La sucursal de la pobreza extiende sus franquicias

Cáritas denuncia que los precios del alquiler y la falta de recursos habitacionales hacen cada vez más difícil salir de la calle. Las personas sin hogar exponen sus sueños y esperanzas en un acto en la Porticada
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Escena de ‘La sucursal’

En una esquina de la Porticada sonaba, tocada precisamente por una persona sin hogar, una armónica. Es un sonido que por aquí nos recuerda a un acordeón, e, inevitablemente, nos lleva a acordarnos del añorado Isaac Cuende y su ‘La sucursal’ (La Machina Teatro, con dirección de Paco Valcarce), la enigmática obra en la que dos habitantes de la calle hablaban de sus sentimientos, vidas y preocupaciones y de unos enigmáticos y omnipresentes jefes que operaban en todas las ciudades.

Bien podían haber estado El Capi, Rogelio y Lorenzo, los protagonistas de la obra –entre ellos alguien que también se fue demasiado pronto, Luis Oyarbide–, este jueves en la Plaza Porticada, donde Cáritas había convocado a personas sin hogar y a voluntarias o trabajadoras de organizaciones que, como ellos, trabajan para atenderles.

Desafiando al viento que ha dominado la jornada, y, a ratos –prácticamente justo en ese rato– a la lluvia, lo que hicieron fue…soñar. O, mejor dicho, contar sus sueños. No morirme de frío, recuperar a mi familia, tener un trabajo, ver el suelo desde arriba –en lugar de al mismo nivel–, no quedarme en la calle cuando alcance la mayoría de edad –la realidad que acecha a los menores de edad acogidos en sistemas públicos, sean nacionales o los jóvenes migrantes a los que se deshumaniza reduciéndolos a siglas–, o simplemente respeto… Eran los sueños que iban enumerando, uno a una, personas que viven en la calle, poniendo el acento en la campaña de Cáritas con el lema ‘Sin hogar, pero con sueños’.

Había más: los mensajes en carteles de muchos de los asistentes, tanto personas sin hogar como voluntarias que les ayudan, llamaban la atención sobre otros factores que influyen en la manifestación más extrema de la pobreza, la falta de techo.

Hablaban de la propia vivienda, de la salud, incluyendo la salud mental, del padrón…

Y también hablaban los perfiles de las personas que estaban allí, porque la calle no es lugar para tópicos, pero sí para recordar que hay determinadas situaciones súbitas o de origen que te pueden acabar llevando ahí:

ser un migrante con o sin papeles, ser víctima de violencia de género que ha huido del agresor, ser una persona LGTBI expulsada por su propia familia, la discapacidad o problemas de salud mental o adicciones –que son también un problema de salud, muchas veces ligados a causas sociales o económicas-, o ser un joven que ha pasado por tutela pública por estar solo y cumplir los 18, ser madre y estar sola –y correr el riesgo de perder la custodia- además de la falta de una pensión justa, ser mayor o estar en situación de soledad, sin red familiar o de amigos, incluso tener un trabajo que no permita poder con la hipoteca o el alquiler.

La campaña pretende sensibilizar sobre el sinhogarismo como un problema colectivo, que requiere la implicación de toda la sociedad, no solo de las entidades sociales. Bajo el lema ‘Para. Acércate. Actúa.’, Cáritas busca romper el prejuicio, desmontar la indiferencia y poner el foco en la dignidad de todas las personas.

Lara Mazorra, trabajadora social de Cáritas Diocesana de Santander, explica que la mayoría de las personas acompañadas en el programa son hombres. Sin embargo, manifiesta una especial preocupación por el reto que supone llegar a las mujeres. “Ellas suelen desarrollar otras estrategias de supervivencia, y sus procesos hasta alcanzar una situación de calle, suelen ser más largos. No obstante,afrontan una vulnerabilidad mucho mayor, especialmente ante la violencia sexual, lo que las expone a contextos de mayor dureza, desprotección y agresividad”. De las 59 personas acompañadas, solo 4 fueron mujeres.

En Cantabria, en lo que va de 2025, Cáritas ha atendido a 59 personas en situación de sin hogar, lo que supone un aumento significativo respecto a años anteriores. Este incremento se debe, en parte, a la intensificación del trabajo en la calle y a la incorporación de nuevo voluntariado en el equipo de atención.

Uno de los principales problemas que enfrentan las personas sin hogar es la dificultad para encontrar un alojamiento digno y asequible. Cáritas trabaja con diversas fórmulas de alojamiento como pisos de estancia temporal, pensiones y habitaciones en viviendas compartidas, pero, según la entidad, cada vez es más difícil acceder a cualquiera de estas opciones.

«Antes se podían encontrar habitaciones en pisos compartidos por 250 euros. Ahora, por menos de 380 euros, lo que se encuentran son espacios que no cumplen los requisitos mínimos de habitabilidad», señala Mazorra. «El mercado de alquiler está completamente desbordado, y en el caso de pensiones y hostales, la disponibilidad de plazas es limitada, especialmente los fines de semana».

La falta de vivienda genera múltiples obstáculos cotidianos que dificultan la integración plena de las personas sin hogar en la sociedad: la falta de intimidad, las dificultades para acceder a un trabajo decente, los problemas para realizar trámites administrativos o el deterioro de la salud física y mental.

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