Backgammon entre pachás y sultanes

Tiempo de lectura: 5 min

Los acontecimientos de hace una semana en Turquía, donde un golpe de estado, cuya autoría no ha sido clarificada al 100%, nos llevan sin duda alguna, a volver la vista a otro mes de Julio, esta vez en 2013, en Egipto.

Donde en éste caso, si que los militares, liderados por el hoy presidente – de aquella ministro de defensa- Abdel Fatah Al Sisi, derrocaron al primer presidente democráticamente elegido del  país del Machrek (Mohammed Morsi, del partido de la Libertad y la Justicia, ligado a los Hermanos Musulmanes), menos de un año después de su llegada al poder, tras unas  elecciones transparentes, pero que no obstante, habían derivado en unos virajes autócratas por parte del jefe de estado, al cual se le acusó del descontento popular y de traicionar los  principios de la revolución que acabó con casi 3 décadas de gobierno omnipresente de  Hosni Mubarak.

Si bien esto es cierto, dado que Morsi no aceleró las reformas prometidas en su jura de cargo, junto al inmovilizo del ejército, tensiones con Arabia Saudí e Israel y la incapacidad  de implementar reformas económicas que acabasen con los enormes niveles pobreza y  diferencias en un país de casi 82 millones de habitantes, no se puede negar que su mandato  desde sus inicios estuvo marcado por la injerencia extranjera.

Cada vez más voces formulan la tesis de que el golpe ha sido en realidad un autogolpe

Cada vez más voces formulan la tesis de que el golpe ha sido en realidad un autogolpe

Injerencia que aumentó tras la reelección de Barack Obama en Noviembre de 2012 y su rechazo al plan de Morsi de someter a referéndum el plan de paz firmado con Israel en 1979, durante los Acuerdos de Camp David y asimismo, su acercamiento al enemigo acérrimo de EEUU en O. Medio, la República Islámica de Irán.

Todo ello en un ambiente donde el caos aumentaba en toda la región (aumento de las tensiones en Siria, donde una revolución pacífica, derivó en un baño de sangre y en la guerra civil que hoy veo a diario en los informativos, la crisis política de Líbano la dimisión en bloque del gobierno islamista de Túnez y el bombardeo de la franja de Gaza por la armada israelí) y el único aliado de Morsi, sería el por entonces primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.

Tras la caída de Morsi en Julio de 2013, Erdogan bramó contra las fuerzas armadas de Egipto,
comparándolas con los golpes de estado sufridos en Turquía en 1980 y 1997. Erdogan, perdió
toda su credibilidad al mes siguiente. Cuando varios estudiantes y activistas, en lo que se llamo el “15-M turco”, se manifestaron contra la tala del Parque Gezi, que iba a acoger un nuevo centro comercial, el jefe de gobierno, optó por una represión nunca vista en el el país eurasiático.

Del mismo modo, las protestas, derivaron también en una crítica directa hacia la progresiva
radicalización del ejecutivo, su corrupción y la vuelta al denominado “Estado Profundo” vivido
entre 1983-1998. Sumado a ello, los ataques directos a periodistas e informadores, junto al corte de redes sociales (principalmente twitter) y sitios web de alojamiento de vídeos (youtube), hicieron caer en picado la imagen del otrora aplaudido premier, ante la UE y EEUU.

Todo ello llegaría a un punto límite en diciembre de 2013, cuando se destaparon los numerosos casos de corrupción endémica que sufría el partido gobernante (AKP), miembros de la Gran Asamblea Turca, pertenecientes a dicho partido y un largo etcétera que incluía a varios miembros de la familia Erdogan. En un intento de lavar la imagen del gobierno, 8 ministros dimitieron.

Pero el posterior caos por el factor del auge del autodenominado Estado Islámico o DAESH, en el cual se terminó viendo la connivencia del ejecutivo de Ankara, la compra de petróleo sirio-iraquí a precio de saldo a los yihadistas y el giro autocrático de Erdogan tras acceder a la presidencia de la República el 10 de agosto de 2014, no han hecho si no destrozar la imagen del presumible futuro miembro de la UE ante la sociedad.

En un cargo meramente testimonial, el jefe de estado se ha saltado no pocas veces las directrices de la Carta Magna, ha forzado a su otrora aliado, ex canciller y primer ministro, Ahmet Davutoglu (acuñador del neo otomanismo) a dimitir y a pesar de restablecer relaciones con Israel (las cuales llevaban rotas desde el asalto al barco turco “Mavi Mármara”), no menos de 63 atentados han ocurrido en suelo otomano entre 2013-16, se ha reactivado el conflicto en la región kurda oriental y la economía ha caído en 3.4 puntos en una no ya desaceleración, si no más bien, una crisis financiera total. Cierto, el golpe no ha triunfado en Turquía, como si lo hizo en Egipto.

Donde Al Sisi no sólo no ha reactivado la economía, ni llevado la paz social en su mensaje a la población -amén de un problema bélico amplio en el Sinaí-. Pero Erdogan que criticó la falta de democracia en Oriente Medio, ha borrado de un plumazo en 8 días a la presumible oposición -tanto parlamentaria como social- y se ha convertido en una imagen como la del sanguinario sultán Abdul Hamid IIº. En un Golpe de Estado, que bien pudo ser un
proyecto palaciego para acabar con la disidencia.

  • Este espacio es para opinar sobre las noticias y artículos de El Faradio, para comentar, enriquecer y aportar claves para su análisis.
  • No es un espacio para el insulto y la confrontación.
  • El espacio y el tiempo de nuestros lectores son limitados. Respetáis a todos si tratáis de ser concisos y directos.
  • No es el lugar desde donde difundir publicidad ni noticias. Si tienes una historia o rumor que quieras que contrastemos, contacta con el autor de las informaciones por Twitter o envíanos un correo a info@emmedios.com, y nosotros lo verificaremos para poder publicarlo.