«Necesito que la memoria de mi abuelo quede limpia»

Este miércoles ha tenido lugar en las Salesas la vista judicial en la que la familia Cortezón busca la reparación de Eusebio, un trabajador y político que fue condenado a muerte y ejecutado durante la Guerra Civil
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Sobrecoge ver a una amplia familia unida en un Juzgado para pedir la corrección de una injusticia cometida hace 87 años. El 7 de diciembre de 1938 fue ejecutado Eusebio Cortezón, un trabajador, sindicalista y político. Trabajaba en la Campsa, pero también era ebanista, y hacía muebles «muy reconocidos», como decía hoy su nieto Eusebio frente al tribunal.

Eusebio ha sido una de las cuatro personas que han declarado ante el juez, tres nietos y un bisnieto de Eusebio Cortezón. La presencia de numerosos familiares, de allegados, de activistas por la memoria histórica y la memoria democrática y de medios de comunicación ha provocado que la sala de vistas se quedase muy pequeña para la celebración de este acto en busca de subrayar la dignidad de una persona que fue condenada durante la Guerra Civil por su afiliación política. Fue uno de los fundadores del Partido Obrero de Unificación Marxista, y elegido como concejal de Astillero en las elecciones de 1931. Y estaba afiliado al sindicato CNT.

Eusebio, nieto, se mostraba visiblemente nervioso a la hora de realizar su declaración. Ha buscado esto durante toda la vida, junto a su familia. Ha ido narrando los delitos que le imputaron a su abuelo, como que había asesinado a varias personas o que había mandado matar a un sacerdote. Ninguna verdad. Eusebio se ha permitido señalar que ese sacerdote murió de viejo tiempo después.

Eusebio contaba también que su abuelo convenció en prisión de su inocencia, hasta el punto de pedir a su mujer que recogiera firmas entre quienes conocían su inocencia para que el director de la cárcel fuera a Madrid a intentar una conmutación de la pena. No tuvo éxito. Eusebio Cortezón fue fusilado.

Aún estarían por venir tiempos muy difíciles para la familia. La muerte de Eusebio Cortezón dejó una viuda, siete hijos y una nieta. Empezaron a pasar hambre y a eso se añadía el estigma por lo que había sucedido. Empezaron a ser una familia perseguida, que se tuvo que acostumbrar a los insultos. Eusebio, nieto, contaba también que hasta les lanzaban piedras, en ocasiones. Les tocó buscarse la vida, cada uno como pudiera. Y relataba que su padre estuvo destrozado por esta herida tan honda que nadie estaba dispuesto a curar.

Después de todo este relato, el fiscal (sobre el que hablaremos unas líneas más abajo) le preguntó a Eusebio qué es lo que quería, qué pedía en este juicio. Sólo ha sabido ser sincero: «necesito que la memoria de mi abuelo quede limpia», dijo, mientras las lágrimas empezaban a brotarle de los ojos. No fue el único de la sala al que le ocurrió.

A Eusebio se le quedaba una espinita clavada en su declaración. Quería leer una breve carta que su abuelo envió a su familia cuando su situación ya no tenía remedio. En ella pidió resignación e incluso perdón hacia sus acusadores. «Les creo equivocados», llegó a escribir. Una muestra de bondad de alguien que iba a ser ejecutado sin que se hubiera demostrado ni un solo delito de los que se le imputaban. Sin embargo, el juez no lo consideró oportuno, por estar esa carta incluida en el expediente del caso.

Después le llegaba el turno a Yolanda, nieta de Eusebio Cortezón y prima del Eusebio que declaró inmediatamente antes que ella. Su relato coincidió en muchas cosas, pero también añadió otros detalles, como el repudio y las humillaciones que tuvo que soportar la familia cuando Eusebio Cortezón ya no estaba. Por ejemplo, el ir a pedir comida porque no había para todos y que les obligasen a cantar el ‘Cara al sol’ y hacer el saludo fascista si querían recibir alguna ayuda. Y les decían, quienes se supone que debían ser caritativos con ellos, que Eusebio Cortezón estaba bien muerto.

Otro detalle que salía a la luz en los relatos de los familiares en el Juzgado era el miedo a hablar. Después de sufrir la pérdida del familiar y del mal trato recibido en adelante, los descendientes directos de Eusebio Cortezón no querían hablar de lo sucedido, por miedo a que siguieran las represalias.

Yolanda contaba un capítulo de los que refleja perfectamente ese miedo. Hace ya varias décadas, sobre mediados de los años 90 del pasado siglo, recuerda que su hija estudiaba en la escuela y que el profesor de historia pidió a los alumnos que preguntaran en su familia por la guerra. La hija de Yolanda preguntó a su abuelo, hijo de Eusebio Cortezón, y no le quiso contar nada. Unos 20 años después de muerto Franco, el silencio seguía siendo la receta a seguir para él. Cualquier cosa menos ver que el pasado se reprodujera en su familia.

Al final del interrogatorio del fiscal, la misma pregunta: ¿qué es lo que pides en este juicio? «Que reparen la memoria de mi abuelo«.

Un tercer nieto y primo de los dos primeros comparecientes, Ramón, fue llamado a declarar. Los detalles que empezaba a contar se parecían mucho a los anteriores. Por un lado, que nada se probó de los supuestos crímenes que cometió, que Eusebio Cortezón fue juzgado sin defensa y que su ejecución fue una injusticia a todas luces.

También la caída en desgracia de la familia después de eso y el tratar de evitar hablar de todas esas vicisitudes, por no recaer en los recuerdos más crueles y evitar que la familia siguiera bajo el yugo de la injusticia y la estigmatización.

Al final del relato, el deseo de Ramón era «justicia para mi abuelo«.

«Nunca nos podrán pedir olvido»

Para finalizar la vista, le llegaba el turno a Simón. Bisnieto de Eusebio Cortezón venido desde Francia para dar su relato y aportar más motivos al juez para que haya una resolución que exonere a su bisabuelo de las acusaciones falsas que le llevaron a la muerte.

Simón llevaba una carta escrita. Una manera de facilitar lo que quería contar ante el tribunal. El juez, por no alargar en demasía la vista, le pidió que resumiera lo que quería decir, y Simón empezó a hablar de su abuelo y de la importancia de la memoria.

Contaba cómo ha venido desde Francia con su madre y con sus hermanos. Solamente para esto. ¿Solamente? Hace 87 años que ejecutaron a su bisabuelo y ha sido algo que le ha acompañado durante toda su vida. Recordaba que su abuela llamaba a Eusebio Cortezón en sus sueños. Hay cicatrices que no se pueden obviar.

Simón le dijo al juez que es un descendiente de exiliados españoles y que, en 2025, todavía nadie les ha pedido perdón por lo que le hicieron a Eusebio Cortezón. Y ha tenido que ver placas de homenaje a víctimas de la Guerra Civil y de la represión franquista vandalizadas. Porque hay gente que ni siquiera es capaz de respetar eso.

También ha querido subrayar que hay países donde esto no pasa, donde sí hay una reparación de la memoria y ahora, por fin, empieza a ser posible en España por la Ley de Memoria Histórica vigente a nivel estatal (en Cantabria hay otra, pero está en veremos, el Tribunal Constitucional decidirá). La vista de hoy es como un inicio de la petición de perdón, pero Simón reflejaba que «nunca nos podrán pedir olvido«.

Los cuatro relatos coincidían en otro aspecto humano y fundamental, y es que estos cuatro familiares siempre han escuchado que Eusebio Cortezón era una buena persona.

 

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El fiscal

Aunque Eusebio Cortezón era el nombre del día, una persona querida, una historia como hay muchas por reparar en España, otro nombre también destacó por su inestimable labor para que la familia haya llegado hasta aquí: Carlos Yáñez.

Es el fiscal de Derechos Humanos y Memoria Democrática de Cantabria. Su oficina está en Torrelavega y está abierta a que acudan todas las familias en una situación parecida. Los casos que atender son expedientes de reparación de la verdad para quienes sufrieron atropello o represión y puedan conseguir una resolución judicial que plasme que aquello fue injusto y no se ajustaba a los derechos humanos; además de promover la inscripción en el registro civil –es decir, certificar su existencia- de las personas desaparecidas.

“Hoy vivimos como vivimos gracias a quienes sufrieron represión y privación de derechos”

Tras interrogar a los cuatro familiares de Eusebio Cortezón, solicitó al juez la resolución «por una ejecución basada en el odio al distinto» y «saltarse los derechos humanos». Estimaba, una vez concluida la vista, que la sentencia podría llegar en dos o tres días.

Aproximadamente a principios de 2025 llegaron los familiares de Eusebio Cortezón a su despacho. Le contaron el caso y ha ido recopilando los datos necesarios para poder llevar la causa hasta el Juzgado de Primera Instancia nº5 de Santander, que es donde se ha celebrado la vista. Aún falta la sentencia, pero el fiscal se mostraba confiado en que estimará lo que la familia pide.

Todos los familiares de Eusebio Cortezón estaban muy agradecidos con Yáñez. Es la persona que ha podido diseñar y enseñarles el camino para que su familiar asesinado durante la guerra encuentre, 87 años después, la reparación merecida y que les hace creer, un poco al menos, en la justicia.

Una vez en la calle, todos se despidieron del fiscal emocionados y contentos. El nerviosismo empezaba a diluirse. Dentro de la sala de vistas, estaba a flor de piel. No sólo por lo que entraña el caso, sino por tener que hablar delante de un juez. Cuando no se tiene costumbre, resulta difícil, es una exposición difícil de encarar. La tenían, sobre todo, los cuatro familiares que declararon, pero todos los demás reflejaban muchos sentimientos en sus rostros, y el nerviosismo por bandera.

Después de la vista, ya volvían a ser todos tan naturales como siempre. El día había llegado y han hecho lo que se proponían, ensalzar a un familiar injustamente ejecutado. Ese peso ya se lo han quitado de encima, aunque la justicia llegue 87 años tarde.

Una reparación que es ética y Ley: cómo proceder

Las familias que deseen solicitar la reparación o anulación de condenas franquistas pueden hacerlo a través de la Fiscalía de Memoria Democrática, que ha habilitado en cada territorio un fiscal delegado para tramitar los expedientes.

El procedimiento se inicia con una solicitud escrita en la que deben aportarse los datos de la persona represaliada y la documentación disponible (sentencias, certificados, testimonios o informes históricos). Este es el modelo.

Para ponerse en contacto con la fiscalía e iniciar un procedimiento u obtener información y acompañamiento, se puede contactar con el teléfono: 942881276 (preguntar por Fernando) o al correo electrónico fiscalia.torrelavega@justicia.cantabria.es

 


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