Coinciden en el tiempo dos situaciones: la precampaña electoral de elecciones municipales y autonómicas y la declaración de la renta de la mayoría de mortales. Por ello estamos acostumbradas a que representantes políticos nos prometan beneficios sociales por un lado y a que las diferentes ONG’s con quienes colaboramos, nos envíen los justificantes de nuestras donaciones y la información de que desgravarán en nuestra declaración de la renta, cual si fuéramos Amancio Ortega.

Sin embargo, hace dos días un enorme cartel publicitario de esos instalados en las calles del centro de la ciudad me ha dejado impactada. La imagen de una joven mujer lleva sobre impresos los siguientes mensajes: «“Pude salir de la pesadilla del maltrato gracias a mi parroquia”. Marca la “X” a favor de la Iglesia en tu declaración de la renta.» Obsérvese que no se molestan en aclarar a qué Iglesia se refieren ya que saben que solo se puede aportar a la católica.

Primero me sorprendí, más tarde la estupefacción dio paso a la indignación. Años de lucha por los derechos de las mujeres y las niñas nos han dejado claro que la educación en igualdad es el único antídoto contra la violencia machista, que se maltrata a quien se desprecia como un ser inferior, de menos valor.

En este país la educación ha estado durante lustros entregada a la Iglesia, que llevaba bajo palio a un dictador, que no admite mujeres entre sus ministros del culto y en ninguna de sus estructuras hasta el Papado. Una de las organizaciones mundiales más misóginas (a la par de sus hermanas la Judía y la Islámica), en la que mujeres y niñas no hemos tenido espacio más que para limpiar los templos, adornar las imágenes, leer los textos sagrados (últimamente) y finalmente participar en el próximo Sínodo cinco mujeres (para alegría de mis amigas teólogas), entre aproximadamente 370 personas.

Una Iglesia que solo nos ofrecía a las niñas el modelo de María, la Virgen Inmaculada, del Carmen, del Rosario, etc., la madre. La esposa abnegada del perdón sempiterno y cualquier otro modelo, ausente o pecaminoso.

¿Y ahora tienen un mensaje igualitario? ¿Es que inundan los templos cada domingo hablando de derechos humanos y contra la violencia de género? ¿Utilizan los medios de comunicación afines para expresar este cambio de rumbo, esta nueva Iglesia solidaria y feminista? Les prometemos estar atentas a este nuevo paradigma.

Ana Bolado
Sindicalista y feminista