«Si no escribiera, estaría en el frenopático»

Pilar Salamanca presenta este jueves su novela 'A cielo abierto' en Librería Gil. Es un libro publicado hace 25 años, pero la editorial El Desvelo ha decidido sacar una tercera edición. Es la historia de una mujer palestina
Tiempo de lectura: 7 min

El año 2000, según Pilar Salamanca, ya era buena época para evidenciar lo que pasa en Palestina desde hace ya muchas décadas, especialmente desde que Israel se convirtió en un Estado reconocido, 1948. En ‘A cielo abierto’ se pone en evidencia a través de la historia de una mujer palestina, a quien la creación de ese Estado le pilla siendo adolescente, pero después cuenta sus vivencias cuando ya es una mujer.

La historia de Palestina es algo que a Salamanca le coge de cerca y ha tenido mucho tiempo para comprobar que los peores presagios se han ido cumpliendo con el paso del tiempo. Ahora con un nivel de brutalidad sobrecogedor, pero estima que el objetivo de Israel era claro y nunca se les olvidó, siempre tuvieron el foco ahí.

1948 es el momento de la ‘Nakba’ para la población palestina. El desastre, la catástrofe. Salamanca tiene claro que «merece la pena conocer esta historia», como dice en una entrevista concedida a EL FARADIO. Hay muchas formas de acercarse a esa historia. ‘A cielo abierto’ es una de ellas. Se publicó en el año 2000, pero El Desvelo Ediciones ha decidido sacar ahora una tercera edición. Y eso es lo que se presenta este jueves, a las 19:00.

La autora destaca que «hay un esfuerzo enorme para representar a los palestinos como seres resistentes y luchadores, no como víctimas». Eso es lo que trata de hacer siempre, con un punto de vista muy personal, basado en vivencias y experiencias que le cuenta gente cercana que conoce y vive en Palestina.

«Todas las novelas que tengo están escritas desde el punto de vista de los perdedores, intentando explicar cosas que por las casualidades de la vida yo conozco quizá un poco y se supone que el lector que tiene muchas cosas que atender no tanto», afirma Salamanca. Y lo que ha ido conociendo a lo largo del tiempo ha reafirmado su compromiso con los derechos humanos, especialmente en Palestina.

Por eso le molesta la equidistancia. Ella no da opción a que aparezca en sus escritos, «hay que tomar partido». Y defiende que hay que hacer todos los esfuerzos necesarios para que el genocidio no se silencie. «No dejar de hablar». Considera preciso ser como la gota malaya, seguir insistiendo en que esa gota caiga sobre las conciencias, las de la ciudadanía y las de las personas con capacidad de decisión en lo que tiene que ver con la destrucción de un pueblo. Incluso después de lo que se puede considerar un avance, con las movilizaciones que se han producido durante la Vuelta a España o las medidas anunciadas por el Gobierno de España para retroceder en sus relaciones con Israel.

No es esperanza lo que le nace a Salamanca de su interior, pero sí tiene «la absoluta y la plena seguridad que la historia, a la larga, no permite semejantes desafueros. Los imperios más absolutos y más tremendos que la historia nos ha presentado han caído todos, pero por el barranco. Y han caído en el momento y hora en el que han dejado de ser representación del pueblo».

El activismo es lo que ella seguirá teniendo para defender al pueblo palestino, pero sin perder el foco de lo fundamental: «la justicia va antes que la paz, la justicia va antes que la solidaridad, la justicia va antes que todo. Y con la justicia, la responsabilidad. Y yo que me he ganado la vida en un instituto, me he dado cuenta de que se nos está olvidando mucho en la educación de nuestros hijos, precisamente enseñarles lo que significa la responsabilidad».

La ‘terapia’ que mejor le viene es la literatura. «Si no escribiera, estaría en el frenopático», reconoce. Poder tener esa manera de expresión le lleva a sentirse más útil, «reconciliarme un poco con para qué estoy aquí, para qué sirvo yo, qué hago… Esas preguntas que a veces no tienen respuesta, la inmensa mayoría de las veces no tienen respuesta. Bueno, pues para mí escribir es una pequeña respuesta y me ayuda a seguir adelante».

Seguiremos leyendo a Salamanca. De hecho, ya está preparando otro par de libros en los que la Palestina sigue presente. Lo que hará será donar todo lo que recaude por la venta de esos nuevos ejemplares, ya sea a la UNRWA o a la familia de uno de los periodistas palestinos asesinados recientemente junto a un hospital junto a otros cuatro compañeros suyos. En lo que no piensa flaquear nunca la escritora es en su compromiso, en su sentido de la responsabilidad y en su voluntad. Es lo que le queda en tiempos tan duros como los que vivimos hoy en día.

El sábado, Raúl Boró presenta ‘La guerra de los sonidos’

También en Gil, el sábado 2o a las 13.00 horas, Raúl Boró presenta ‘La guerra de los sonidos’, centrado en el grupo de rock Control Remoto.

Al tratarse de un ensayo sobre un grupo de rock, cabría esperar que se narraran las vidas de los miembros del grupo, sobre todo del cantante, vidas en las que se destacarían sus éxitos en los escenarios, el fanatismo de sus fans, sus difíciles comienzos, el autodidactismo —rara vez real— y las juergas, pertinentemente sazonadas de groupies y de drogas, muchas drogas…

No es el caso: en ‘ControlRemoto: la guerra de los sonidos’, Raúl Boró, su autor, analiza con las armas de la filosofía el proyecto musical de esta banda, cuyo cantante y compositor es además profesor de esta materia. El marco teórico principal es el materialismo filosófico de Gustavo Bueno; sin embargo, aparecen también otros filósofos como Platón, Aristóteles, Spinoza, Guy Devord, Richard Senett, el cántabro Alberto Santamaría o Karl Marx.

A partir de ahí, Raúl Boró lleva a cabo un análisis exhaustivo de las canciones de ControlRemoto, lo que implica filosofar contra la posmodernidad filosófica de Lyotard o musical de Víctor Lenore o Ernesto Castro, contra la fragmentación y la renuncia a la verdad, contra el tiempo vacío del ocio y del trabajo del capitalismo pletórico o, sobre todo, contra el pedagogismo de las leyes y los sistemas educativos posmodernos, «que ponen en el centro las emociones, intereses, apetencias y caprichos del niño, en detrimento de los conocimientos adquiridos de forma significativa y rigurosa, los cuales constituyen la única herramienta útil y verdadera de la que disponen las nuevas generaciones para comprender y luchar contra un turbocapitalismo despiadado, posmoderno y omnímodo que les condena a la superexplotación, la evasión de la realidad y la precariedad laboral, económica, habitacional, geográfica e identitaria».

Tal y como dicen en una de las canciones de su último álbum, Odisea Aulática:

En la symploké de las verdades
el misterio siempre renace.
Y de ese flujo ingobernable
seamos tú y yo guardianes.

Raúl Boró

(Ourense, 1977). Licenciado en Historia, es periodista y músico. Desarrolló su carrera en Madrid, escribiendo para el Dominical, Rolling Stone o Vanity Fair. Ha vivido en el mejor barrio de Roma cuando trabajaba para la FAO, en una caravana varada sobre un mar de viñas en Ávila o en una furgoneta en las playas de Ibiza. Hace poco ha regresado a Galicia, a una casa centenaria en una aldea despoblada, junto a una antigua ermita y un robledal. Aunque acumula objetos innecesarios, insiste en que no necesita mucho, que habita lo pequeño y su militancia son los asuntos importantes: viajar en bicicleta, bañarse en los bosques y tocar el piano junto a su gato Tito.

Escribe de vez en cuando en los periódicos La Región y El País.

  • Este espacio es para opinar sobre las noticias y artículos de El Faradio, para comentar, enriquecer y aportar claves para su análisis.
  • No es un espacio para el insulto y la confrontación.
  • El espacio y el tiempo de nuestros lectores son limitados. Respetáis a todos si tratáis de ser concisos y directos.
  • No es el lugar desde donde difundir publicidad ni noticias. Si tienes una historia o rumor que quieras que contrastemos, contacta con el autor de las informaciones por Twitter o envíanos un correo a info@emmedios.com, y nosotros lo verificaremos para poder publicarlo.