La dignidad de «los nuestros»

Se dejaron
en la larga travesía del adiós
busca eco la silueta del ausente
el presente es un pétalo sin flor
que se pierde en los vínculos pendientes

Y yo no creo en la dignidad del verdugo
en el yugo con forma de nudo
corredizo en la corbata

Yo creo en la dignidad que se alza
bajo el ángulo obtuso
de la espalda doblada cada día
de cada día cada mañana
de cada mañana cada dolor

Cada noche antes de echarte a la cama
cada lágrima pegada a la almohada
con forma de gota de sudor
y al revés …

Creo en quien nunca cae de píe
pero se levanta de nuevo.
No creo en los discursos de odio
zurcidos a las costuras de una bandera,
en las barrigas que se llenan
con el hambre de otros
en los bolsillos que se llenan
con la miseria de otros
en la justicia que se sustituye
por la caridad.

Ahora mírame a los ojos
y dime si es verdad:

Si la métrica desnuda del sin aliento
hace mella en tus momentos de ocio
en la pantalla de tu móvil
en el consumo del silencio
rellenado con los ruidos de un anuncio

Si lo virtual sustituye al sustituto
si la verdad se perdió en los discursos
si el corazón es un órgano obsoleto
que se puede sustituir por un objeto

por cualquiera, con tal de que siga funcionando y no sienta…

Uno que nos haga olvidarnos de quien era
la persona habitante de la acera
la persona habitante del cayuco
la persona habitante de las guerras
que nos duran el minuto
que tardamos en mudarnos de cadena.

Perdí la cuenta de cuantas primaveras
son entierro anticipado
se cuantas flores nacen muertas
porque nunca se han regado
de cuales balas son las nuestras
y cuáles las que se han disparado
a la espalda del inocente

Perdí la cuenta de las veces
que se dejaron
olvidados los derechos a la puerta de los «pase el siguiente»

de los pero y los sin embargo.

Porque hay otro embargo bajo cada techo
mientras las puertas están cerradas
y el viento ya no está al acecho (hace ya tiempo)
se quedó quieto a ver qué pasa ….

No creo en la dignidad de “los nuestros”
si son ellos quienes matan …

Yo no creo en la dignidad de “los nuestros”
si son ellos quienes matan …

Autora: Tú misma