El concepto de educación ecosocial va ganando enteros, pero todavía no es algo generalizado. Luis González Reyes explica, en una entrevista concedida a EL FARADIO, que es «una educación que capacita al alumnado para responder a los retos democráticos de justicia y de sostenibilidad que tenemos en nuestra sociedad». Pero aclara que se les dan unas capacidades y «no se les obliga a actuar en ese sentido». Pero tendrán unas habilidades para «construir sociedades que sean realmente justas, realmente democráticas y realmente sostenibles».

Se trata de que los alumnos, ya desde edades tempranas, entiendan que «somos interdependientes, que requerimos la ayuda de otras personas y que nuestras relaciones están íntimamente ligadas a si nos encontramos bien o nos encontramos mal», y que eso también depende del trato que recibimos de los demás, además de poder tener una relación de respeto con nuestro entorno.

Por eso González Reyes subraya la necesidad de tener una mirada educativa interdisciplinar y no tratar las asignaturas como espacios estancos, «sino que ayudamos a comprender el mundo como un sistema y como una globalidad». Si se separan unas cosas de otras, es más difícil entender y afrontar los retos a los que nos enfrentamos. Por ejemplo, si hablamos del cambio climático.

En la Fundación Hogar del Empleado (FUHEM), una institución con 60 años de historia, no se centran solamente en la educación de los alumnos, sino también del profesorado. Elaboran materiales didácticos que ya tienen incorporada la mirada ecosocial y que sirven para un cambio estratégico que ayude a la transformación de centros educativos. Los docentes también necesitan herramientas que faciliten la difícil labor que deben llevar a cabo en las aulas.

FUHEM tiene tres centros propios en la Comunidad de Madrid, y González Reyes afirma que les sirven como banco de pruebas de eso materiales didácticos para después ayudar a otros centros a adaptarlos a su realidad y necesidades. «Acompañamos a alrededor de 30-40 centros todos los años, en algunos casos de forma más puntual, en otros casos de forma mucho más larga y continuada, pero trabajamos con muchas más entidades, con ONGs, con fundaciones y con universidades». Entre ellas, cita la Universidad de Cantabria, «con la que trabajamos de forma súper estrecha».

La importancia de ayudar a los docentes es para entender que la pedagogía es básica para educar. Y González Reyes estima que esto se ve más en Primaria, pero no tanto en otras etapas educativas, y también observa que los temas ecosociales no los manejan con la soltura necesaria para esa transformación de la educación.

Además, en FUHEM consideran básico que se haga un trabajo que incluya a toda la comunidad educativa, contando con las familias y también con el personal de administración y servicios de los centros educativos. Dicho de otra forma, «necesitamos pensar un centro escolar como una comunidad educativa».

Por ejemplo, en sus centros educativos han creado grupos de consumo, «porque tenemos comedores de productos de cercanía, ecológicos, de temporada, con poco alimento de origen animal, ¿no?  facilitamos que esto lo puedan tener también las familias, y a la que tú vengas a recoger a tu hija, te lleves una cesta», cuenta González Reyes. Pero también tienen grupos interactivos, en los que hay familias que se implican en el proceso formativo y eso crea «vínculos y sinergias» también. Se convierte en un proceso más participativo.

La emergencia climática es una de las temáticas que aparece a menudo. Es algo que afrontar, algo que los alumnos de hoy en día van a tener muy presente en su futuro. De hecho, van a ser víctimas de lo que hoy en día vemos que se está desatando y aumentando de frecuencia. González Reyes ve que hay «una parte del alumnado, que lo coge, lo mastica y realmente está transformando sus vidas, sobre todo alumnado femenino, esto hay que decirlo, pero a la vez nos estamos encontrando otra parte del alumnado que antes era absolutamente residual y ahora ya no lo es, no me atrevería a decir que es mayoritario, pero es un porcentaje importante, la mayoría chicos, que están digiriendo toda una serie de informaciones que no están siendo capaces de distinguir lo que son informaciones veraces de lo que son meros bulos, y que esto está erosionando mucho su capacidad de análisis de la realidad».

Ahora se encuentran con un discurso ultraderechista que les invita a agarrarse a él. «Plantean una especie de verdades absolutas en las que vas a volver a un pasado idílico, que ni fue idílico ni es posible volver a él». Esto puede conducir a una ansiedad futura, cuando descubran que la realidad es distinta y que les reserva serios problema si no se corrige el rumbo.