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«Paisajistas, ecologistas e ingenieros de caminos no entienden por qué hay que llevarse los árboles por delante»

María Jesús es una de las vecinas de Galizano que se está viendo seriamente afectadas por las obras de mejora de la carretera CA-440, la que une esta pedanía con las de Langre y Loredo, en Ribamontán al Mar. Se siente totalmente desatendida por las administraciones públicas
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De pronto, las máquinas y los operarios de la constructora Senor se presentan en una vivienda con la orden de talar un árbol que está dentro de la finca (que tiene un muro que la separa de la carretera). Es el magnolio centenario de la casa de María Jesús porque, al parecer, tapa la visibilidad de los coches que salen de la carretera CA-440 (la vía que une Galizano, Langre y Loredo) y se quieren incorporar a la CA-141 (la carretera que va de Astillero a Santoña). Ella acude rápidamente, también varios vecinos, momentos de tensión, Guardia Civil presente, identificaciones de los vecinos… Y la obra se detiene y los operarios se van a otros lugares de esta obra. Pero ya han talado ramas, y a esta vecina sólo le queda confiar en que ese daño no termine con la vida de ese ejemplar.

Vecinos de Galizano defienden un magnolio centenario frente a las obras de una carretera

El 28 de mayo de 2021 se aprobó la apertura del expediente de expropiación forzosa para ejecutar la obra de mejora de la carretera CA-440 (basándose en la Ley de Expropiación Forzosa, que es de 1954). Apareció en el Boletín Oficial de Cantabria el 17 de septiembre de 2021. Pero esto se abre sin avisar a los vecinos afectados, que no se enteraron en ese momento. María Jesús subraya que la primera comunicación que envió a la administración autonómica, la licitadora del contrato, fue en diciembre de 2022. La primera respuesta que recibió, el 3 de mayo de 2024. Casi un año y medio después. Lo típico, le mandas una solicitud a un Gobierno regional, y te acaba contestando el siguiente. Por eso centra sus críticas en PRC, PP y PSOE, partidos que «están o han estado vinculados a este proyecto».

Por cosas como esta, esta vecina de Galizano se siente desatendida por las administraciones. Dos Gobiernos de Cantabria y también el Ayuntamiento de Ribamontán al Mar. Según ella, no le han dado soluciones ni respuestas ante sus sucesivas peticiones, como cuenta en una entrevista a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM. Y no sólo suyas, porque la obra afecta a su finca, a su magnolio centenario ya cercenado, pero también a otros.

Es el caso de Román. Ha visto cómo la obra se llevaba 17 encinas que estaban en su terreno, al borde de la carretera. Y cerca de su vivienda hay un pequeño puente sobre un riachuelo. Un puente con dos pequeños ojos bajo él. Unos tres metros de puente. El proyecto estima que el nuevo tendrá 50 metros de largo y tres de altura sobre el que está ahora. Siempre se le conoció como el puente del Michi. Ante el cambio tan extraordinario de tamaño que va a sufrir el puente, ahora lo han alargado hasta Michichipi. Por si fuera poco, el riachuelo que pasa por debajo presenta un estado muy poco saludable, pero tampoco se atiende la petición de hacer algo por mejorarlo.

Las obras que ya se han ejecutado frente a su casa también le han causado un problema añadido. Ha aparecido una grieta en el soportal que tiene por delante de la puerta de la vivienda. Va de lado a lado, y Román teme que se pueda caer.

Esto ya no parece el arreglo de una carretera, sino un cambio de fisonomía que estos vecinos no consiguen comprender. Y todavía no saben nada de las compensaciones que deberían recibir por la expropiación de una parte de su terreno.

La queja respecto a las administraciones no es simplemente porque no respondan. Directamente, ni se personan en el lugar donde se va a cometer un proyecto para comprobar, in situ, qué es lo que se pretende hacer y asegurarse de que esa es la mejor manera de llevarlo a cabo.

María Jesús afirma que ha estado hablando con ecologistas (ejemplo, la asociación Arca), paisajistas profesionales y también con ingenieros de caminos en ejercicio, algunos desvinculados de la administración pública y otros vinculados, pero a nivel estatal. «No entienden por qué hay que llevarse por delante los árboles», asevera. Eso le lleva a pedir que se estudien alternativas. Para evitar que su magnolio y otros muchos árboles de Galizano sobrevivan a la obra. Aparte de encinas, también ha habido «varias cagigas que han muerto ya».

Una posible solución para la conservación de los árboles sería trasplantarlos. El problema que ella ve es que el personal encargado de esa operación no tiene conocimientos de botánica, con lo que «los árboles morirían también».

La conclusión a la que llega esta vecina es que no hay un interés en conservar el arbolado, incluso parece que les molestan los elementos que están en el camino que se está reformando. De ahí que nadie la reciba para escuchar lo que quiere proponer.

Y es que los profesionales con los que ha contactado le han sugerido opciones factibles para salvar su magnolio. El proyecto de obra, que ella ha consultado varias veces, no añade una motivación para que sea necesario talar ese árbol. Le han llegado a decir, de palabra, no en un escrito, que ese árbol tapa la visibilidad de quienes salen de la CA-440 a la CA-141. Y una de las soluciones que le han comentado es que se puede reducir el follaje que tiene y elevar la copa, y así se resolvería el problema.

Otra posibilidad es que la carretera se alejara de su casa y se fuera hacia los terrenos de enfrente. Uno es también de su familia, y otro de un vecino. Ambos terrenos rústicos y sin árboles junto a la carretera. Una obra más fácil y menos incómoda. La incorporación a la CA-141 desde la CA-440 se haría unos pocos metros más adelante, con mucha mejor visibilidad.

Además, María Jesús cita un proyecto anterior que tenía ver con Galizano y la carretera en cuestión. Consistió en construir dos rotondas y añadir una calle trasera que va desde una de esas rotondas hasta la CA-440, de manera que se conectasen estas dos carreteras. De ese modo, el cruce que está junto a su casa debería servir solamente para que los vehículos entrasen a la CA-440 por ahí, pero que no se utilizara como salida hacia la CA-141. Si por ahí se entra, pero no se sale, ya no existiría el problema de la visibilidad.

La ejecución de la obra lleva en marcha desde marzo de 2023, y tiene un plazo estimado de 18 meses. Es decir, deberían faltar cuatro para su conclusión. La obra fue adjudicada a la constructora Senor por un importe de 3.076.302,5 euros. Pero no es para el arreglo de toda la carretera, sino que es la tercera fase, del punto kilométrico 1,2 hasta el 6,4, que es donde termina la vía.

Dado que el arreglo supone elementos diferentes y ensanchar la carretera, María Jesús se pregunta si es que se prevé que la población del municipio se multiplique en poco tiempo «o si es que vamos a aumentar el tamaño de nuestros vehículos», afirma desde la incomprensión.

«Las personas que estamos fuera vemos cómo van destrozando las cosas», dice con impotencia. Lo que quiere es defender a su pueblo como ha sido siempre. No está en contra de arreglar la carretera, le parece pertinente que se mejore y que pueda mejorar la movilidad peatonal o ciclista de quienes circulen por allí, pero le gustaría que las cosas se hicieran con sentido común.

La manifestación del sábado

Mañana tiene lugar, a las 12 del mediodía, desde la playa de Loredo hasta el Mirador de los Tranquilos, la manifestación convocada por Cantabristas, apoyada por una veintena de organizaciones, para tratar de frenar la construcción de un macrocomplejo turístico en esa zona, que incluye un campo de golf.

María Jesús no puede afirmar categóricamente que estos proyectos distintos estén conectados, pero al menos es una pregunta que se hace. La carretera, el macrocomplejo, un parking de asfalto en la playa… Alguien malpensado podría llegar a la conclusión de que no es una casualidad. La afluencia de turistas está aumentando significativamente, y todas estas ideas juntas pueden ir en la línea de favorecer que esto se acelere.

«Desde la pandemia, ya no voy a Loredo en verano, por la cantidad de gente»

Esta ciudadana de Ribamontán al Mar lanza más preguntas al respecto del macrocomplejo, esa ‘Ibiza del norte’. Sobre la planificación que se ha hecho para que algo así se pueda construir. No está claro si podrían ser unas 150 o unas 350 viviendas. Y en el futuro, ¿Podrían ser más? ¿Cuál es la calificación de los terrenos anexos?

Algo así supondría una sobrecarga para el municipio, pero María Jesús no sabe si eso ya está contemplado, o si se van a tener que subir los impuestos y si los vecinos tendrán que pagar también la construcción y el mantenimiento del campo de golf.

Lo que le queda a esta vecina es lanzar un llamamiento. Pero no sólo a los habitantes de Galizano y de Ribamontán, sino de toda Cantabria. Una comunidad privilegiada por sus paisajes y su clima, pero que también sufre algunos atropellos administrativos como los de la obra de esta carretera. Por eso pide «que defendamos lo que es nuestro por derecho».

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