La hermandad de las que no se quedan tranquilas y cuidan

El papel de dos amigas de la víctima de la violación grupal durante las fiestas de Santander en 2022 pone de relieve la labor de la ayuda, preocupación y cuidados entre mujeres
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Un 25 de Noviembre, Día Internacional contra la Violencia de Género, acudimos en grupo a la manifestación y en el grupo ellas empezaron a repasar todo el catálogo de prácticas cotidianas de violencias y de trucos para sentirse seguras: básicamente, todo un listado de babosos en todo tipo de lugares.

Sobre todo, las formas de volver a casa por la noche: las llaves en el puño cerrado por si toca usarlo, o hacer como que se habla por el móvil para que no  molesten, hasta ese mensaje de confirmación (una especie de cuarto check) de que ya se ha llegado para que las demás se queden tranquilas, cuando la experiencia les ha demostrado que la ausencia de ese mensaje suele significar que algo ha pasado.. Rutinas sólo por ser mujeres.

Una de esas chicas que no se quedan tranquilas, que cuidan, es la mejor amiga, compañera de piso en un municipio del extrarradio, de la víctima de la violación grupal que se produjo en la Semana Grande santanderina de 2022 y que no ha trascendido hasta que se acercaba el juicio, que ha arrancado este martes.

Su testimonio ha sido muy importante, no sólo para que en esta primera jornada no se contara únicamente el testimonio de los cuatro acusados, sino incluso para llegar a que se celebrara y para poner más luz en los hechos de aquella madrugada, que comenzó en el after El Niño Perdido, en Santander, siguió en un piso cercano y luego se trasladaría a otra vivienda fuera de la capital.

No se quedó tranquila, hasta el punto de que fue a Santander a buscarla por distintos locales, sin lograr localizarla. Aún así, insistió e insistió hasta que por fin pudieron hablar: fue entonces cuando la víctima le contó que había sufrido una violación por parte de varios hombres y que iba de camino de vuelta al piso. Su amiga se plantó ante la ventana del domicilio, desde el que justo se ve llegar al autobús, y este llegó, pero nadie bajó de él y siguió sin quedarse tranquila.

Poco después, volvieron a contactar y la víctima  le contaba que estaba en Astillero, más allá de donde vivían ellas, porque los jóvenes cuyo ataque le acaba de contar no le habían dejado bajar del autobús. Allí la llevaron a otro piso, del que iba a “intentar salir” en cuanto pudiera.

Hasta ese municipio, cada vez más intranquila, se desplazó también su compañera de piso, mientras seguía intentando contactar con su amiga.

EL SALVADOR QUE NEGABA LOS HECHOS

Y hasta logró hablar con uno de los acusados, a quien la víctima identificaba como el que “la había salvado”. Pero en la conversación este le aseguraba que estaban en el municipio en el que vivían ambas, cuando la amiga le había contado ya que no era así –y el bus en el que hubieran llegado había pasado de largo de la parada que veía desde su propia ventana-. Y además, le negaba la agresión, porque “estaba borracha”  e incluso la posibilidad de pasarle el teléfono para que hablara directamente con ella porque “estaba dormida”.  La parte del alcohol es importante porque en el juicio la mayoría de los acusados han argumentado en bloque que la víctima estaba en el after, en su hora de cierre, no sólo sin que se le percibieran efectos del alcohol, sino que ni siquiera estaba ahí bebiendo.

Cuando la víctima “consiguió salir” de ese segundo piso, contactó con su compañera y se vieron. Ni siquiera entonces estaba sola: detrás iban los acusados. Y ella estaba, su amiga lo vio, en un estado de embriaguez “muy evidente”.

Para entonces la víctima seguía hablando de uno de ellos como el que la había “salvado”, mientras este insistía en que «no había pasado nada», que simplemente «lo habían pasado bien» y que si estaba contando otra cosa era porque estaba bebida (extremo, el del alcohol de la víctima, que negaron en el juicio para centrar su defensa, en consecuencia, en el supuesto consentimiento y papel activo en todo momento de la joven, a la que presentaron como la que iba dando instrucciones de cómo proceder para el escándalo e incomodidad de los acusados).

¿Cómo dices que es tu salvador, si no te ha dejado bajar del bus y está negando lo que ha pasado?, le señalaba su amiga, que para entonces intentó como pudo conseguir los nombres de los ahora acusados, sus cuentas en redes sociales o teléfonos y que llegó a hacerles fotos para tenerles identificados.

El primer impulso de la víctima al verla fue echarse a llorar. Y si bien estaba rara y al principio no le contaba nada de lo sucedido, después fue tomando conciencia de lo sucedido y recordando detalles.

LAS COSAS QUE SABEN LAS MUJERES

Después, acompañó a su compañera de piso al hospital, y le ayudó incluso indicándole los pasos que había que dar, en detalles como, por ejemplo, la conservación de la ropa. ¿Cómo sabía lo que había que hacer en esas circunstancias?, le preguntó uno de los abogados. Porque lo sabía, respondió ella, dejando claro que no hay otra opción. Porque las chicas ahora saben esas cosas por las campañas, por haberlo buscado o por algún caso cercano, corroboraban después en los pasillos algunas de las feministas de la Comisión 8 de Marzo, entre las que hay históricas de asociaciones, profesionales sanitarias o de la atención a la violencia de género, o mujeres que han trabajado en altas responsabilidades de sensibilización y gestión.

No fue la única respuesta con la que la amiga que testificó evidenció la naturalidad con la que muchas mujeres jóvenes viven determinadas situaciones. ¿Su amiga se iba mucho con chicos por la noche?, sonó en una pregunta, en lo que asemejaba a un dato que no parecía aportar mucho de cara a esclarecer lo que habían hecho ellos, pero que tiende a poner el foco en la víctima en lugar de en el agresor.  Como cualquiera, le respondió tajantemente , en un escenario hostil como es de por sí una sala de vistas (acrecentado por factores como la propia naturaleza del delito juzgado, es decir, el ataque máximo a la intimidad que supone una violación, además grupal; pero también por su propia juventud, la presencia en sala de los acusados y el carácter mediático de un caso que atrajo a medios, incluyendo televisiones y agencias nacionales.

Tampoco se quedó tranquila otra amiga, compañera de trabajo, que también ha testificado en el juicio, con la que había coincidido durante la noche en un primer after, El Búho Negro,  para acompañarla al otro, El niño perdido, en el que conoció a los acusados.

En la vista, ha señalado, nuevamente desmontando la versión que han tratado de imponer en bloque los acusados como estrategia legal para tratar de llevar el caso al consentimiento, que la vio beber y que además se notaba que había bebido. Asimismo, ha incidido en que allí estaba uno de los acusados, que mostró interés en la víctima, e incluso ha contado que al cerrar, salieron a la calle, y vio a la víctima marcharse sola, sin ninguno de los chicos.

Al día siguiente –y después de haber intentado hablar con ella insistentemente en varias ocasiones-, pudo contactar y le trasladó que había sido violada por un grupo, confirmándole también que no la dejaron bajar del autobús en el lugar donde vivían, sino en el segundo piso al que la llevaron.

LA RED

Teléfono de asistencia a víctimas de violencia de género. No deja rastro en la factura aunque hay que borrarlo de las las llamadas realizadas

Las amigas, cercanas y formadas, se han constituido en este caso y en muchos otros en la primera red de apoyo para las mujeres víctimas de agresión sexual o violencia de género.

Las más veteranas de la Comisión 8 de Marzo, que acudieron al juicio para respaldar a la víctima, comentaban en los pasillos , la buena red que pudo tener la victima gracias al tesón de su compañera de piso, que no se quedó tranquila hasta que la pudo llevar al hospital.

Hay más, algunas estaban allí: desde el movimiento asociativo feminista con su capacidad movilizadora y sensibilizadora, entidades como Consuelo Berges o Cavas, hasta profesionales del derecho como las que hay que hay en los centros de atención a la mujer (el año pasado se abrió Las Marzas, el recurso de atención 24 horas, con asistencia tanto psicológica como jurídica). Tampoco ellas se quedarán tranquilas porque tendrán que seguir cuidando a mujeres.

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