OPINIÓN

La Caravana de la Vida

Foto: Caravana Abriendo Fronteras
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||Por Salomé Preciado Díez, de la Caravana Abriendo Fronteras||

Hace pocas semanas que la Caravana Abriendo Fronteras-Melilla 2023 tocó a su fin. Sin embargo hay sensaciones y emociones que aún se mantienen a flor de piel. Por ello, en un ejercicio de sanación personal y aprendizaje colectivo, relato en forma de crónica el trayecto tanto interno como externo que atravesamos 150 personas durante nueve días por las fronteras del sur del estado español.

En mi caso fue la primera vez que formaba parte de la caravana, pero gracias a mis experiencias previas en el activismo social contaba con las herramientas necesarias para extraer el máximo provecho de la experiencia e integrarme en ella con la indignación y energía necesarias. Sin embargo, la realidad de la caravana se torna tan intensa que es preciso contar con una atención constante y consciente para que ningún apunte de interés caiga en el olvido. Por ello comparto este humilde relato tratando de derribar vallas y fronteras.

La caravana comenzó su andadura la mañana del viernes 23 de junio frente al edificio del Congreso de los Diputados en Madrid. Ese primer acto de denuncia puso su foco sobre la situación de impunidad por parte del estado español ante la masacre perpetrada en Melilla un año antes, en la que más de 37 personas perdieron la vida debido a la inacción por parte de los “cuerpos del estado”. Presenciamos palabras de denuncia ante la criminalización de personas cuyo único “delito” es ejercer su derecho a migrar. Durante intensos minutos el dolor y la rabia se fundieron en malestares compartidos antes las injusticias de un sistema racista y colonial.

Con los sentidos despiertos pusimos rumbo en nuestros autobuses a la verdadera frontera sur/norte –en función de la perspectiva de quien la contemple- para arribar en Melilla cargadas con motivos más que suficientes para alzar nuestras voces y reclamar “Verdad, Justicia y reparación”. De esas jornadas en Melilla comparto las palabras de nuestra compañera María González Reyes, quien con gran acierto y sensibilidad recoge en su artículo Melilla, entre la valla y el mar.

Tras dos días de lágrimas contenidas, voces rasgadas y un impulso visceral de seguir en la lucha, abandonamos la ciudad autónoma en Ferry durante una calurosa noche de verano. El amanecer nos encontró fondeando en las costas malagueñas. Una vez en tierra, nuestros pasos entre calles y despertares de la ciudad nos llevaron hasta La Invisible, espacio autogestionado de patios amplios y colores vibrantes. Las compañeras de Tierra Matria nos deleitaron con un delicioso desayuno permitiéndonos que entre café y tostadas pudiéramos escuchar relatos de resistencia cotidiana. Nos despedimos de aquel mágico lugar al grito de “La invi, no se vende. La Invi se defiende”.

Con energías renovadas asistimos a una rueda de prensa con vistas al mar donde varios medios –no sé si los suficientes- se hicieron eco de nuestras demandas. Una de ellas, la lucha contra las concertinas, nos llevó directamente a Cártama donde se ubica la empresa European Security Fending la cual, según su página web, “es la única empresa española y fabricante europeo de alambre dentado tipo concertina”. Realizamos una concentración a sus puertas, acción que complementamos con la lectura de un manifiesto denunciando el uso de estos elementos denominados por la propia empresa como “de seguridad pasiva” en vallas y fronteras. Sin embargo de manera activa son capaces de producir daños irreversibles a las personas que intentan atravesarlas con mayor o menor éxito, poniendo en peligro real sus propias vidas.

Con la indignación aún impregnada en nuestros cuerpos nos dirigimos a Solabreña, bonito enclave de la costa granadina, donde nos recibieron las compañeras de la Asociación Sociocultural La Desbandá con una exquisita paella. Dicha entidad reivindica y mantiene la memoria del atroz suceso ocurrido en febrero de 1937, durante el cual aviones de las fuerzas italianas y alemanas bombardearon durante horas a población civil (mayoritariamente mujeres, niños, niñas y personas mayores) en su intento por huir de Málaga hacia Almería debido a la represión franquista en la ciudad. La denominada Carretera de la Muerte fue testigo silencioso del desplazamiento obligado que tantas vidas costó.

Ya comenzada la tarde asistimos a una interesantísima mesa redonda donde la masacre de la Desbandá se entretejió con los crímenes perpetrados en la actualidad en las aguas del Mediterráneo. De nuevo se puso el foco en la dignidad de las personas desaparecidas intentando cruzar el mar, atendiendo a la importancia de la identificación de los cuerpos con el fin de entregárselos a sus familias en un acto de reparación, así como del desprecio con el son tratadas las asociaciones y colectivos que pretenden esclarecer cada uno de los casos. Una vez más se habló de la deshumanización de vidas como estrategia generadora de otredades sobre miles de personas que nada y a nadie parecen importar. La jornada culminó con una manifestación por la calles del pueblo, finalizando en el monumento realizado en memoria de las personas asesinadas durante la Desbandá.

Del mismo modo tuvimos el privilegio de visitar el cementerio de Motril en el cual, desde 2002, se celebran funerales de aquellas personas que llegan sin vida a nuestras costas acompañadas por la ciudadanía del pueblo. Unas sencillas y acertadas losas con apenas edad, sexo y fecha de aparición recobran la dignidad ahogada en aguas europeas.

La intensidad de las emociones no decae en ningún momento y la caravana nos permite saltar de una lucha a otra, ancladas en territorios concretos y vidas y cuerpos determinados. Ya en Almería y tras una calurosa bienvenida por parte de las compañeras de La Resistencia, asistimos a la mesa redonda “Vidas sin derechos” en la cual varias personas compartieron sus testimonios. Situaciones dantescas que permiten que cientos de personas vivan en chabolas próximas a los invernaderos en los cuales, por 4-5 euros la hora, trabajan jornadas infinitas en condiciones insalubres. Los obstáculos -ilegales- para empadronarse, imposibilitando así el acceso a servicios tanto sociales como sanitarios les obliga a pagar cantidades que oscilan entre los 300€ y los 500€ para acceder a dicho padrón. Esta suma se ve incrementada hasta los 8.000€ si se aspira a conseguir un contrato de trabajo legal que les permita solicitar el arraigo laboral y por lo tanto regularizar su situación actual. Se trata de una trama de engaños y esta
fas consentidas y mantenidas por instituciones gubernamentales.

A la mañana siguiente no quisimos perder la oportunidad de recordarle al alcalde Níjar en concentración frente al consistorio, situada en la plaza de la Colonización, las reivindicaciones ya asumidas como propias al grito de “Vecinas, vivas donde vivas”.

Al mediodía nuestras compañeras de La Resistencia nos recibieron para convidarnos a una excelente paella. Además de abrazos y brindis, compartimos conversa sobre luchas comunitarias fraguadas al calor de espacios autogestionados.

Ya por la tarde nuestras compañeras de la Universidad Popular de Almería nos deleitaron con una maravillosa acción “poelítica” de denuncia, acción y participación bajo el nombre de Muerterráneo, en la cual al son de canciones, poemas, performance y pasos acompasados por una misma causa, recorrimos varios puntos de la ciudad alzando enérgicas voces y generando solemnes silencios.

Una nueva etapa nos llevó hasta Valencia para conversar sobre la “Guerra de Fronteras”. Un acertado análisis nos mostró como la migración es tratada desde las instituciones como si de un peligro de estado se tratara, justificando de esta manera la securitización de las fronteras. De esta forma se mantiene una amplia industria sobre el control migratorio manteniendo lógicas capitalistas que permiten construir a un mismo tiempo extensos muros, relatos de alteridad y prácticas criminalizantes. Precisamos cambiar los marcos narrativos actuales, centrados únicamente en crisis migratorias generadas por nuestros propios estados para comenzar a hablar de proyectos migratorios desde una visión más humanizadora.

La jornada finalizó con una manifestación y posterior concentración en el CIE de Zapadores, situado en la propia capital valenciana. A la voz de “La ley de extranjería mata gente cada día” y “No, no, no CIE´S no” exigimos su cierre debido a las condiciones de retención similares a las penitenciarias, privando de libertad a personas cuyo único “delito” es migrar.

Al día siguiente y antes de abandonar la ciudad, asistimos al encuentro titulado “Made in Spain. Exportem armes. Alcem murs” donde diversas voces nos acercaron a los datos extraídos en los informes de Banca Armada sobre aquellas entidades bancarias que invierten y financia guerras de forma encubierta. Además nos acercaron tanto a las consecuencias de las leyes fronterizas actuales como a ciertas muestras de activismo antimilitarista en primera línea.

Ya retomada la ruta, tuvimos la oportunidad de visitar el cementerio de Paterna para conocer y rendir homenaje a los cuerpos de las personas fusiladas por el franquismo en aquella localidad en el periodo de postguerra -el último asesinato data de 1956- y enterradas en fosas comunes.

Tras una comida de sabores africanos realizada por la Asociación de Mujeres Africanas de Paterna en la Granja de Julia, nuestros autobuses nos llevaron hasta el puerto de Sagunto. Se trataba de una parada obligatoria pues en él atracan en la actualidad los “Barcos de la muerte” al tratarse de una de las principales escalas de la naviera Bahri, encargada de transportar armamento a terceros países. La caravana denuncia así el comercio de armas y la vulneración del Tratado de Comercio de Armas que impide vender armamento a países involucrados en posibles crímenes de guerra como es el caso de Arabia Saudí, que lleva desde 2015 haciendo la guerra al pueblo Yemení.

Desde el puerto y en animada manifestación por las calles de la ciudad arribamos a su fin donde nos esperaba una especial sorpresa. A modo de fiesta final se entremezclaron ritmos africanos con consignas cargadas de sentido y acordes de sanación. La sabrosa cena preparada por la Obra Social Tu puerta Amiga puso el broche de oro a la velada.

Nuestro periplo iba terminando con cuerpos acusados por el cansancio de tanto atravesar territorios físicos y simbólicos saqueados por injusticia pero con los ánimos mantenidos. En Borriana, bajo un sol intenso y en una explanada verde que rebosaba vida, nos esperaban las compañeras del Grup de suport L´Aurora entre activistas y tripulantes de embarcaciones de rescate en el mediterráneo. Los Barcos de la Vida, como el Saint Michel, en Sea-Eye II/II o el Sea Punk, nos dieron buenas muestras de esperanza y entrega desinteresada. Sus testimonios nos sobrecogieron pero también nos inyectaron altas dosis de optimismo y energía. Hubo tiempo además para honrar homenaje a nuestra compañera Eulalia quien decidió “Lluitar a terra por salvar vides a la mar…” Un fabuloso muro en el puerto nos recordará su ejemplo y dedicación.

Y con las almas vibrantes y las ideas en construcción retornamos a nuestros territorios, felices por las redes creadas, satisfechas con los aprendizajes recibidos y llenas de motivos para continuar en la caravana de la vida.

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