Giovanni los encuentra y, viendo la belleza de la novia, la toma bajo su protección. De paso, echa a Masetto, que se va lleno de rabia, La ci daremos la mano. Aparece de repente Donna Elvira, que arrebata a Zerlina de las manos del seductor, Ah, fuggi il traditor. Llegan también Donna Anna y Don Ottavio, que explican a Don Giovanni lo ocurrido y le piden ayuda, algo que Don Giovanni les promete. Vuelve Donna Elvira, que pone a la pareja en guardia contra Don Giovanni, mientras éste les dice que está loca, Non ti fidar. Donna Elvira se va, seguida por Don Giovanni. Acto seguido Donna Anna reconoce, por la voz, a éste como el asesino de su padre. Vuelve a clamar venganza, Don Ottavio, son morta… Or sai chi l’onore. Don Ottavio queda solo y manifiesta sus dudas por el hecho de que un hidalgo haya hecho lo que su promesa dice, pero reafirma su amor por ella, Dalla sua pace. Vuelve Don Giovanni, acompañado por Leporello que explica al patrón que todos los campesinos están en su casa, de fiesta, y que se ha quitado de encima a Donna Elvira. Don Giovanni, eufórico, piensa ya en una noche llena de conquistas, Fin ch’han dal vino.

Masetto está enfadado con Zerlina. Ésta intenta reconciliarse y le pide que le pegue, Batti, batti… Cuando sienten llegar Don Giovanni, se esconden, pero éste ve a la chica y la persigue. Al ver a Masetto lo deja estar y les invita a la fiesta en su palacio.

Llegan al palacio, con máscaras, Donna Elvira, Donna Anna y Don Ottavio con deseos de venganza, Bisogna aver coraggio.

La fiesta ha empezado y todos bailan. Las tres máscaras son invitadas a entrar.

Mientras bailan, Don Giovanni se lleva a Zerlina a otro cuarto para seducirla. La chica llama y todos los presentes acuden a ayudarle. Don Giovanni sale simulando que el agresor ha sido Leporello y quiere matarlo, pero las tres máscaras le detienen, dándose a conocer diciendo que ya saben toda la verdad. Don Giovanni ha sido descubierto, pero a pesar de que todos le acusan y le rodean, afirma rotundamente que nada le da miedo y consigue escabullirse seguido por Leporello. Trema, trema o scellerato!.

Acto II
Leporello no está nada contento con Don Giovanni y quiere dejarlo Eh, via buffone! El patrón le convence de lo contrario dándole más dinero. Luego sigue con su plan de seducciones: ahora le interesa la doncella de Donna Elvira. Para obtener los favores los dos hombres cambian los vestidos y sacan a Donna Elvira de su casa. Ah, taci, ingiusto core! Ella se va con Leporello pensando que es Don Giovanni y éste canta una serenata a la doncella bajo el balcón, Deh vieni alla finestra. Es interrumpido por Masetto y otros campesinos que le buscan para matarle. Don Giovanni, haciéndose pasar por Leporello, simula que se une a ellos y les maneja en diferentes direcciones, quedando él solo con Masetto, Metà di voi qua vadano, lo que aprovecha para darle una buena paliza. Masetto queda malherido. Sin embargo, aparece Zerlina, que promete cuidarlo y curarlo de una forma muy especial, Vedrai, carino.

En otro lado encontramos a Donna Elvira y Leporello, Sola, suela in buio loco. Llegan Donna Anna y Don Ottavio y también Zerlina y Masetto. Creyendo todos que Leporello es Don Giovanni, quieren castigarlo de mala manera, a pesar de las súplicas de Donna Elvira. El criado, muerto de miedo, se da a conocer y todos quedan estupefactos. Leporello, viendo que van por él, pide piedad, Ah, pietà, signori miei, y finalmente se escapa. Don Ottavio quiere hacer las cosas bien hechas y anuncia que expondrá el caso a la justicia, Il mio tesoro intanto. Donna Elvira, desesperada al verse nuevamente burlada por Don Giovanni, de quien está muy enamorada, manifiesta su contraste de sentimientos: venganza y amor a la vez, In quali eccesi… Mi tradi…

Don Giovanni y Leporello se reencuentran en el cementerio. Aquel explica al siervo con toda despreocupación todas las conquistas que ha hecho desde que se han dejado. De repente, una voz de ultratumba le dice que dejará de reír antes de que se haga de día. Quien ha hablado no es otro que la estatua del Commendatore. Don Giovanni, furioso, ordena a Leporello que invite a la estatua a cenar, algo que el criado consigue hacer apenas, ya que está muerto de miedo, O statua gentilissima. La estatua acepta la invitación.

En casa de Donna Anna, Don Ottavio le pide tranquilidad y que se casen ya. Ella le dice que aún no y que no la presione, Crudele. Non mi dir, bell’idol mio.

En el palacio de Don Giovanni todo está listo para cenar, Già la mensa è preparata. Don Giovanni entra y comienza a comer y Leporello le imita a escondidas, mientras una pequeña orquesta toca los temas de moda. Llega Donna Elvira para hacer un último intento por salvar a Don Giovanni, L’ultima prova dell’amor mio. Éste no quiere saber nada y la invita a cenar. La mujer, desesperada, huye. Cuando ha salido da un chillido y Don Giovanni envía a Leporello a ver qué pasa. El criado también grita y vuelve asustado: está llegando la estatua del Commendatore, que llama a la puerta. Leporello se esconde y Don Giovanni debe abrir él mismo. La estatua entra y le dice que ha cumplido y que ahora es él quien le invita a cenar, Don Giovanni, a cenar teco m’invitasti. El libertino dice que no es un cobarde y lo acepta. Se dan la mano y Don Giovanni queda helado: es el frío de la muerte. La estatua y un corazón de espíritus infernales le exhortan al arrepentimiento antes de que sea demasiado tarde. Don Giovanni, firme hasta el final, se niega y es tragado por el infierno.

Llegan Donna Anna, Donna Elvira, Don Ottavio, Zerlina y Masetto. Ah! Dove è il perfido. Vienen a buscar a Don Giovanni para llevarlo a la justicia. No le encuentran y Leporello les cuenta lo ocurrido. Todos manifiestan su alegría por el castigo del libertino y acaban cantando una estrofa sobre la mala vida:

“Questo è il fin di chi fa mal! E de’ perfidi la morte alla vita è sempre ugual”.
(“¡He aquí el fin del malvado! La muerte de los pérfidos siempre es igual a su vida”).

TEATRO EN LOS MIÉRCOLES ÍNTIMOS

Además, esta semana se ha programado una nueva cita con el teatro, la tercera ya dentro de su habitual ciclo de los ‘Miércoles íntimos’.

Se trata de la propuesta ‘Los días de la nieve’ de Alberto Conejero, que cuenta con la dirección de Chema del Barco y con Rosario Pardo como actriz protagonista.

Una costurera está a punto de terminar su último encargo: un vestido azul de mar. La persona que se lo encargó presencia estos últimos retoques. Entre puntada y puntada la costurera rememora su vida, la evoca, la vuelve a vivir. Recuerdos de poesía, de amor y de días de sufrimiento. Una pasión histórica que murió en la cárcel, un padre fusilado en la guerra, una garganta que encierra secretos. Esa costurera se llama Josefina Manresa y su amor, Miguel Hernández. ¿Quién espera el vestido?

‘Los días de la nieve’ es un homenaje a todas las mujeres de la posguerra española, sin distinción de bandos, un homenaje a las mujeres artífices del levantamiento de este país con su trabajo, con sus cuidados, con su amor…

‘Los días de la nieve’ no existiría sin Josefina Manresa, viuda de Miguel Hernández. El sustrato principal de este texto son efectivamente sus memorias y también su correspondencia con Miguel y la poesía del poeta oriolano. No he pretendido reconstruir su vida ni convertirla en relato, sino – gracias a la capacidad que tiene el teatro y la ficción de suspender la muerte – atender al misterio de su existencia, convertirla en nuestra contemporánea y a nosotros en sus contemporáneos. Que durante la representación Josefina sea presente, que podamos reconocernos en ella y también ella en nosotros. Durante la escritura descubrí la sencilla fuerza de una superviviente de las peores tristezas, que aprendió a amar en las palabras y por las palabras. De su mano me he acercado también a mi madre, a mis abuelas y a todas las mujeres que atravesaron con una fortaleza infinita los años oscuros de nuestra historia reciente. Con dignidad, con luz, con esperanza aún en los días de la nieve. A todas ellas y, especialmente a mi madre (también andaluza de Jaén) está dedicada esta obra.

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