Todavía no ha finalizado su recorrido, pero la Ley de Movilidad Sostenible está cerca de ser una realidad. Un nuevo avance en el camino de descarbonizar la economía, pero que en Ecologistas en Acción ven claramente insuficiente.

Tanto Carmen Duce como Pablo Muñoz han participado en la elaboración de esta ley. El conocer cómo funciona el proceso legislativo les ha supuesto algo muy útil. Han aprendido cosas nuevas y han podido ser escuchados por los grupos parlamentario del Congreso para tratar de mejorar el texto.

La lección más importante que han aprendido, según dicen en una entrevista concedida a EL FARADIO, es que «es importante que la gente se asocie, que la gente milite, que sea voluntaria, que diga lo que piensa, que entre todas reforcemos ese tejido asociativo que nos puede servir como de contrapeso a lo que diga una gran empresa petrolera o de la distribución alimentaria o del sector del transporte», dice Muñoz. Porque lo que se dice en la calle llega hasta esos pasillos y esos despachos, y tiene su peso. Y, a la hora de ser escuchados para elaborar la ley, las organizaciones de ámbito ecologista y social han tenido su importancia, porque han dejado claro que iban con un mismo espíritu, que es el del interés general, al contrario que otras partes que han acudido al proceso, que trataban de defender intereses particulares o sectoriales.

Sin embargo, dejan claro que los avances necesarios son todavía muchos. Duce dice que lo más positivo es que esta norma abre un marco regulatorio, pero que «se nos ha quedado muy corta», pese al trabajo y las mejoras que esas organizaciones de la sociedad civil han logrado incorporar.

Duce refleja que se ha publicado el informe de emisiones de CO2 del año 2024, y han vuelto a subir a nivel mundial. «Deberíamos estar reduciendo emisiones a una velocidad aceleradísima y no lo estamos haciendo, y el transporte y la movilidad es uno de los sectores fundamentales que está incrementando estas emisiones, que está potenciando, agudizando el cambio climático», lamenta.

Por estos datos es imprescindible cambiar el modelo. Tanto Muñoz como Duce sí reconocen que se abren algunas puertas, como blindar las zonas de bajas emisiones, dar la posibilidad de poner peajes en las entradas de algunos municipios o apoyar de una manera más importante el transporte público. También marcar el objetivo concreto de que el sector transporte y la movilidad sean climáticamente neutros en 2050. Y una medida novedosa, que es obligar a las empresas de más de 200 trabajadores a tener planes de movilidad sostenible y así fomentar que personas de la plantilla vayan juntas a trabajar.

Pero en lado contrario encuentran grietas muy notables. Muñoz destaca que el texto normativo incluye demasiadas veces una intencionalidad, más que obligaciones. Se leen demasiado expresiones como ‘se promoverá’ o ‘se impulsará’. Y esto en un contexto, como subraya Duce, de emergencia climática que ya no nos permite cerrar los ojos o mirar hacia otro lado.

Muños reconoce que el problema es complejo. «No hay una solución única, digamos que tenemos que ir caminando hacia un cóctel de soluciones», pero la nueva Ley «no cimenta un cambio de modelo», en su opinión. «Lo que tenemos que hacer es establecer las bases para ir reduciendo nuestras necesidades de desplazamientos y, por tanto, de energía y, por tanto, de construcción, etcétera», afirma.

Además, como sostiene Duce, este tipo de normas tiene que interrelacionarse con otras como las de vivienda, educación o industria. «Todo está interrelacionado y no podemos hacer leyes que sean silos estancos entre sí», añade Muñoz. Se trata de reducir, en cantidad y en distancia, la necesidad de desplazarse. «Podemos tener la ley de movilidad sostenible que queramos pero si mientras tanto, por ejemplo, ampliamos aeropuertos para atraer más turistas, saturamos los sistemas de transporte público de los municipios colapsados por turismo internacional masivo, digamos que los diseños urbanos se ven completamente modificados y desbordados por una capacidad de carga insuficiente para lo que está viniendo, argumenta.

La intención de una organización como Ecologistas en Acción es que se plantee el decrecimiento. «A lo mejor hay que buscar otras palabras, no sé si hablar de poscrecimiento, pero desde luego ha sido en todo este tiempo un debate duro, es algo que necesariamente tenemos que poner sobre la mesa y efectivamente yo creo que es un concepto que es mucho más fácil trabajar con la población, con la ciudadanía», comenta Duce.

Muñoz subraya que nos centramos mucho en la necesidad del crecimiento económico, pero «está más que documentado académicamente, científicamente, que va a parar a manos de unas pocas grandes empresas». Por eso cree la asociación que es muy importante el trabajo que se pueda hacer desde los barrios, las organizaciones sindicales, ecologistas o juveniles, para que sean un verdadero contrapeso respecto a las grandes corporaciones que tienen que ver con el transporte por carretera o los grandes supermercados, porque ellas «no quieren soltar su parte del pastel que, de hecho, es muy grande».