«Me hace mucha ilusión cuando vamos a sitios pequeños y la gente se lo goza. Esos lugares en que te invitan luego a una leche con galletas»
Esto es algo que no ha pasado de moda. Contar cuentos es algo que sigue muy vigente. Pero Clara González y Jaime Martínez recuerdan que esto es tan antiguo como el lenguaje. «Los cuentos siempre se han contado en comunidad. Tradicionalmente, no se pensaba que era para niños, era en comunidad, y ahí estaba quien estuviera. Y en muchas sociedades sigue siendo así», dicen en una entrevista concedida a EL FARADIO.
Son 12 años ya pasando por un sinfín de sitios, buscando la sonrisa, la imaginación… sobre todo, que quienes escuchan se enganchen a lo que están contando. «Los adultos se lo suelen pasar bien, porque jugamos mucho con el lenguaje, hacemos muchas bromas, que al final pillan ellos, y los niños se quedan un poco locos, pero bueno, se ríen porque se ha reído el padre». Tienen claro que «lo ideal es que el público sea lo más diverso posible», pero no siempre es fácil.
After Perdices lleva ya 12 años y ha tenido la oportunidad de actuar en espacios grandes, pero reconocen que les hace «mucha ilusión cuando vamos a sitios pequeños y la gente se lo goza. Esos lugares en que te invitan luego a una leche con galletas». Y señalan que la colaboración con Unate, la Universidad permanente, les ha permitido también trabajar con personas mayores, algo de lo que dicen es «súper recomendable para quien pueda hacerlo».
Acostumbrados a que lo que necesitan para un actuación les quepa en una maleta, ahora reconocen que han ido creciendo y que también hacen montajes más teatrales, con presencia de música también, en algunas ocasiones. Y cuentan siempre con la naturaleza como aliada. «Si hay algo que está en todos los cuentos es la naturaleza», hasta el punto de que, a veces, es un personaje más de la historia.
El próximo viernes, 2 de agosto, tienen una actuación en Argüeso, en la que la historia que van a contar se llama ‘Lar barbas del dragón’, y que tiene un corte más medioambiental. Es una temática que va ganando peso y que ellos también quieren darle más importancia.
Tienen una iniciativa que se llama ‘Paseos contados’, «es como ir por un sitio interesante a nivel etnográfico o interesante a nivel medioambiental y entonces en cada parada hemos elegido un sitio específico para contar un cuento que tiene que ver con ese sitio», de forma que se trata de intentar que la imaginación de quien escucha vaya un poco más lejos. Y más en los tiempos de la imagen. Esto está influyendo en la manera de contar, admiten.
No hacen una diferenciación entre generaciones que ahora son más mayores y los niños de hoy en día, en cuanto a que siguen siendo seres humanos y les pueden seguir gustando los cuentos. Aunque ven que hay debate en cuanto a la manera y la capacidad de escucha de esta nueva generación, pero ellos la diferenciación la hacen entre niños que están acostumbrados a escuchar cuentos y los que no. Por eso creen que «hay que contarles desde muy pequeños, acostumbrarse a ese ritual, es un verdadero ritual, es un espacio a cuidar».
Sin embargo, ahora ven que la imagen está ganando mucho espacio, y también las ilustraciones. «A veces, incluso, demasiado», dicen. Es un cambio al que hay que acostumbrarse, y siempre es una posibilidad para conectar más o no sólo en el momento de la actuación, sino que puedan tener algo en su hogar como experiencia extra. Y Jaime pone el ejemplo de un libro que ha sacado, que se llama ‘Casquito de bellota’, y en una presentación le hacían pensar en si el objeto del libro se podía expandir, algo en lo que él no había reparado ni remotamente.
De todas formas, After Perdices se quiere quedar también con lo especial de las actuaciones en vivo, sean ejecutadas de una manera o de otra o cuenten con más medios tecnológicos. «Contar un cuento es algo muy amplio, se puede hacer de muchas maneras, y sobre todo lo importante es que no se va a repetir exactamente igual nunca. Aunque sea la misma persona, el mismo espacio y los mismos instrumentos». La magia de lo irrepetible, que es lo que les sigue llevando por un montón de pueblos y hasta por colegios, tanto en clases de Infantil como de Primaria, lo que les permite ampliar los espacios donde llevar a cabo el ritual de contar historias.