||por KERUIN P.MARTÍNEZ, candidato de Izquierda Unida-Podemos a la Alcaldía de Santander||

Por fin ha llovido. Parece mentira que en una zona tradicionalmente tan húmeda como Cantabria digamos esto. El año anterior ya fue seco para los parámetros de lluvia tradicionales de nuestra tierra y este no está siendo, de momento, mucho mejor. Y, a pesar de esto, cuando viene alguien a visitarnos desde el sur de España todavía nos mira con envidia: “¡Pero si aquí está todo verde!”. Es una envidia normal cuando zonas con tanto valor medioambiental como Doñana se están asfixiando, principalmente, por negligencia.

No podemos evitar los retos futuros a los que se va a enfrentar Santander, y el que cada vez llueva menos es, por el momento, un hecho. A priori a cualquier vecino de nuestra ciudad le genera siempre un buen pensamiento el que no llueva para poder disfrutar más del sol. No nos engañemos, a todo el mundo se le hacen agotadoras esas semanas en las que no para de llover, con el paraguas de aquí para allá, yendo calados a todos los sitios y con las calles abarrotadas de coches; terminamos los días tristones por no ver ni un rayo de sol. Sin embargo, este primer pensamiento de relacionar la falta de lluvia con buen tiempo nos lleva al engaño: con menos agua, que es la base de la vida, todo cambiará, y Santander también.

¡Pero no seamos aguafiestas! Los retos futuros a veces dan miedo y nos acorralan, y esto nos puede llevar, o bien a la parálisis, o bien a la negación de los hechos. El camino que nosotros queremos proponer tiene que ver con atreverse a remangarse y trabajar en otro rumbo bien distinto: el de ser capaces de adaptar Santander a las condiciones venideras para que sus habitantes tengamos una ciudad moderna que mitigue todo lo posible cualquiera de los efectos adversos que tenga el futuro climático.

Este camino debe recorrerse con ideas, con ayuda de los colectivos especializados y, sobre todo, con buenos expertos científicos y técnicos, de los que Santander y Cantabria ya dispone. Por eso no deberíamos enfrentarnos con miedo a lo que venga, sino con ganas para empezar a construir una ciudad mejor, más cómoda y adaptada (en todos los sentidos)parasu vecindario.

De hecho, ya hemos iniciado ese camino. Nuestro actual concejal Miguel Saro presentó una moción en el Ayuntamiento para generar un sistema de reaprovechamiento, tratamiento y abastecimiento del agua de lluvia. Conseguir mejorar las canalizaciones lograría que zonas como Vista Alegre, Santiago el Mayor, o el Sardinero no se ahoguen en las semanas de lluvia intensa. Reaprovechar esa agua permitiría regar parques y jardines, con su consiguiente ahorro, además de posibilitarnos generar más corredores verdes o destinarla a un uso industrial. Usos a los que, actualmente, en Santander, se destina agua 100% potable. Por sentido común, la moción fue aprobada, pero que a nadie se le hubiese ocurrido antes evidencia que a muchos de los grupos políticos que se presentan a la Alcaldía se les escapa la perspectiva de un futuro mejor, y prefieren quedarse anclados en un inmovilismo que nos está dejando atrás mientras otros avanzan.

Hacer una ciudad eficiente con sus recursos y energía permitiría amortiguar muchos problemas a los que nos podamos enfrentar, y esto significa que debemos pensar en políticas que miren más allá de lo inmediato. En la gestión del agua, buscar esta eficiencia y aprovechamiento de recursos podríaabaratar el bolsillo de los santanderinos con el ahorro en la factura del agua. Claro que buscar la gestión eficaz y el beneficio común en el actual Ayuntamiento resulta difícil, y más cuando el único plan que distingue a este gobierno local es la improvisación.

Nosotros miramos con ilusión esa imagen de una Santander eficiente, moderna, que sepa aprovechar sus recursos, por mínimos que sean, y le haga, aunque sea, un poco menos dependiente del agua del Ebro que, recordemos, no tenerlo en cuenta nos costó un Plan General. Una decisión que, guste o no al equipo de Gobierno, fue un error municipal. El próximo domingo, 28 de mayo, nos jugamos este plan para un Santander que mire al futuro, y no a la improvisación y el estancamiento.