«Nos tuvieron retenidos 72 horas, hasta que nos deportaron, en una cárcel absolutamente sucia, asquerosa»
El activismo tiene muchas caras y muchas formas de llevarse a cabo. La Global Sumud Flotilla que ha sido interceptada por el ejército de Israel es una de las formas. Decenas de barcos y cientos de personas defendiendo que no se puede someter a nadie a un genocidio. Y defendiendo que ellos y ellas no hacen nada ilegal. Esos barcos llevaban ayuda humanitaria para socorrer, de una manera humilde, a familias que ya no saben lo que hacer para que sus penurias concluyan.
La ayuda humanitaria no es ilegal, aunque el Gobierno israelí decida imponer unas normas que no son las mismas que las de los demás. Y la Global Sumud Flotilla trata de enseñar lo que está sucediendo.
Los intentos de embarcaciones de cruzar el Mediterráneo para poder entregar esa ayuda se llevan produciendo desde hace mucho tiempo, más de 15 años. Casi siempre, sin éxito, y con un muy desgraciado resultado en 2012, cuando el barco Mavi Marmara fue atacado en aguas internacionales y el resultado fue la muerte de 10 de las personas que iban a bordo.
En Cantabria tenemos tres ejemplos de personas que viajaron en este tipo de expediciones. Lucía Mazarrasa lo hizo en 2018, mientras Ángeles Cabria y Sergio Tamayo lo hicieron en 2024.
La participación de Cantabria en anteriores Flotillas rumbo a Gaza
Mazarrasa vivió una situación similar a la de la Global Sumud Flotilla este miércoles y jueves. Su barco, el Al Awda, fue abordado por militares israelíes, los activistas fueron llevados al puerto israelí de Ashdod y estuvieron presos tres días antes de ser devueltos a sus países.
«Fue realmente impresionante», cuenta esta enfermera cántabra. «Yo estaba justamente en el puente de mando, en ese momento cuando empecé a oír en la radio unos sonidos extraños de un idioma que no conocía, entonces llamé al capitán, que en ese momento no estaba de guardia, porque hacíamos turnos rotatorios para estar siempre alerta, y nada, llamamos al capitán y al ratito empezaron a hablarnos en inglés, que teníamos que pararnos y desviarnos y nosotros dijimos que íbamos a Gaza, que nosotros no íbamos a Israel, que éramos un barco de civiles y que por lo tanto no teníamos que dar cuenta a ninguna autoridad extranjera que no fuera la palestina».
Una vez que dieron esas explicaciones, «aparecieron tres fragatas», y de ahí «salieron unas lanchas rápidas con unas cañoneras que nos enfilaron, nos rodearon el barco, los barcos iban repletos de militares cubiertos con antifaces, con cascos, no se les veía la cara, dijeron que paráramos el barco, nosotros no lo paramos, lo cual hizo que ellos tuvieran que subir a bordo y bueno, estas cañoneras iban con metralletas en la popa y con cañonera en la proa, subieron al barco una serie de militares», por lo que todo se convirtió en un momento de pura tensión, un grupo de activistas se dispuso a proteger el puente de mando, «y a estos los pegaron y los tasearon para dejarlos inutilizados», es decir, que les aturdieron con una pistola taser, que aplica una descarga eléctrica a quien sufre un disparo con ella.
Mazarrasa prosigue contando que «bruscamente entraron dando golpes por todo el barco a buscar a gente y la verdad es que íbamos todos, la mitad del barco éramos mayores de 70 años, parecíamos un viaje casi del Imserso». También relata que al capitán le acabaron amenazando de muerte, y estuvieron varias horas hasta llegar al puerto de Ashdod.
«Nos detuvieron, nos hicieron pasar por varios cacheos, de la policía de inmigración, de la policía militar, de la sanidad, de ahí nos mandaron a la cárcel y de ahí estuvimos retenidos hasta 72 horas, hasta que nos deportaron, en una cárcel absolutamente sucia, asquerosa, y bueno, con una comida fatal, vamos, con una falta de higiene absoluta, así que imagínate cómo estaban los presos palestinos en Israel, si nosotros estábamos así, lo que están sufriendo los presos en Palestina es lo indecible, nadie se puede imaginar lo que sería. Un horror». Quizá este relato sirva para entender qué es lo que les puede estar sucediendo a los activistas detenidos en las últimas horas.
El Handala y la Global Sumud Flotilla
Una de las cosas que han contado desde los barcos de la Global Sumud Flotilla antes de ser abordados por el ejército israelí es que tenían un protocolo preparado para cuando llegase el momento. Es algo que ya se había en anteriores ediciones. Ángeles Cabria, también enfermera cántabra, nos cuenta que en el Handala, el barco en el que ella y Sergio Tamayo estuvieron en 2024, también existía lo mismo, y que los ensayos se irían intensificando según se acercaran a las costas de Gaza. Sin embargo, una avería les hizo no poder pasar de Malta y llegar a Sicilia para repararlo. Pero Cabria añade que también tenían un protocolo por si encontraban personas migrantes que necesitaran ayuda por el camino.
Tamayo sólo hizo una etapa de esa travesía, entre Santander y A Coruña, pero le sirvió para respirar el ambiente de una Florilla de la Libertad, donde se coincide con personas de distintos países y se habla de la causa del pueblo palestino, los diferentes puntos de vista y las diferentes experiencias. Había también gente de Palestina, lo que también ayuda a comprender lo que allí lleva sucediendo desde que se constituyera el Estado de Israel y desde antes. «Ves que hay gente que se moviliza y que es solidaria con otros países», como un sentimiento de esperanza de que no todo está perdido. Y recuerda lo enriquecedor que resultaba que fuera un viaje donde «había gente que se subía y se bajaba». No era un barco grande, no podían ir muchos activistas, pero las energías se renovaban en cada puerto.
Cabria cuenta que, a través de un grupo de whatsapp, ha estado en contacto con activistas de esta Global Sumud Flotilla. Y lo que refleja es que «hemos tenido sus voces que nos iban narrando lo que iba pasando en todo momento y bueno, pues con su fuerza también porque, bueno, lógicamente había temores, pero estaban tan realmente unidas y unidos en seguir hacia adelante que lo han hecho». Y aunque tuvieran sus temores por lo que les pudiera pasar, «yo los veía emocionados y emocionadas de estar llegando tan cerca de Gaza», citando a un compañero suyo palestino que por tercera vez ha participado en una flotilla, y que nunca había estado tan cerca de su tierra. Ahora es uno de los detenidos por el Gobierno de Israel. Ella también sintió esa emoción por hacer algo tan relacionado con sentirse seres humanos que se preocupan por otros que viven en condiciones infernales. Con la idea de darles apoyo, comida o medicinas.
Mazarrasa forma parte de Rumbo a Gaza, y cuenta que hay otra expedición en marcha, que ya se encuentra cerca de Creta, es decir, a no demasiados días de poder llegar hasta Gaza, si es que consiguieran sortear el bloqueo israelí. Se trata de un barco de gran tamaño y varios veleros. Eso hace que no puedan ir demasiado deprisa, si quieren ir todos juntos. Partieron del puerto italiano de Otranto, en el sur de la parte adriática de Italia, el pasado martes. De momento le cuentan que «Están serenos y contentos». Y con los protocolos de comportamiento muy claros. De cara a futuras campañas, recuerda que reparar y mantener los barcos es algo costoso, y por eso tienen abierta su web para que quien quiera pueda hacer sus aportaciones económicas al proyecto.
Lo que estos tres activistas cántabros comparten es la necesidad de que la sociedad civil salga a la calle con toda la intensidad posible y así tratar de presionar a los gobiernos para que se muevan mucho más decididamente en contra del genocidio que está perpetrando Israel.
Relaciones con Israel y movilización de la sociedad civil
Tamayo dice que «Israel es un gobierno terrorista y pirata, que se dedica a asaltar barcos con ayuda humanitaria para llegar a Gaza para decir que esto es un genocidio y no es una guerra». Cabria recuerda que, antes de lo que califica como «secuestro» de los barcos de la Global Sumud Flotilla, ya les habían lanzado bombas incendiarias cuando estaban a muchos cientos de kilómetros de su destino, y que lo que ejerce Israel «es una tortura psicológica y, en muchos casos, física», cuando aborda barcos desarmados y con ayuda humanitaria. Cree que ahora el ejército israelí se ha visto desconcertado por la cantidad de barcos que eran los que querían llegar hasta Gaza. Mazarrasa ve que «Israel sigue con la impunidad de siempre y veo que los gobiernos europeos, la Unión Europea y Estados Unidos no hacen absolutamente nada por terminar este genocidio y por terminar con la ilegalidad permanente de Israel con respecto al derecho internacional».
Coinciden los tres en señalar al Gobierno española también. Aunque fuese de los primeros en reconocer a Palestina como Estado, o que apoyara movilizaciones como las de la Vuelta a España, creen que eso no se corresponde con los hechos que lleva a cabo. Cabria señala que «las palabras se convierten en humo si al final tú mandas un barco de la Armada que no hace nada, que ni siquiera se ha acercado a la Flotilla, para después aprobar el plan de paz de estos dos criminales (Benjamin Netanyahu y Donald Trump)». Tamayo afirma que «lo que tienen que hacer ya de una puñetera vez es romper relaciones con este país, porque es un país con el que no se pueden tener relaciones, ya que no respetan los derechos humanos».
Este activista recuerda otras experiencias que ha tenido en otros lugares del mundo, no sólo Palestina, como Chiapas, Nicaragua o Guatemala. Movido por un espíritu solidario que le lleva a defender causas dentro de un planeta donde debemos convivir todos. «Tenemos que defenderlo de las agresiones, ¿no? No solamente a nivel medioambiental o del sistema capitalista que nos está destrozando todo. Entonces yo creo que una persona que esté en otro lado a 1.000 kilómetros, a 500 o a 10.000 es una persona que hay que defenderla igual que la defendería aquí», expresa.
Mazarrasa no se muestra optimista de cara al futuro. Ahora está sucediendo el genocidio en directo en Gaza, pero en Cisjordania la situación también es preocupante, por la cantidad de asentamientos judíos que siguen proliferando, con lo que es un proyecto «colonialista» que asegura que tiene a Estados Unidos y Europa detrás. Por eso pretenden continuar con sus campañas. Cabria cree que es necesario «tirarnos todo el mundo a la calle y seguir haciendo lo que venimos haciendo hasta ahora multiplicado, porque solamente la fuerza de la gente, de la calle, de la ciudadanía, va a poder hacer algo contra esto».
Y Mazarrasa se mira en el espejo del pueblo palestino. «Lo que sí está claro es que las palestinas y los palestinos nos están mostrando una capacidad de resistencia, que vamos, es un ejemplo impresionante, ¿no? Y si ellos resisten nosotros tenemos la obligación de seguir resistiendo y de seguir manifestándonos en las calles y en donde sea presionando a nuestros gobiernos. Hasta que esto no acabe, ahí vamos a estar».
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