«Tiene que haber una conciencia política y creer en la movilidad sostenible»
La movilidad en las ciudades sigue dando para mucho debate. Ampliar los carriles por los que puedan circular los ciclistas, recortar espacio al coche, al peatón, o a los dos, tener un servicio público de bicicletas, diseñar una Zona de Bajas Emisiones pequeña o que cubra una superficie más amplia…
En el curso de ‘Movilidad y urbanismo’ de la UIMP se pudieron comparar modelos diversos, pues hubo ponentes explicando lo que se hace en París, en Sevilla, Coslada (Madrid), Bilbao, Alicante o Las Palmas de Gran Canaria. Y también Santander, la anfitriona.
Begoña Gabiola, la presidenta de Cantabria ConBici, estuvo allí, siempre dispuesta a escuchar y aprender. Fue recabando puntos de vista y veía que ha habido ciudades que se han puesto a la tarea de reducir la contaminación y promover la movilidad ciclista. En Santander echa en falta un compromiso más decidido. «Tiene que haber una conciencia política y creer en ello. Porque si no, es muy, muy difícil. Si no, se hacen las cosas nada más que para cumplir el expediente», dice en una entrevista concedida a EL FARADIO.
Recuerda esta activista que «nos estamos jugando la salud y la calidad de vida» cuando hablamos de la movilidad en los grandes centros urbanos. Por eso cree fundamental que haya una comunicación entre las instituciones y la ciudadanía, en todas sus capas, como puedan ser asociaciones de vecinos, colegios, y explicar cuáles son los cambios necesarios y ver cómo se pueden llevar a cabo. Alude a la aprobación de la ley antitabaco, que causó un gran revuelo porque se decía que iba a ser un desastre para la hostelería, pero no ocurrió eso.
«Estamos desde el punto de vista climático y del medio ambiente, no en general, no de cosas de la NASA, no, del medio ambiente nuestro, de Cantabria, de Santander, estamos en ese punto que hay que mirar cómo estamos, pero con ojos realistas, no tratando de engañar y de engañarnos», pidiendo que haya un debate serio sobre estas cuestiones.
Reconoce que le decepcionó la intervención en el curso de Agustín Navarro, el concejal de Movilidad del Ayuntamiento de Santander, porque aludía a la orografía de la ciudad y al rechazo de los automovilistas como dificultades para avanzar en movilidad sostenible. Las bicicletas eléctricas sirven precisamente para afrontar la orografía, y el rechazo de los conductores de coches, en opinión de Gabiola, es una mentalidad obsoleta que debería quedar aparcada.
En el mismo discurso, el concejal decía que iban a «morir de éxito» con las bicicletas eléctricas por la gran demanda que están teniendo. Dos momentos del discurso un tanto contradictorios o que, al menos, invitan a pensar si los conductores de automóviles deben tener la última palabra.
Gabiola desconfía de esos datos, porque cree que es en verano, con la afluencia de turistas, cuando se usa más el servicio de bicicletas eléctricas. Y piensa que se debe cambiar totalmente la forma de pensar en este tipo de movilidad. Cree que debe plantearse de forma radial y no circular, porque es la manera en que el centro de la ciudad debería llenarse de bicicletas, y no la periferia (que también).
«Las zonas 30 aquí en Santander no se respetan y cuando tú vas a 30, y más siendo mujer, aquí entramos también en otro apartado, tengo que oír pitidos, porque yo iba a la velocidad que marcaba», critica. Se llena Santander de señales de tráfico que limitan la velocidad, pero después no se comprueba que se cumplen, con lo que vale de poco.
En cuanto a la implantación de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) en la ciudad, hay que recordar que ya lleva más de dos años y medio de retraso, pues debería haber entrado en vigor, según la legislación, el 1 de enero de 2023. Según lo que va avanzando el Ayuntamiento, será una ZBE pequeña y que afecte, fundamentalmente, a la zona del Ensanche. Por ejemplo, Castilla-Hermida quedaría fuera, siendo la zona de la ciudad más expuesta al tráfico de vehículos a motor. «¿La zona de bajas emisiones se ha hecho para qué? Para cumplir un expediente y nada más, pero no pensando en la calidad de vida de los habitantes de Santander», se queja Gabiola, que también señala que hay fondos europeos que se iban a perder si no se aprueba este proyecto.
No se trata solamente de la movilidad ciclista, sino de hacer un planteamiento más ambicioso y eficaz del transporte público, y así evitar que los vecinos del oeste de Santander y de los municipios limítrofes vayan al centro mayoritariamente en coche. Un ejemplo que pone la presidenta de Cantabria ConBici es pensar en un transporte público de la bahía, o que el servicio de bicicletas eléctricas se comparta con municipios como Santa Cruz de Bezana, Camargo y El Astillero. Pero, para eso, es necesario que haya un poco más de diálogo entre administraciones.
El curso en la UIMP no fueron sólo ponencias, sino que hubo dos paseos en bicicleta, uno por diversos punto de Santander y otro hasta el Parque de la Naturaleza de Cabárceno. De esa manera, se podía comprobar cómo hay carriles bici que no son cómodos o incluso entrañan peligro en determinados lugares, y hay otros que no existen y que serían recomendables para que los ciclistas no circulasen tan expuestos al tráfico.