Je Suis Marie Kondo

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||por VÍCTOR GUTIÉRREZ LARRAÑAGA, de WAAHI CONCEPT||

Marie Kondo ha dicho de manera elegante que la ha metido hasta el corvejón. La mi pobre ha tirado la toalla y recoge cable. Al fin y al cabo, en los tiempos que corren tres churumbeles te nomina al ya extinto premio a la natalidad y, por consiguiente, queda libre de seguir los principios sintoístas de dejar fluir el kami y el kannagara en su hogar. Eso sí, lo de devolver la pasta de los libros anteriores ya tal.

Que su método era una trampa lo sabía cualquier hijo del precariado, dado que todo su sistema se basaba en quedarse con cosas y deshacerse de lo que ya no usaba…lo que da a entender que tan necesario no hubiera sido en un principio y que básicamente la Señora Kondo consumía por encima de sus necesidades. Súmale a eso churumbeles que consumen tu vida post trabajomierder y el resultado es un sálvese quien pueda.

Sin embargo, tiene su punto lo de la Señora Kondo, no porque la pizpireta ordenadora haya matizado sus propias teorías y/o se haya declarado caballito blanco ( al fin y al cabo, eso ya lo llevamos viviendo 3 años después del Covid con los mal llamados neoliberales), sino porque en realidad es un acto valiente y humano que cada uno podríamos aplicar no solo al orden y organización de nuestro hogar, sino al orden y organización de nuestras propias cabezas.

La palabra orden generalmente ha traído cositas no muy buenas cuando se trata de la sociedad y, oh casualidad, suele estar en boca de personajes que aplican el método Kondo a nivel social ( deshazte de lo que no te gusta…que en algunos casos es casi todo). Sin embargo, aunque parezca que servidor esté a punto de llamar nazi a la simpar Marie, siento decirles que todos llevamos una Marie Kondo dentro… y no, eso no quiere decir que seamos todos unos dictadores en potencia, sino más bien que andamos un poco perdidos entre lo que pensamos y como están los bolos pinados.

Seamos brutalmente honestos: a cualquiera de los mortales nos gusta ordenar. Lo hacemos de manera consciente o inconsciente diariamente. En nuestra cabecita cada persona, desde el potentado hasta el mindundi, tiene un archivador cerebral o mapa mental que nos gusta tener ordenadito. Ordenamos valores, ideologías, patrones, personas, actitudes, vestimentas, formas de hablar y comportarse…y es inherente a nuestra naturaleza vengas de donde vengas. La forma de ordenar no es uniforme, pero generalmente suele ser una combinación de nuestro entorno próximo, educación, experiencias y demás.

De manera natural, construimos paradigmas que aspiramos a seguir y objetivos a alcanzar, en algunos casos motu proprio y en otros por la “contaminación ambiental” debidamente proporcionada por medios y algoritmos varios. En el fondo, servidor está diciendo ordenar porque decir juzgar suena agresivo.

Dulce ironía, basta tener amuebladita la cabeza para que el puñetero universo nos enseñe que estábamos equivocados, que perseguíamos objetivos inalcanzables, que incluso no sabíamos el significado o significante de las palabras que intentábamos alcanzar. Si aun así no caemos del caballo, nos aplican la del gaitero de Pressing Catch: en el momento de conocer las respuestas nos cambian las preguntas. Para ponernos patas arriba, la vida nos pone crisis, pandemias, guerras y otras historias. En definitiva, este mundo nos tiene como a Marie Kondo con el tercer vástago, pero muchas veces no sólo somos demasiado orgullosos para reconocerlo, sino que ni siquiera sabemos cambiar nuestros ritos de ordenación mental.

Ejemplos claros los vemos de manera cotidiana, pecando TODOS en nuestro día a día tal y como nos enseñaron en el catecismo: de pensamiento, palabra, obra u omisión. Estamos a febrero de 2023, pero por el clima percibido a veces uno tiene la sensación de que hablamos como si viviéramos en 1983. Sólo así uno se explica que los debates se sigan abordando de la misma manera( que siempre serán los mismos, hasta ahí de acuerdo, pero con circunstancias distintas).

Si algo nos han enseñado los últimos 20 años es que todo lo que puede levantarse puede caer, que el mundo ya no es el bloque sólido que nos enseñaron,  que todo muta pero no necesariamente a mejor y que, en definitiva, es imposible tener respuestas perfectas cuando a lo más que se puede aspirar es a respuestas lo suficientemente buenas.

En la era de la sociedad líquida, reflexiva y de riesgo, operan los principios de racionalidad limitada. Traduciendo, se impone el desorden ordenado por causas de fuerza mayory el evitar el cuento de los sabios ciegos*.El que no lo quiera ver va a sufrir de lo lindo…y si es de los que manda, nos va a jorobar a todos.

¿A quién aplica esto? A todo pichichi honestamente, pero con especial intereses a quienes más tienen que ganar ( o desgraciadamente, perder), bien sea aspirante a gestor público, aspirante a empresario o empresario que quiera ser algo más que rentista, a trabajador por cuenta ajena, a liberado sindical, a miembro de asociación o cooperativa…en fin, a cualquiera que no tenga la vida solucionada o que tenga aspiraciones de cambiar al menos su barrio, municipio u organización de preferencia.

Lo contrario es intentar ordenar mierdas que ya no caben. Uno ve desfilar a las multinacionales subvencionadas mientras hablamos de neoliberalismo, a los mindundis que defienden a Mr. Roig como si fueran sus herederos, a los milana bonita que echan la culpa de sus males a conspiraciones psicodélicas y pueden entrarle ganas de ver el mundo arder.

Por otro lado uno ve igualmente a personas que, construida una ética que se soporta en una acomodada posición, dan lecciones sin saber algo más que el argumentario proporcionado por su élite correspondiente y se compadece de los pobrecitos pringaos que cometieron la locura de no querer ser funcionarios ni obreros.

Pensar que está uno más sólo que Gary Cooper es un peligro para la sociedad. Olvidar la nunca suficientemente cacareada “divide y vencerás” es un peligro para la sociedad. Convertir el debate en liturgia es el equivalente a que Marie Kondo siga diciendo que el kannagara de su casa está fetén o, dios no quiera, el paso previo a que  mate a su tercer hijo para que no le joda la teoría ( se han dado casos).

Je Suis Marie Kondo. Desde aquí la invito a abrazar el desorden ordenado que es el mundo y sobre todo lo bonito que puede salir de ese caos. Mi pareja y servidor tenemos dos niñas y huelga decir que mi casa a veces es una leonera. ¿Que nos da un ataque por semana al respecto? Obvio. ¿Solución? Ordenamos dentro de lo posible y sobre todo las enseñamos a ordenar por sí mismas( ellas desordenan, ellas ordenan). A partir de ahí, doy gracias por tenerlas conmigo y por no pisar más legos descalzo. No necesito más.

*Existía en la India una pequeña aldea donde vivían seis sabios ciegos que siempre estaban compitiendo para ver quién era más sabio.

Un día llegó a la aldea un gran elefante y comenzaron una discusión sobre cómo era un elefante y para salir de dudas, decidieron que la mejor forma de saber cómo era sería palpándolo con sus manos y así lo hicieron.

Cuando se acercaron al elefante, cada uno iba describiendo lo que tocaba, y por lo tanto, su idea de lo que era un elefante.

El primer sabio tocó una pierna y dijo que un elefante era como el tronco de un árbol. El segundo sabio tocó la oreja del elefante y la describió como un enorme abanico. El tercer sabio, palpando el costado del elefante, llegó a la conclusión de que era como un gran muro de barro seco. El cuarto sabio, al tocar la cola dijo que parecía una vieja y áspera cuerda. El quinto sabio, palpando el colmillo lo describió como una lanza. El sexto sabio ciego tras tocar la trompa aseguró que era como una gran serpiente.

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