De la dignidad de los ‘intemperiados’ a la intemperie ética
En Sudán en estos momentos se está viviendo, consecuencia de la guerra en este país africano, la mayor crisis de desplazados del mundo, con 12 millones de personas desplazadas, sin foco, como tampoco se habla del cada vez más creciente número de refugiados climáticos, que se mueven no por una guerra o hambruna, sino por el impacto del cambio del clima o de desastres naturales derivados.
Son algunas de las realidades que conoce muy bien la periodista Lola Hierro, ahora en la redacción internacional de EL PAÍS, –y que trabajó hace años en Cantabria en sus primeros pasos profesionales–, experta en África a través de las crónicas y reportajes que plasmó en la sección Planeta Futuro, el blog Migrados y en el periódico.
Y en dos libros, el primero. ‘El tiempo detenido’, y en el nuevo, ‘Crónicas a la intemperie’, que podremos conocer este sábado a las 19.00 horas en Librería Gil, presentada por el periodista Guillem Ruisánchez, cofundador de EL FARADIO, dentro de los actos de la Semana contra la Pobreza organizados por la Coordinadora Cántabra de ONGDs y la red de entidades contra la pobreza EAPN Cantabria.
Cantabria celebra la Semana contra la Pobreza 2025 con teatro, arte y periodismo social
Es un trabajo con el que da un paso más en la denuncia de la guerra, los conflictos y la pobreza, si bien hay victorias, por supuesto, el “ejemplo” en la lucha contra el VIH en Sudáfrica, un éxito colectivo consecuencia de la “heroica” lucha civil, activista y sanitaria que logró revertir no sólo el impacto sanitario, sino el económico (los tratamientos pasaron de valer 25.000 euros a ser gratuitos).
CUANDO EL CAMPAMENTO DE REFUGIADOS ES UN LUJO
Con el primero aprendimos, por ejemplo. que, frente a los tópicos fruto del desconocimiento, el racismo o las campañas de opinión que fomentan el racismo aprovechando el desconocimiento, la mayoría de los desplazamientos de personas refugiadas que se producen en África son internas, dentro del propio continente.
Con este, según comentamos en conversación con EL FARADIO, nos detenemos, siguiendo con las personas refugiadas, en esos no-lugares que son los campamentos de refugiados, que suman una paradójica permanencia estructural de lo que debiera ser una situación temporal: “hay gente que ha nacido ahí, que ha estudiado ahí, que se ha casado ahí y que ya tiene hijos que también han nacido ahí, de segunda generación de refugiados”.
De ellos, los ‘intemperiados’ del paso entre Sudán y Sudán del Sur que retrata en el arranque del libro, aquellos para los que “el cielo es su techo y la tierra es el suelo de su casa”, esas “miles de personas viviendo en un solar, sin letrinas, con lo poco que habían podido traer consigo”, se queda Lola Hierro con la “dignidad”: “A mí me parece que yo me habría muerto setenta veces si tuviera que aguantar lo que aguanta esa gente. Y sin embargo, te sientas a hablar con ellos y te ofrecen un asiento, te atienden y te cuentan sus esperanzas.
LA EMPATÍA COMO MÉTODO
Para esta reportera, que admite que cuando se está en contacto con ese nivel de sufrimiento “es muy difícil mantenerse frío, objetivo e imparcial”, la “manera más honesta” de contar su historia es transmitir, sin añadidos, “lo que las personas que sí que están sufriendo, viviendo o experimentando lo que sea, sean las que lo cuenten”.
Su trabajo aparece marcado así por una empatía y humanidad que empieza a echar en falta en cada vez más ámbitos: “Nos estamos polarizando tanto a nivel ideológico que se nos está olvidando respetar las leyes más básicas de la humanidad (…) Hay líneas rojas que se están traspasando ya y, de verdad, ¿en qué momento dejamos tan atrás la humanidad y la empatía”.
Una reflexión que se vuelve preocupación en su voz al hilo de muchos de los comentarios leídos sobre la gente que se embarcó en la Flotilla o recordando su propia experiencia de haber visto muertos en el Mediterráneo intentando llegar a otra vida: “Puedes estar muy a favor de abrir vías seguras y legales y que venga todo el mundo a Europa, o puedes estar muy en contra de que vengan los inmigrantes porque no estás de acuerdo. Puede ser. Pero joder, que se muere la gente. Vamos a intentar primero que no se muera nadie, y luego ya vamos viendo”. Porque también hay intemperies éticas.
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