Partidos políticos y participación ciudadana  

(Foto: Ana Martín)
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El próximo domingo 28 estamos llamados a las urnas. De las elecciones autonómicas y municipales saldrá el gobierno regional de Cantabria y los alcaldes y concejales que dirigirán nuestros ayuntamientos los próximos cuatro años.

A la hora de enfrentarme a la decisión de a quién voto, especialmente en las municipales en las que conocemos más de cerca a los candidatos,siento que mi decisión está muy limitada, solo puedo votar las opciones que me presentan los diferentes partidos, sin posibilidad de personalizar mi voto, es decir, votar por las personas en quien realmente confío de la lista propuesta, o votar por personas de diferentes listas.

Nuestra ley electoral se sustenta en un sistema de listas cerradas, es decir, loselectores tenemos que votar en bloque a una lista, la del partido, teniendo que tragarnos la lista completa, aunque haya alguien de esa lista en quien no confías.

Pero, es más, nuestro sistema electoral, además de obligar al elector a votar una lista completa, sin posibilidad de eliminar a alguien ovotar a candidatos de otras listas, no permite alterar el orden de la lista. Votas la lista completa y en el orden que impone el partido, es decir, además de listas cerradas, están bloqueadas.

Contamos con un sistema democrático en el que la participación política recae en los partidos políticos y, sin embargo, los partidos no funcionan de forma democrática. Las listas no se confeccionan democráticamente, es decir, con la participación de militantes o simpatizantes, sino que, generalmente, las realizan las direcciones o los líderes de los partidos. Esto siempre crea problemas, por lo que los posibles candidatos que se sienten maltratados o minusvalorados se van del partido y sin ningún rubor se presentan por otro o crean un nuevo partido para concurrir a las elecciones. Esto no es excepcional, se está convirtiendo en un fenómeno muy frecuente. Por poner un ejemplo, en mi municipio, Laredo, de las ocho candidaturas que se presentan a las elecciones locales, cuatro, la mitad, llevan como cabezas de lista personas que ya han sido concejales por partidos distintos a los que se presentan ahora.

Sería necesario reformar la ley electoral, tanto en el desarrollo de un sistema de listas abiertas y desbloqueadas, como en la proporcionalidad, las circunscripciones, el límite de los mandatos de nuestros representantes, la financiación de los partidos y de las campañas que tanta corrupción han generado, … El problema es que la reforma la tienen que hacer los partidos políticos, lo que supone legislar en contra de sus propios intereses. Forma parte de lo que algunos politólogos denominan la “cartelización de los partidos”, es decir, los partidos ya no dependen de sus afiliados sino de la financiación pública, son, cada vez más, agentes institucionales, como diceDaniel Innerarity“los partidos se han convertido en actores que se dedican a gobernar más que a representar”.

Sin duda mucha de la desafección que existe hacia la política y el desprecio que genera en buena parte de la población se debe a esta situación. Esto genera un caldo de cultivo muy apropiado para aquellos que abominando de la política defienden regímenes autoritarios. No es nada nuevo, tenemos ejemplos en nuestra historia reciente. Lo que debe erradicarse no es la política sino la mala política.

Los partidos políticos son imprescindibles en cualquier sistema democrático, pero deben adaptarse a las nuevas realidades sociales. Es necesaria una mayor democracia interna, como los pasos, aún tímidos, dados por algunos partidos con las listas abiertas para elegir a sus líderes. Es necesario un mayor control en la rendición de cuentas, en transparencia, en su financiación y en la renovación delos cargos.

Por otra parte, si bien los partidos políticos, en quien delegamos nuestra confianza, constituyen el principal instrumento de participación política, no deben monopolizar la vida democrática, se deben abrir nuevos cauces de participación a la ciudadanía: facilitando las candidaturas de agrupaciones de electores, potenciando las consultas populares, la participación en la elaboración de los programas y la confección de listas,incluso desarrollando mecanismos para evaluar el cumplimiento de los programas electorales y exigir responsabilidades políticas en caso de incumplimiento. La participación política de la ciudadanía no debe reducirse a emitir el voto cada cuatro años a unas listas cerradas y bloqueadas.

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