LA ENERGÍA DEL CAMBIO

«Es indignante que se haga un proyecto de zona de bajas emisiones sin datos previos en los que basar ese proyecto»

La Zona de Bajas Emisiones (ZBE) de Santander está cerca de convertirse en realidad. Conversamos con diversas asociaciones que se están movilizando por este proyecto en 'La energía del cambio', en colaboración con Solabria, la cooperativa comercializadora de energías renovables en Cantabria
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La Asamblea Ciudadana Santander Saludable (ACSS) ha echado a andar y el proyecto de ZBE de la capital de Cantabria es uno de los caballos de batalla que más están tratando de abordar. Aún no ha entrado en vigor, pero parece que ya no queda demasiado. Como sucede con la de Torrelavega, que ya lleva cuatro meses en marcha, se trata de una zona muy pequeña y que la Asamblea considera plenamente insuficiente. ACSS tiene un blog donde se recoge información útil para entender el contexto de la ZBE. Es https://zbesantander.blogspot.com/

Tras el evento de la ACSS en el Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, surgió la posibilidad de organizar una tertulia con diversas personas y asociaciones incluidas o relacionadas con esa Asamblea para debatir sobre esta ZBE. David Higuera, miembro de ACSS, Marisa Maliaño, de Ecologistas en Acción, Gabriel Moreno de las Mesas de Movilidad de la Bahía, Ana Gómez, de la Asociación de Vecinos Pombo-Cañadío-Ensanche, y Rafa Casuso, de Cantabria Con Bici.

La Asamblea Ciudadana Santander Saludable presenta su trabajo en el Colegio de Arquitectos

Marisa Maliaño hacía referencia al tema de la salud y lo que incide la contaminación en ella. Por eso se reconoce «indignada» por el proyecto de ZBE del Ayuntamiento de Santander, porque se hace «sin datos previos en los que basar ese proyecto», por lo que es mucho más complicado valorar la eficacia que pueda tener. En su opinión, esta medida no soluciona nada y «por lo tanto perjudican al final a la salud de la ciudadanía».

Esta activista de Ecologistas en Acción cree que no se debe retrasar más el poner la salud en el centro. «Tenemos un problema que origina enfermedades que nos hacen estar enfermos y, por lo tanto, es un coste personal, porque no podemos vivir como nos gustaría, que es sanos, hagamos lo que hagamos, y además un coste social, porque nos tienen que cuidar, y un coste económico, porque eso cuesta dinero, nos enferman, pero además también nos matan. Y esto a la ciudadanía no se lo están contando y hay que decirlo» explica.

Como profesional sanitaria, dice que, al igual que en otro tiempo se tuvo que trabajar para contener enfermedades infecciosas, ahora «tenemos el reto de estas enfermedades que son básicamente de origen inflamatorio y esa inflamación procede de la contaminación por aire, por comida y por agua. Lo sabemos porque ya los datos son abrumadores». Y utiliza como ejemplo el asma, que ya no es algo que afecte mayoritariamente a los niños, sino también a los adultos, y es «un asma química», por lo que no se trata de solucionarlo a base de quitar plantas y árboles, sino «cambiar la salud de nuestro entorno». Y las administraciones, señala, conocen los datos que ilustran el problema. Por ejemplo, los que dicen que en Santander hay una incidencia de cáncer que no es baja, y eso no es una cuestión de lotería, tiene que ver con lo que tenemos en nuestro entorno.

Gabriel Moreno, de las Mesas de Movilidad de la Bahía, llama a la ZBE como ‘Zonas de Bienestar’ y recuerda que es una medida incluida en el Pacto Verde Europeo, donde están incluidos Objetivos de Desarrollo Sostenible tan básicos como el derecho a la salud, el derecho al medio ambiente y, en este caso, también una movilidad sostenible. Y ya hay una Ley de Cambio Climático, de 2021, que establecía esta obligación para ayuntamientos de más de 50.000 habitantes. En el caso de Santander, estima que «lo está haciendo fuera de tiempo, mal y sin el elemento fundamental, que es la aceptación por parte de la ciudadanía».

Ya desde el 1 de enero de 2023 debían entrar en funcionamiento estas medidas y Moreno cree que hay que contar con lo que la sociedad tenga que decir. La ACSS es una «herramienta para que muchas personas y colectivos puedan sumarse a este movimiento asambleario, alimentar esta capacidad que tenemos de informar y de formar y, sobre todo, ser altavoz para que cada vez más gente pueda participar y sumarse a esta actividad y ponerse delante del Ayuntamiento a decirle que las cosas así no se hacen».

La problemática del vehículo privado es algo que sigue sin resolverse, por la gran cantidad de espacio que se le cede. «Se nos ha habituado a que el coche sea un elemento casi necesario, incluso de lujo, marcando cierto estatus, a los niveles absurdos de mover el coche simplemente para movernos 200 o 300 metros, cuando no es ni económica, ni ambiental, ni socialmente sostenible, pero sí es cierto que vemos que los ayuntamientos van a mínimos», dice refiriéndose al de Santander, pero también al de Torrelavega, que ya tiene en vigor su ZBE, pero es también de un tamaño minúsculo. Por eso recuerda que la Ley de Cambio Climático también habla de fomentar el transporte público y desincentivar el uso del coche.

La ZBE de Torrelavega debería servir «para proteger la salud de nuestros ciudadanos»

Intervención de la Fiscalía General del Estado

Ana Gómez, de la Asociación de Vecinos Pombo-Ensanche-Cañadío, vive en lo que será la ZBE, pero cree que no servirá para nada. La denomina como un «timo». Y añade que «no va a beneficiar en nada porque el Ayuntamiento ni sabe ni quiere y está claro que no quiere».

Lo que espera esta vecina es que la Fiscalía General del Estado «actúe, porque defiende los derechos de los ciudadanos, de los menores, de los niños con asma, de los ancianos…» y cree que no le puede dar el visto bueno a esta ZBE. «Sanidad no es curar ni investigar para curar, sanidad es prevenir y procurar que no haya enfermos que necesiten ingresar en el hospital». Y lo que plantea el Ayuntamiento, en su opinión, no tiene ninguna de esas cosas en cuenta.

Además, anima a comprobar cómo es esa zona céntrica de Santander, donde sólo hay dos calles que se puedan considerar semipeatonalizadas, que son Martillo y Peñaherbosa. «Quiero retar a la gente que intente cruzar por ahí y vea la velocidad. Sólo hay dos calles peatonales muy pequeñas que son la calle del Medio y Arrabal, muy cortas, más las transversales con el Paseo Pereda o con la Plaza de Pombo, dos o tres»

A esto se añade la contaminación acústica, algo de lo que la asociación se ha venido quejando de manera constante. Por el tráfico, y por el ocio nocturno, un verdadero problema de convivencia del que varios vecinos empiezan a hartarse.

Para hablar de tráfico, David Higuera es alguien con mucho que decir. Forma parte de ACSS y vive en la zona de Castilla-Hermida, la que tiene una mayor densidad de tráfico en la ciudad. Es una zona «entre contaminada y muy contaminada».

Dice Higuera que los datos hablan de 189.000 vehículos diarios entre entradas y salidas de Santander. «Si hacemos la evaluación de gramos por vehículo, lo mandamos al medio ambiente, eso lo respiramos», por lo que considera que la ciudadanía va a acabar enfermando.

Y en cuanto a la ZBE, remarca que «son 200.000 metros cuadrados, que representan solo el 0,6% de la superficie total del Ayuntamiento, del municipio». No es solamente un problema de lo que podamos respirar por la calle, sino también lo que entra por las ventanas o cualquier conducto de los hogares. Y, sin embargo, «la alcaldesa siempre manifiesta que no hay un problema de contaminación», por lo que ve que el Consistorio no afronta el problema existente. La ZBE «no va a solucionar nada», lamenta.

Rafa Casuso, de Cantabria Con Bici, reconoce estar «bastante harto ya después de 10 años conversaciones con este querido Gobierno municipal que tenemos». Le alegra que se acercara bastante gente al acto de la ACSS, y cree fundamental que haya más gente que tome conciencia y participe de este tipo de movimientos ciudadanos.

Cree que el activismo tiene que dejarse sentir como «una lluvia fina», llevando carteles y pancartas que denuncien que Santander está contaminada y que eso supone un problema para la salud de la ciudadanía. Cree que la ciudad podría ser «una auténtica joya», pero para eso hace falta una sociedad civil que la defienda con más ahínco y no sólo cuando le afecta un problema de salud.

Denuncia también que al Gobierno municipal «le preocupa el hormigón, el cemento y los coches», pero tiene muchas más cosas que cuidar. Por eso espera que el impulso de este nuevo movimiento asambleario coja más fuerza y pueda «llegar más a la gente».

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