Raúl Gil evoca en sus memorias la historia de amor y desengaño con el PSOE cántabro
Lo primero que hizo Raúl Gil (38 años) nada más afiliarse al PSOE (marzo de 1993, en pleno caso FILESA) fue pintar la sede del partido en su pueblo, Santoña. A partir de ahí empezó una trayectoria que le llevó a hacer prácticamente de todo: desde pegar carteles a dirigir campañas, pasando por la gestión de las políticas de Juventud en el Gobierno de Cantabria e incluso por Europa.
Lo suyo es una historia de amor, de las intensas, de las que tienen una parte buena, y otra, muy mala, la que sucede al desengaño.
Algo se atisba ya en el primer capítulo de ‘Con tinta roja’, las memorias del que fuera secretario general de Juventudes Socialistas de Cantabria y director general de Juventud en el Gobierno, testigo privilegiado de la llegada del PSOE al poder en Cantabria bajo los mandatos de Dolores Gorostiaga, exsecretaria general y exvicepresidenta cántabra, que llevó a los socialistas al poder gracias al pacto que dio la presidencia del Ejecutivo al mediático y regionalista Miguel Ángel Revilla.
El primer capítulo se puede leer ya en Internet, dentro de la campaña de crowdfunding lanzada por la editorial ‘Libros.com’ para financiar la publicación del conjunto de sus memorias, que se puede apoyar a través de este enlace.
Decimos que es una historia de amor porque así lo confiesa directamente Gil (“amo al PSOE y las ideas socialistas”, deja claro al principio este político, reconvertido ahora hacia su otro amor, como librero en Berlín, y asesorando a un diputado socialdemócrata en la cámara berlinesa).
Pero sobre todo, porque luego llegó el desengaño (político), al comprobar el efecto que para algunos compañeros de viaje tuvieron sobre esas ideas otros estímulos.
“¿Está un joven idealista preparado para asumir que su mentora política está más interesada en el dinero que en cambiar la vida de la gente? ¿Para sobrevivir en un mundo de intereses, lujo, guerra sucia entre compañeros y corrupción? ¿Para darse cuenta que casi nadie alrededor quiere cambiar el mundo, pero sí su cuenta corriente?”.
En este primer capítulo, y como primera explicación, Raúl Gil habla de la influencia del “dinero y la relación con los que mandan de verdad”.
“Me han robado la ilusión, dice con acierto mi amiga y compañera Ruth Carrasco (que fue secretaria general de Juventudes Socialistas y diputada regional). Lo peor es que no fue solo eso lo que robaron”, apunta Gil.
EL PASO POR EL GOBIERNO
Gil repasa su paso por el partido, pero también por la gestión, como director general de Juventud en la primera legislatura de PSOE-PRC (2003-2007), en una etapa que le emociona por la capacidad que tuvo de “hacer políticas para los jóvenes donde no había nada”, algo que lleva con “orgullo”, aun admitiendo que cometió “errores”.
“Muchísimos. Pero puedo decir que todos me perjudicaron a mí personalmente (inevitable recordar su incidente, nunca contado totalmente, con la policía local). Nunca a los cántabros. Eso es algo con lo que me siento tranquilo”, expresa.
Con la toma de decisiones le pasaron dos cosas: que comenzó a “separarse” de “los que mandaban” y, en consecuencia, que empezó a hacerse “cada vez más irrelevante”.
En el fondo, lo que le pasó, es que comprobó que ”nadie quiere escuchar a quien dice las verdades y ponerse delante del espejo”.
Fue así como descubrió que hay dos tipos de líderes políticos: “los que se rodean de gente que no les molesta y los que se rodean de gente que les molesta”. “Yo sólo he conocido de cerca a uno de los segundos”, apostilla, recordando cuando dirigió la campaña electoral de Eugenia Gómez de Diego como candidata a la Alcaldía de Santander (2011), y por contraste con el resto de dirigentes con los que ha coincidido.
NOMBRES EN EL CAMINO
En esta suerte de prólogo, Gil ya adelanta que “habrá nombres que se repetirán a lo largo de este libro”, entre los que repasa, sin citar aún “los que rompieron en pedazos el sueño del socialismo cántabro” y “los que nos abochornaron delante del medio millón de habitantes de esa pequeña pero orgullosa región llamada Cantabria”.
Eso en la parte negativa, porque los nombres de la parte positiva son los que le “ayudaron a sobrellevar ese sufrimiento” y “sufrieron” y “combatieron” junto a él.
“Los primeros siguen todavía haciendo de las suyas, y aún así tal vez duerman tranquilos. Los segundos son hoy libres. Para los primeros va toda mi rabia, pero también mi análisis frío y sereno después de dos años fuera de la cueva. Para los segundos, mi gratitud infinita. Mi reconocimiento, mi admiración y mi amistad”, expone.
“No hice muchos amigos y sí bastantes enemigos, y después de leer este libro, con la inevitable vergüenza de sentirse cómplices, lo serán aún más”, asume.
Para Gil, el objetivo de esta iniciativa, de su libro, es evitar que se cometan “una y otra vez los mismos errores”, y conseguir, entonces, que el partido sea “ese instrumento útil para la gente que lo necesita”.
De todos modos, Raúl Gil tiene claro que su historia, “a pesar de todo”, es “una historia bonita” como, al fin y al cabo, son todas las historias de amor. Está por ver como termina.