La primera ópera de la historia llega al FIS con Cappella Mediterránea y el Coro de Cámara Namur, dirigidos por Leonardo García Alarcón

El Orfeo, de Claudio Monteverdi, se representa en versión concierto dramatizada, tras el éxito de esta misma fórmula con Las bodas de Fígaro de Mozart en el FIS de 2022.
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La considerada como primera ópera de la historia de la música que sigue representándose regularmente, El Orfeo del italiano Claudio Monteverdi (Cremona 1567 – Venecia 1643), llega este miércoles a la Sala Argenta en la 72º edición del Festival Internacional de Santander (FIS) con Cappella Mediterránea y el Coro de Cámara de Namur, dirigidos por el argentino-suizo Leonado García Alarcón, fundador en 2005 de la Cappella.

Como solistas, el tenor italo-suizo Valerio Contaldo (Orfeo), la soprano argentina Mariana Flores (La Música, Eurídice), la mezzo-soprano belga Coline Dutilleul (La Messagiera), la mezzo-soprano francesa Anna Reinhold (Proserpina, Speranza), el barítono argentino Alejandro Meerapfel (Plutone), y como pastores el tenor británico Nicholas Scott y los italianos Alessandro Giangrande (tenor y contratenor) y Matteo Bellotto (bajo).

La ópera se representa en versión concierto dramatizada, tras el gran éxito logrado por esta fórmula el año pasado con Las bodas de Fígaro de Mozart con dirección de Marc Minkowski.

El Orfeo, fábula en música, se estrenó en el Palacio Ducal de Mantua en 1607 y por tanto fue casi contemporánea de la primera edición del Quijote de Cervantes. Monteverdi era ya un hombre de 40 años y pilotaba la transición entre la música renacentista y la barroca.

Esta obra fue un encargo de origen político. El duque de Mantua había asistido en 1600 en Florencia a la boda de Enrique IV de Francia y María de Médicis, y en los esponsales se había representado una Eurídice de Pieri, autor también de Dafne, que acaso sea estrictamente hablando la primera pieza operística, a finales del XVI.

Al encomendar a Monteverdi el Orfeo para el Carnaval, los Gonzaga hicieron que Mantua tomara el relevo de Florencia en este nuevo género musical. Al año siguiente, 1608, el compositor produjo la ópera L’Arianna, que se representó en Mantua y también en Venecia. De esta obra sólo han sobrevivido fragmentos.

Monteverdi llegaría componer hasta diez óperas, y trabajó posteriormente como maestro en la basílica veneciana de San Marcos, aunque continuó aceptando esporádicamente encargos desde Mantua.

Orfeo recoge el mito que fue descrito por el poeta romano Ovidio en las Metamorfosis y también por Virgilio en una de sus Geórgicas. El héroe debe descender a los Infiernos para rogar a Plutón que libere a su amada, Eurídice. La condición es que, en el retorno a la superficie, Orfeo no debe volver la cabeza para verificar si su amada le sigue. Pero el protagonista no puede resistir la desconfianza y al desobedecer causa que Eurídice retorne de inmediato al submundo.

En el último acto, Orfeo, habiendo regresado a Tracia, se lamenta de sus penas y promete no volver a dejarse herir por Cupido. En una primera versión, esto enoja a las ménades de Dionisos, que lo amenazan de muerte (de hecho, la más común leyenda de Orfeo es que fue despedazado por las ménades en el monte Pangeo); en la versión revisada, el dios Apolo convence a Orfeo para que ascienda con él a los cielos.

Cappella Mediterránea, creada por García Alarcón en 2005

En poco menos de veinte años, Cappella Mediterránea se ha consolidado como uno de los conjuntos más destacados de la interpretación de música del periodo barroco y clásico. Su sonoridad, autenticidad, delicadeza y color característicos son unánimemente apreciadas por todo aquel que tiene la oportunidad asistir a sus conciertos, y aclamados por la crítica de todo el mundo.

Leonardo García Alarcón creó este conjunto en 2005 al servicio de todos los repertorios del mundo latino. Abarcando desde madrigales hasta grandes producciones de ópera, Cappella Mediterránea adapta sus plantillas en función de las obras a interpretar.

Partiendo de los repertorios italiano y español el conjunto ha explorado, guiado por el ímpetu y la curiosidad de su director, la música de compositores franceses, flamencos o germánicos. Si bien es cierto que la intimidad de los madrigales de Claudio Monteverdi, Barbara Strozzi, Sigismondo d’India, o Jacques Arcadelt reúne habitualmente a las voces junto a laúdes, violas da gamba o violines barrocos en torno al clave y órgano de Leonardo García Alarcón, es sin duda el descubrimiento o redescubrimiento de un repertorio más amplio el que ha establecido la reputación internacional de Cappella Mediterránea.

 

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