«Somos más que un museo, la gente tiene que querer venir porque es un sitio para deleitarse, para aprender, para convivir»
El Museo Marítimo del Cantábrico resulta ser un lugar muy especial, empezando por su ubicación privilegiada, a los pies de la bahía. Lucía Fernández e Isabel Castillo, directora y bióloga del centro, respectivamente, se sienten afortunadas por trabajar en ese lugar. Pero también por la actividad y por estar en un sitio que es fuente de conocimiento.
La directora tiene claro que «somos un sitio donde la gente tiene que querer venir porque es un sitio para deleitarse, para aprender, para convivir», como dice en una entrevista concedida a EL FARADIO. Tiene varias formas de enseñar lo que se aprende de un lugar como el Cantábrico, desde la colección viva, los elementos para aprender la historia, la relación de la humanidad con el mar, la actividad pesquera, etc.
«Salvaguardar el patrimonio» es la gran misión que quieren cumplir. «Eso para nosotros es lo más importante», dice la directora. Isabel Castillo, bióloga del Museo, recuerda que la parte que refleja la historia natural del mar se nutre mucho de lo que fue la primera estación biológica, fundada por Augusto González de Linares en el mismo emplazamiento.
Castillo destaca que el Museo es una manera de ver «una pequeña representación» del mar que tenemos ante nosotros, en cuanto a su biodiversidad o su geomorfología también. Un mundo muy difícil de conocer y del que nos falta aún mucha información.
En un museo, lo que se puede ver es la razón de ser de un espacio así, pero, en este caso, también tiene mucha importancia la labor de investigación y la colaboración con otras instituciones, especialmente con el Instituto Español de Oceanografía. Esa unión enriquece el Museo y sus contenidos, y ofrece la posibilidad de aumentar las iniciativas que propone.
Este no es un caso de instalación cultural que se abarrote de turistas. Sí recibe visitantes de otros países, pero no en una cantidad tan notoria como otros lugares de Cantabria. Por eso tiene una vocación más local, y de interesarse por quienes son los habituales de este espacio, que es gente de Cantabria y de las Comunidades Autónomas más cercanas. «El que nos viene de Inglaterra nos viene una vez en la vida y a lo mejor no vuelve», resume Fernández.
La época que nos ha tocado vivir es la del cambio climático como algo evidente que está sucediendo. Este Museo es una forma de ver cómo afecta a nuestro entorno y la importancia de intentar frenar los efectos que tiene en el mar y en los océanos, como las especies de acaban por desaparecer de estas aguas y cuáles otras aparecen. Y tratar de contar esas cosas de una manera atractiva, que abra la curiosidad del público, o incluso que lo invite a interactuar. Tanto Castillo como Fernández ensalzan el espacio por tener la capacidad de seguir siendo interesante para quien lo visitó hace años y vuelve con un descendiente, sea hija, sobrina o nieto.
Se acaba de estrenar el horario de invierno, con lo que el Museo permanece abierto, de martes a domingo, de 10:00 a 18:00. Lo martes, de 14:00 a cierre, la entrada es gratuita. Las reservas de entradas se pueden formalizar a través de la página web de Museos de Cantabria o a través del número 942 27 49 62. Este trámite es obligatorio para quienes quieran ir el martes por la tarde, en la franja gratuita.