
«La economía social se basa no sólo en el empleo digno sino también en actuar de una manera más democrática y más participativa»
Treball Solidari nació en Palma de Mallorca, pero sus proyectos llegan ya a muchos lugares, incluidos proyectos de cooperación en países como Guatemala o El Salvador.
Andrea Fernández es una de las integrantes del equipo, y ahora está en fase de recorrer Cantabria para hablar del programa Renova que están tratando de implantar. Cuenta, en una entrevista concedida a EL FARADIO, que se basa es tratar de revitalizar la vida en el medio rural, intentando conectar, por ejemplo, a quien abandona un negocio con quien pueda hacerse cargo de él y evitar que muera.
Una de las ideas que expresa Fernández es que es necesario que los conocimientos se transmitan para que haya un relevo generacional, también en los pueblos. No se trata, en su opinión, de obligar a que todos los negocios pervivan, porque puede haber casos de tiendas que ya no tienen mucho sentido en un determinado lugar. Pero la conversación que propone Treball Solidari, que forma parte de la Coordinadora Cántabra de ONGDs, es que los servicios públicos y los negocios privados estén cerca de la ciudadanía, sin que haya desplazarse un montón de kilómetros para algo tan simple como comprar carne.
Fernández habla también de innovar en el medio rural, generar nuevos empleos y ayudar a quien pueda llevar a cabo una actividad económica. «Es como dar una oportunidad al emprendimiento de una manera distinta», explica.
Es también una forma de pensar en el empleo que no se ciñe simplemente a la productividad. Pretenden identificar a personas vulnerables, social y también financieramente, y tratar de tener un trabajo y un modelo de vida que les permita subsistir, pero también «que impacte de manera directa en tu entorno, en los lugares en los que vives, en tus vecinos, en tus vecinas. De eso se trata, en parte, la economía social».
La visión de Treball Solidari es que la economía social «se basa no sólo en el empleo digno sino también en actuar de una manera más democrática y más participativa». Ponen como ejemplo las cooperativas, una forma de funcionar que no creen que esté yendo a menos. «Las instituciones también dan ayudas y subvenciones al cooperativismo porque desde Europa se ha visto que es una muy buena manera de trabajar».
Aún así, saben que hay casos muy diferentes en el medio rural, personas que desconfían a la hora de dejar un negocio en manos desconocidas, por si sabrán gestionar lo que ellos han hecho durante mucho tiempo, si se irán al poco tiempo, abandonando lo que tanto les costó levantar. Ahí entra Treball Solidari, el tratar de conectar a quien lo deja con quien quiere ir a vivir a uno de esos lugares despoblados, comprometerse con ellos y generar un arraigo. Se crea la conexión, la ONGD hace un acompañamiento, e incluso quien cede el relevo puede formar a quien quiere cogerlo.
Treball Solidari forma parte también de CEPES, la Confederación Empresarial Española de la Economía Social. Es un sitio donde poner en común proyectos y valores, lo que también sirve para aprender e intentar mejorar en lo que cada organización intenta hacer.
Fernández reconoce que «se quita determinado valor desde muchos lugares a las entidades sociales o a las empresas que se dedican a la economía social o a todo lo que suene como distinto». Sin embargo, su experiencia le dice que hay más reacciones en positivo que en negativo. Es más habitual que la gente valore el tipo de cosas que estas organizaciones hacen, más que devaluar esas acciones con crítica que no tienen ningún ánimo de construir.
El aprendizaje no solamente les viene de su actividad aquí, sino de sus proyectos de cooperación internacional al desarrollo. Por ejemplo, los llevados a cabo en Guatemala o El Salvador, donde pudieron fijarse en el trabajo de las cooperativas allí y traerse ese conocimiento a España. La idea de funcionar en red y que eso sea una costumbre que se vaya incorporando a los territorios.