«Para informar de Gaza hay que estar allá, hay que mirar a los ojos a la gente, hay que sentir, hay que oler, hay que tocar»

Beatriz Lecumberri presenta este sábado 'Palestina, la tierra estrecha' en Librería Gil, justo en el Día Internacional de la Solidaridad con el Pueblo Palestino
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Por su pasado como periodista en Jerusalén y todo el tiempo que lleva informando sobre Palestina, Beatriz Lecumberri es alguien que le ha dado muchas vueltas a este conflicto que acumula ya demasiadas décadas de horrores. Los dos últimos años son un reflejo extremo de una situación que no se soluciona nunca.

Ahora, Lecumberri presenta ‘Palestina, la tierra estrecha’, que empezó a escribir en Jerusalén, y donde quiere reflejar historias que encontró o que fue a buscar «para intentar entender un poco más y para, digamos, personalizar y dar un nombre o presentarlas con un nombre y un apellido a ciertos lados un poco desconocidos, sorprendentes y al mismo tiempo tremendamente reveladores de la ocupación israelí», dice en una entrevista concedida a EL FARADIO con motivo de su visita a la Librería Gil, este sábado a las 19:00, en un acto organizado por la Coordinadora Cántabra de ONGDs en el que será presentada por el periodista Guillem Ruisánchez, cofundador de EL FARADIO.

La periodista reconoce que conocemos demasiado poco de lo que pasa en Oriente Medio y admite que escribió el libro «primero por egoísmo porque yo quería saber más y una vez que estás allá es como un filón». Cuando se tira del hilo, acaban apareciendo un sinfín de historias y de aristas que «explican tan bien por qué no se resuelve, por qué eso está como está». Su visión es poder tirar de las historias más pequeñas para iluminar lados menos conocidos de lo que ocurre allí.

Ante los dos años de prácticas genocidas que acaban de pasar, Lecumberri, que no oculta que no imaginaba que se llegara hasta este extremo, cree que «nos falta humanidad, nos falta empatía, nos falta compasión también por todos, nos falta curiosidad, nos falta capacidad de sorpresa, nos falta tiempo para seguir leyendo, nos sobra hastío, nos sobran estereotipos, nos sobra miedo, nos sobran también un montón de cosas».

Ahora Palestina se encuentra en este momento de alto el fuego, un plan propuesto por Donald Trump, pero donde el pueblo palestino no puede decidir nada. «Imagínate que llegara ahora Francia a Santander a decir que va a instaurar un nuevo Santander», ejemplifica. Algo disparatado y que no encuentra la reacción de otros Estados, que también podrían decir que están de acuerdo con tratar de resolver las cosas así.

La atención mediática ha disminuido de manera evidente, pero a ella le siguen llegando mensajes, fotos y vídeos de personas que ha conocido en el terreno y con las que trabaja para informar, aunque sea a distancia. Lo que ve es familias con tiendas de campaña que ya apenas sirven para proteger nada, pero ese material nuevo necesario tampoco entra en Gaza. La angustia de unos padres que no pueden mantener calientes a sus hijos, o tampoco darles de comer. Y eso ocurre en contextos de mucho calor o de frío y lluvia, como esta misma semana.

«Todo esto se debe a que los periodistas no hemos podido entrar en Gaza, los periodistas extranjeros, porque evidentemente nuestros colegas palestinos están informando desde el 7 de octubre de 2023 de lo que está pasando», refleja Lecumberri. Los periodistas que están fuera hablan con la gente que vive en Palestina, quitándoles un tiempo que pueden necesitar para cubrir necesidades básicas, y también con la preocupación de si se les puede terminar la batería, porque cargar un móvil allí no es algo tan al alcance de la mano.

Lecumberri denuncia que «para informar de estas cosas, hay que estar allá, hay que mirar a los ojos a la gente, hay que sentir, hay que oler, hay que tocar» y eso hace más de dos años que no pasa. «Hay que aterrizar las historias, no hay que hablar de la hambruna en Gaza, hay que hablar de Ahmed y cómo sufre el hambre y cómo ha vivido ese día y qué ha comido y cómo ha hecho para comer eso, o sea, hay que bajar a lo concreto y eso es muy difícil estando lejos», lamenta la periodista.

Ante la posibilidad de que esas fronteras reabran en un futuro, Lecumberri no tiene muy claro lo que haría. tiene un montón de gente a la que quiere ver y abrazar allí, pero también tiene el temor de que Gaza se convirtiera «en un circo mediático». Mucha gente yendo de golpe a contar lo que hay, todo lleno de cámaras y micrófonos. Pero también quiere contar viendo lo que hay.

Las historias que le llegan son de tipos tan variados, que quizá tendría varios libros por escribir. Y también pone el acento en que se habla mucho sobre Gaza, pero casi nada de Cisjordania y Jerusalén Este, territorios que también son palestinos. Para hablar de paz también es necesario incluir esos territorios. «Yo estuve en agosto en Jerusalén y me quedé impresionada con el deterioro de un montón de cosas y de la vida diaria y de la realidad y de la forma de vivir de esa ciudad y lo mismo en Cisjordania, como la gente se está moviendo, tanto israelíes como palestinos, tanto colonos israelíes como habitantes palestinos, cómo se mueven por Cisjordania, cómo ha cambiado el paisaje, es tremendo lo que ha pasado allá y no hemos informado», afirma.

Hace años, Lecumberri, junto a Ana Alba, periodista fallecida en 2020, dirigieron juntas un documental llamado ‘Condenadas en Gaza’ y que hablaba de mujeres gazatíes enfermas de cáncer. Lo que eso suponía en una situación de bloqueo de la Franja. Necesitaban salir para recibir el tratamiento necesario, y eso era una lucha en la que muchas veces no ganaban. Ahora sucede lo mismo con miles de personas, pero esta periodista habla de lo poco que se dice sobre lo que las mujeres sufren en estas situaciones. «En todos los conflictos las mujeres sufren, no te diría que más, pero sufren cosas que los hombres no sufren», expresa.

En una situación de genocidio como la actual, Lecumberri recoge también el sentir de las mujeres periodistas palestinas. Sus compañeros hombres sufren un montón, pero con las mujeres se añade su manera de vivir y sus normas culturales, no solamente las religiosas. «En muchos casos te hablo de gente un poco más laica y que no sólo es la religión, sino el peso de la sociedad. Ellas no pueden estar en una tienda donde hay 20 periodistas trabajando juntos, de repente que llegue ahí la chica, eso no puede ser».

El peso de la sociedad consiste en cómo te vas a trabajar y dejar a tus hijos en casa, «cómo eso es visto en la familia, cuando la que consuela, cuando hay un bombardeo allá, es la madre, cuando la que se ocupa de ciertas cosas es la madre y de repente te vas a cubrir la noticia».

A nivel general, estos dos años para las mujeres han sido una dificultad permanente, sin productos de higiene o para la regla, o teniendo que parir en unas condiciones de precariedad total, en casa o en un hospital donde no hay medios para una atención postparto.

A ese tipo de historias se acerca Lecumberri en el libro, que se presenta en Santander coincidiendo con el Día Internacional de la Solidaridad con el Pueblo Palestino.

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