2015 es el año de los antitaurinos. Esta tradición, que unos ven como arte y otros como lo que realmente no deja de ser, maltrato animal, está siendo más cuestionada que nunca.

Tras los cambios de gobierno provocados por las pasadas elecciones autonómicas y municipales, cada vez más localidades están siendo testigos de algo que hasta hace poco parecía poco probable: el final de la tauromaquia en su territorio.

Palma de Mallorca ha sido declarada ciudad antitaurina este mismo verano con los votos a favor del PSOE, Som Palma y Més per Palma; A Coruña rescindió el precontrato que tenía acordado el anterior gobierno para la celebración de la Feria Taurina, cumpliendo así el programa electoral que su alcalde, Xulio Ferreiro (Marea Atlántica) llevó a las pasadas elecciones donde se comprometió a no financiar los toros ni otros espectáculos de maltrato animal; y distintas localidades valencianas como Gandia o Alzira han suprimido los festejos.

Crece el sentimiento antitaurino

Muchos han optado por eliminar las subvenciones públicas, quitándole a la denominada ‘Fiesta’ uno de sus balones de oxígeno. Otros, como Palma, han sido más tajantes y han prohibido cualquier actividad taurina en su territorio.

Y esa es la petición que está tomando fuerza en Cantabria, creada desde la página de Change.org por un joven vecino de Polanco, y que ya han apoyado más de 5.000 personas durante los primeros tres días de recogida de firmas.

«Es importante abolir esta tradición porque es un maltrato animal y no un entretenimiento, además de que es una imagen indigna para la marca España, y no es un rasgo característico de Cantabria», recoge la petición dirigida al Gobierno de Cantabria para que prohíba la Tauromaquia en la Comunidad Autónoma.

La petición está logrando una gran repercusión en la región, aumentando el ritmo de obtención de firmas considerablemente. Muchos de los antitaurinos que apoyan esta petición se han lanzado también a mandar mensajes más directos.

Un vecino de Santander, Óscar Fernández, ha agregado «como cántabro de nacimiento, no quiero tradiciones bárbaras que no representan mi tierra ni mi país. Por una comunidad autónoma mejor y un país mejor». Nuria Saiz, otra vecina, en este caso de Camargo, alega que «no me gusta el sufrimiento ajeno y en un ser indefenso».

Este 2015 parece ser un año de inflexión. Uno de los que más muertes de personas han traído este tipo de festejos, once en lo que va de año, seis de ellas en la Comunidad Valenciana.

En momentos como este, que más de 5.000 cántabros se han unido hasta ahora por una Cantabria sin toros, conviene recordar la entrevista que le realizamos al veterinario antitaurino José Enrique Zaldívar, en la que presagiaba el final de la tauromaquia en España dentro de los próximos ocho años.

Puede equivocarse o acertarse, pero lo que está claro es que algo ha cambiado y por primera vez se plantean cosas imposibles. Tocar lo intocable.