Los libreros estamos en peligro de extinción. Dentro de no mucho tiempo seremos recordados como los dinosaurios. Y para que ustedes lo entiendan bien les voy a contar mi pequeña experiencia como librera.

Todo el mundo sabe que detrás de un libro está el trabajo de varias personas. Primero, el escritor/a , principal ficha en esta partida de ajedrez. Luego un editor que lee el texto, hace anotaciones sobre lo que cree que se podría cambiar, lo que considera que se debe corregir. Después de esa lectura se lo envía a un corrector externo que procede a llevar a cabo esas sugerencias y, a su vez, a sugerir otras posibles correcciones. Después de este tira y afloja entre editorial y escritor el libro pasa de ser un sueño a una realidad y es cuando pasa por todo el proceso de enmaquetación y de ahí listo para que el librero comience su trabajo que es en un principio leerlo para poder recomendar dicha lectura al lector más adecuado.

Vender un libro no es como vender otros productos. El librero, sobre todo estos libreros de pueblo y de barrio, suele conocer a sus clientes, sabe de sus gustos y preferencias y es ahí donde empieza lo bonito de este oficio, el librero recomienda con el corazón en la mano. Eso, amigos míos, es pura magia que sólo lo podrán entender mis colegas de gremio.

Pues desde hace unos añitos para acá ha surgido, como si de champiñones habláramos, un grupo de escritores denominados Autoeditados. Son, como podríamos denominar en una jerga coloquial como Juan Palomo, es decir ellos se lo guisan y ellos se lo comen.

Con esta especie en crecimiento a pasos agigantados, la industria del libro se ha comido a varias fichas de esta partida, ya no hay editor, ni corrector y (ahora imagínense el ruido de un redoble de
tambor …..) ni libreros. Ellos, se editan, ellos se venden.

¿saben que porcentaje le queda a un librero con la venta de un libro? La friolera del 30% y todos saben que el sueldo de un librero sale de la venta de libros, imagínense los libros que hay que vender para llegar a vivir dignamente.

Pues bien, con estos escritores poco a poco iremos desapareciendo. No nos necesitan o eso parece que se creen ellos. Cierto es, que al principio, cuando acaban de publicar con timidez su primera noveluca suelen aparecer por las librerías con ellas debajo del brazo, para ofrecértela en depósito, para ver si tú se la das un empujón y se la enseñas a tus clientes, (osea, hacemos de libreros).

Luego, a medida que esa timidez se va transformando en una autoestima bien alta, te comentan si los llevas a la feria del libro a firmar ejemplares y a veces, te animan a que les presenten el libro o a que les pongas en contacto con el concejal de cultura de turno para que se haga una presentación por todo lo alto de su obra.

Con el paso de los meses, quizá con la publicación de su segunda novela, (porque eso sí, creatividad no les falta y publican bastante en muy poco tiempo), ya no te necesitan para nada, ya se crean sus propias ferias de libros, se autopresentan y venden sus libros sin el calor de un librero.

Y queridos lectores míos, en esta partida de ajedrez todas las piezas tienen su importancia para que la reina, que es ese libro al que todos defendemos desde nuestras posiciones, salga victoriosa. Pero se ve que algunos no saben jugar y prefieren los autodefinidos.

No dejemos que los libreros nos extingamos, sigamos luchando porque detrásde la venta de un libro siga habiendo unos escalones que unan la obra con el lector. Todos somos igual de importantes en esta partida.

UNA LIBRERA INDIGNADA