«Además de intentar detener este genocidio, quizá podamos sentar un precedente para que se vuelvan a respetar algunas leyes que no deberían haberse dejado de respetar nunca»
Ya casi se han cumplido dos años de los atentados de Hamas en Israel y que ese Estado desatara una respuesta que ha ido mucho más allá de lo que significa el respeto por los seres humanos y el respetar unas normas mínimas a nivel internacional. Los llamamientos a detener el genocidio que se está produciendo se están intensificando en las últimas semanas, y decenas de barcos de han hecho a la mar para tratar de llegar a Gaza y repartir ayuda humanitaria. Se denomina Global Sumud Flotilla, pero no se trata de una sola embarcación como en otras ocasiones, sino que esta expedición partió de Barcelona y se espera que se le unan otros barcos por el camino.
Juan Bordera es periodista y también es diputado de Compromís en las Cortes Valencianas. En otras ocasiones habíamos tenido entrevistas con él en clave medioambiental, pero ahora hablamos con el Bordera activista por los derechos humanos en una situación de horror, con decenas de miles de asesinados y una situación de hambruna que pone en riesgo a muchos miles de personas más. Él, ya de por sí, es activista, pero más acostumbrado a hablar sobre cambio climático, como cuando escribió, a cuatro manos con el investigador Antonio Turiel, el libro ‘¿El fin de las estaciones?’
Ahora es una de esas personas que entiende que nos estamos quedando cortos en la respuesta ante lo que está haciendo Israel. «Hemos ido a manifestaciones, yo he escrito algún artículo también, he colaborado con las acampadas cuando se hicieron en Valencia también, y me seguía sabiendo a poco, porque al final te das cuenta de que con eso solo no vamos a conseguir frenarlos», dice en una entrevista concedida a EL FARADIO.
Afronta esta misión bastante lleno de esperanza. A priori, se podría decir que la Flotilla no tiene ninguna posibilidad de poder llegar a Gaza, pero Bordera se agarra a que, en el pasado, hubo algunos intentos que sí tuvieron éxito. Ahora no se trata solamente de tratar de llevar ayuda humanitaria a Gaza, sino que esto sirva para remover conciencias en quienes pueden tomar decisiones que tengan consecuencias y avancen en la resolución de esta situación.
Reconoce que una de las cosas que siente es miedo, pero trata de gestionar adecuadamente sus emociones y le ayuda estar rodeado de gente con mucho talento, personas que han venido de decenas de países, también figuras de renombre y con el objetivo común de conseguir que esta misión sea histórica. «Yo lo he pensado varias veces, he dicho, hostia, igual debería haber hecho el testamento, pero al mismo tiempo, creo que sí que hay una posibilidad real de llegar a Gaza», dice.
Recuerda que también hay periodistas embarcados, rumbo a un lugar «en el que se asesina a más periodistas que en todas las anteriores guerras juntas», además de toda la población que muere bajo las bombas o incluso de hambre, en nombre de un plan que parece consistir en quedarse con todo el territorio de Gaza. Pero cree que si personas que tienen una vida «no resuelta, pero sí desde luego bien situada nos arriesgamos a meternos en esta situación, pues quiero pensar que a mucha gente le va a hacer un clic en la cabeza y va a decir, vale, pues yo igual no me puedo embarcar en esta flotilla, pero igual sí que puedo poner un poco más de mi tiempo, poner un poco más de todo, para intentar parar esto y dar un golpe sobre la mesa desde la sociedad civil, ya que los gobiernos no están haciendo nada».
No sólo se trata de defender al pueblo palestino, sino que «lo que le está ocurriendo a los palestinos no es único, es lo que les ha ocurrido a otros muchos pueblos a lo largo de la historia, pero es verdad que este caso es singular porque la masacre, la matanza, la impunidad, el verlo en directo duele mucho y ha llegado a un punto en el que eso es para mí insoportable» y «si dejamos que esto ocurra sin hacer nada más que asistir a cuatro manifestaciones, estamos sentando las bases para que esto vuelva a ocurrir y pronto en otro lugar, y cada vez a ver más y más, acercándonos más a que nos toque», refleja.
El miedo es una de sus sensaciones, pero afirma que le da más miedo «ver que la gente está viendo esto desde sus móviles, desde su sofá, en la tele» sin oponerse realmente a lo que hace Israel. «Realmente si nos damos cuenta de que somos muchos más, que es lo que ocurre en realidad, los que queremos un mundo diferente, los que queremos un mundo en el que esto no pueda volver a ocurrir, pues igual lo conseguimos». Cree que si dejamos que el miedo nos haga desechar participar en cosas como la Flotilla de la Libertad, «pues obviamente ya hemos perdido la batalla». Es consciente de que corren un riesgo, pero intentan «hacer algo que no tiene ninguna garantía de éxito, pero tampoco la tiene de fracaso».
Argumenta que es muy importante terminar con la división entre personas que creen que hay un objetivo supremo, que es detener esta masacre, y es algo que busca también subiéndose al barco. «Es una situación que exige que incluso abandonemos todas esas diferencias entre matices de una posición o de la otra, y si estás de acuerdo en que hay que parar esto, pues eres mi aliado, y luego ya veremos hasta dónde llegamos en el camino», reflexiona.