Almudena grandes: la transición la hizo la generación del silencio

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Hubo un tiempo en que en España se hizo un “silencio general”, cuyas consecuencias se prolongaron décadas y empañó la formación de quienes protagonizarían partes importantes de la historia más reciente.

Porque los niños que crecieron en casos con vacíos y “silencios” para evitar historias desagradables fueron luego los que, desde esos silencios, hicieron la transición a la democracia.

Almudena Grandes 2

Almudena Grandes en Santander

Almudena Grandes explica ese “silencio” como causa de muchas de las cosas que vendrían después, y que hay quien recuerda en la semana en que, junto al primer presidente tras la dictadura, hay voces que quieren enterrar también un período para el que piden una revisión crítica.

La autora de ‘Inés y la Alegría’ o ‘Malena es un nombre de tango’ rompe ese silencio en ‘Las tres bodas de Manolita’, una historia de mujeres, la historia de una mujer, Manolita, y sus problemas para sobrevivir en el Madrid de la posguerra con su familia encarcelada y teniendo que hacerse cargo de su familia.

Es una historia en la que de fondo se describe un ambiente irrespirable, el de “una losa que asfixia” la vida diaria de sus protagonistas.

Una época en la que daba miedo hasta que se viera una luz encendida en las casas de madrugada, por el temor a que se pensara que sus habitantes estuvieran leyendo, porque “leer era peligroso”.

Son historias con mucho “dolor y sufrimiento”, frente a la visión “agradable” de la posguerra que se tiende a transmitir en determinados productos televisivos.

Y que ella entiende, ojo, pues sabe que es “más agradable pensar que tus padres no sufrieron tanto”.

Es lo propio en un país en el que, al acabar la Guerra, se hizo un “silencio general” en España, y por ambos bandos, por cierto, según apunta.

Por un lado, desde el republicano, aparte de por el miedo a las represalías, también por no “rememorar la amargura del perdedor” a cada momento.

Pero es que incluso entre quienes apoyaron inicialmente el golpe de Estado, también calló un sector que pronto vio que lo que respaldaban como forma de restablecer una paz social derivo en otra cosa que no compartían.

De modo que, al final, a la dictadura, “sólo la defendían los entusiastas”, cuyo discurso se impuso en medio de un “silencio general”.

Almudena Grandes habla de niños que crecieron en casas con fotos de personas que no se sabía quiénes eran, familiares que, a poco que se preguntara, se descubría que habían muerto. “No hablemos de cosas desagradables”, era la frase con la que los adultos, protectores o temerosos, zanjaban cualquier conato de rescate de las historias familiares.

Y resultó que esa generación del silencio fue “la que hizo la transición”, llevada a cabo por personas “que pensaban que no era bueno preguntar”. Lo aprendieron en casa, silencio a silencio.

Almudena Grandes presentaba el libro este miércoles en la Librería Gil, en la Plaza Pombo, en un espacio abarrotado, en el que, entre firma y firma, sus lectores le iban contando historias familiares de esos años, vividas u oídas, atreviéndose por fin a romper el velo de sus silencios.

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