El retrato de la precariedad y los sueños incumplidos desde la periferia lleva a Esther L.Calderón a ganar el Premio Zenda
Nunca un banco en un parque y una bolsa de pipas dio para tanto. Quienes hayan leído ‘Pipas’, de Esther L.Calderón –y quienes vivieran por sí mismos esa experiencia de charlar y pensar/esquivar el futuro en plena juventud y adolescencia– saben que, desde luego, es mucho.
Tanto como para que esta primera novela de la periodista cántabra le haya valido para ganar los Premios Zenda, que otorga esta revista literaria, en la categoría Opera Prima.
Los premios han sido anunciados este jueves por el mismísimo Arturo Pérez Reverte, de un certamen que cuenta con patrocinadores de alto nivel como Iberdrola o el -en Cantabria omnipresente- Santander, y en ellos Esther L. Calderón está acompañada en la nómina de nombres como Vila Matas, Paco Cerdà, Anna Caballé, Najat El Hachm, y referentes editoriales como Libros del Asteroide o Letras Corsarias.
UN VIAJE DESDE LA PERIFERIA
Esther L. Calderón culmina así un viaje que empezó en un banco en Maliaño y que tiene un gran valor porque es un reconocimiento a la periferia de la periferia (como cuenta en ‘Pipas’, la periferia es un lugar que se define siempre en relación a otros lugares, que no tiene identidad por sí mismo): no sólo se logra sin estar ni tener un relato desde los círculos madrileños, sino que, en todo hay clases, no se hace desde la capital cántabra, sino desde un industrial, que no industrializado, Maliaño; puestos a la periferia, lo ha publicado Pepitas de Calabaza una editorial que no trabaja desde los grandes focos en Madrid, pero que desde ese espacio se ha labrado un alcance y reconocimiento importantes.
UNA GENERACIÓN DE AUTORAS QUE HABLAN DESDE LA PRECARIEDAD
Esther L.Barceló puede encuadrarse así junto a una generación de autoras que hablan sin tapujos de la precariedad y el extrarradio urbano o de lo urbano (una suerte de periferia vital), un poco en la línea de esas ‘Hijas del hormigón’ (Aida Santos) y ‘Yeguas exhaustas’ (Bibiana Collado) que enarbola ‘La mala costumbre’, y muchas más: Anna Pacheco, Najat El Hachmi, Layla Martínez, Emma Zafón, Andrea Abreu, Cristina Norales, Elisa Victoria…
LA PERIFERIA DE LAS LETRAS
Si lo miramos en clave de periferia territorial, desde Cantabria, Esther L. Calderón suma a nombres de autoras y autores que han logrado un hueco importante partiendo desde esta comunidad, con temas y enfoques propios, desde el intimismo de Marta San Miguel (‘Antes del salto’), la mitología que esconde la vida de Luis Mario o un Juan G.Barcena que va saliendo de sus sucesivas zonas de confort en cada obra: después de convertir a Alfoz de Lloredo en escenario de toda una saga, se ha lanzado a estudiar la soledad a lo largo de la historia, y todo sin olvidar a Noelia Palacio, Marcos Díez Manrique o Alberto Santamaría, poeta y ensayista, flamante Premio de las Letras de Santander.
ESTHER L.CALDERÓN
Esther L. Calderón (Santander, 1981) es periodista y escritora nacida en Cantabria, donde desarrolló parte de su trayectoria vital y profesional antes de consolidarse en medios nacionales. Estudió Periodismo y trabajó en medios como la Agencia EFE y el diario El Mundo. Actualmente, forma parte del equipo editorial de Uppers, medio de Mediaset, donde coordina contenidos que integran actualidad, cultura y reflexiones sociales. Además, ha participado en varias antologías de relatos cortos y ha colaborado en diferentes proyectos literarios antes de publicar su primera novela.
ENTRE LA MEMORIA, LA FICCIÓN Y EL ENSAYO
Su obra Pipas, editada por Pepitas de Calabaza, se presenta como una novela híbrida entre la ficción y el ensayo que retrata la vida de una generación marcada por el paso de la adolescencia a la edad adulta en la España de los años noventa.
Ambientada en su Maliaño natal, el relato sigue a un grupo de amigos que se reúnen en un parque de la periferia industrial para comer pipas y debatir sobre sus deseos, frustraciones y expectativas en un contexto social de desencanto y transformación. El libro explora temas como la culpa de clase, la vivienda, la amistad y las decisiones que marcan el futuro vital de un grupo que creció en la primera generación nacida en democracia y que comprobó que sus sueños no se cumplieron y que el pacto prometido (al esfuerzo le seguiría el éxito) nunca se cumplió.
Igual que el libro navega entre estilos (a ratos es pura descripción, de pronto gira hacia toques surrealistas y cuando te das cuenta se ha convertido en todo un ensayo), los personajes de Pipas se mueven entre el eco de las vidas de sus abuelos, que emigraron del campo a las periferias en busca de un futuro mejor, y las expectativas de sus padres, quienes se integraron en la llamada clase media. Desde esta base, Calderón indaga en las imágenes colectivas que definen a quienes rondan los cuarenta años, atrapados entre el deseo de avanzar y la familiaridad con sus raíces.
“La vivienda es un problema que se ha ido gestando en los últimos treinta años decisión a decisión”
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