Azul y Rosa (beso con «lengua»)

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(*Recientemente, un menor de edad resultó agredido en Santander mientras estaba con su pareja, otro chico, entre insultos a su condición sexual. Recientemente también, un juez de Torrelavega ha interpretado que una agresión similar, hace un año, también entre insultos homófobos, no se podía considerar como un delito de odio).

La lengua tiene un valor simbólico enorme; lo que no se nombra no existe…” A esta frase de Eugenia Lledó Cunil  se le podría añadir que,  además, el nombrar de una u otra manera condicionará la mirada con la que intentamos descifrar este “teatro del absurdo” llamado mundo.

Antes, incluso de nacer, los papeles ya están dados. Si es niña la vestiremos de rosa, patucos, vestiditos y, por supuesto, todo un imaginario fetichista a su disposición. La llenaremos de objetos hasta convertirla en uno. Y si es niño lo vestiremos de azul. Con su patriarcado y su canesú.

Así,  “el proceso de creación de seres humanos con género empieza en su nacimiento; la mantita rosa o azul con la que rápidamente se envuelve al recién nacido representa género. La mantita sirve como pista social para que, desde un principio, se trate al recién nacido como varón o hembra, no como ‘ser humano genérico’” afirma M. Crowford.

Besos

Besos

Sin poder elegir, comienzas a escuchar canciones infantiles que te dicen quien tienes que ser, cómo serlo, y qué hacer para conseguirlo. Cromosomas XY  de azul  y los XX de rosa. Bienvenido a la pasarela de la identidad sexista. La semana de la moda intrauterina. Donde el rosa solo combina con el azul y viceversa. Fuera de ese “modelo” te señalarán con el dedo.

Desde que somos muy pequeños aprehendemos el mundo que heredamos. Tal y como nos dicen que es, creemos que es. Tal y como nos dicen que somos, casi nos convencemos de que somos así.

Porque sí” es una de nuestras primeras lecciones cuando tenemos la osadía de preguntar. Y ese “porque sí” nos deja tan descolocados – como esa mirada de reprobación- que somos incapaces de decir ni “mu”. “¿Ves? Con la boca cerrada estás mucho más guapa” y, poco a poco, vamos asociando belleza y silencio. Es la estética del tabú. De la diferencia convertida en error.

Preguntar demasiado resulta incómodo para quien no tiene las respuestas o, aún peor, para quien teme que las preguntas derrumben al gigante con  pies de barro sobre el que construyó sus certezas.

Cuando seas padre comerás huevos” esa frase lapidaria que pospone toda posibilidad de cuestionar nada, de decidir por uno mismo, de rebelarse contra cualquier orden establecido. Obligado a ser “Hombre” para decidir, a ser “Padre” para mandar, y a comer huevos, aunque no te gusten,  como única opción para quitar el hambre. Aunque vomites.

Y así, entre príncipes y princesas,  lobos y corderos, azules y rosas,  buenos y malos, fuertes y débiles,  en fin, entre antagonismos creados a imagen y semejanza de un dios reprimido y acomplejado, nos atragantamos con finales felices en la antesala de una habitación a oscuras.

Las perdices colgando de un gancho en la despensa porque ya ha vuelto a casa el cazador. Vuelve con las manos partidas de limpiar la ciudad.-Cada vez hay más maricones por las calles, se dice.-Ya incluso se atreven a ir de la mano, a besarse en público. Están enfermos…y yo eso lo curo a hostias…como Dios manda.

PALABRAS Y SILENCIOS

Lo que no se nombra no existe”  y el lenguaje es una herramienta de transmisión cultural que, por lo general, puede esconder más problemas que soluciones. El molde está servido, si no encajas es culpa tuya. Y la “culpa”, construida a golpe de cilicio con el logo de “Disney”, es un peso demasiado grande para llevarla sola. Para eso está el cazador, para recordarte que eres –que soy- un desviado, una bollera mal follada, un marica de mierda.

Y no se queda callado; lo dice y lo repite, lo grita a los cuatro vientos, porque él también sabe que lo que se nombra, y cómo se nombra, será lo que exista.

Por eso ha decido apropiarse, no solo de las palabras, de sus sentidos y significados, sino de tus silencios. De mis silencios. De nuestro silencio. Lo dice porque se cree impune. Porque el cazador primero dispara y luego pregunta.

Porque el cazador decide quién eres y como debes ser, a quien debes amar, como debes vestirte y que ponerte, con quien puedes o no ir de la mano, darte un beso o echar un polvo.

Se cree con derecho a decidir sobre tus derechos. Si pagas o no al entrar en una discoteca: “Al pasar la barca me dijo el barquero, las niñas bonitas no pagan dinero”, mientras él reparte los carnets de “HOMBRE” con mayúsculas.

Y aún peor, que su silencio homófobo, es que te nombre, que me nombre,  y marque tu existencia, la mía,  bajo sus propios prejuicios, bajo su mirada fascista.

He tenido que luchar para ser yo misma y para ser respetada. Para desnudar este estigma, para mí, es algo para estar orgullosos. He tenido que hacer frente la sociedad, la Iglesia, que dice ‘homosexuales sean condenados’. Es absurdo. ¿Cómo se puede juzgar a una persona que ha nacido así? No estudié para ser una lesbiana. Ellos no enseñan que yo sea así. Yo nací de esta manera, desde el momento en que abrí los ojos.” (Chavela Vargas).

-Abre los ojos, nombra al Silencio-

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